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Muere en accidente Kobe Bryant, mito del baloncesto

Pierde la vida tras caer su helicóptero privado en Los Ángeles cuando iba a ver un partido junto a una de sus hijas y dos amigos

Domingo, 26 de enero 2020

El deporte mundial, no sólo el baloncesto, se vistió este domingo de luto riguroso por la muerte de Kobe Bryant en un accidente de helicóptero. El exjugador, uno de los mejores de todas las épocas, volaba en una aeronave privada de su propiedad. Iba ... a presenciar un partido junto a una de sus cuatro hijas -Gianna, de 13 años y que apuntaba a estrella femenina del basket- y otras dos personas -otro jugador y su padre-, además del piloto. Todos fallecieron de inmediato tras caer el helicóptero en una de las colinas que rodean Los Ángeles, donde Bryant vivía por su vinculación profesional durante toda su carrera a los colores púrpura y oro de Los Ángeles Lakers.

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La NBA, siempre tan respetuosa con los iconos que le proporcionan notoriedad global, pierde a uno de sus representantes de rango superlativo. Influenciado por el aura mística que envolvió la figura insuperable de Michael Jordan, quince años mayor de edad, Kobe deja en el recuerdo centenares de imágenes que parecen fotocopias extraídas del molde que representó el 'Dios de la canasta' en Chicago. Su estilo en la pista y hasta la gestualidad resultaban réplicas del 23 de los Bulls. Los mates, el tiro a la media vuelta echándose hacia atrás para eludir los tapones y anotar canastas limpias, el espíritu de superación y un gen competitivo casi enfermizo convirtieron a Bryant en el remedo más similar al del hombre que inspiró su determinación.

Kobe ha fallecido a los 41 años, casi cuatro después de disputar su último partido el 13 de abril de 2016 y en el que metió 60 puntos. Todas las cifras que le rodean adquieren el grado de hipérbole. Cinco anillos de la Liga norteamericana, 81 puntos que firmó una noche de 2006 para tormento de José Manuel Calderón y sus entonces Raptors, máximo anotador dos temporadas consecutivas, MVP en 2007, cuarto encestador de la historia de la NBA, récord absoluto de presencias en el quinteto ideal de la temporada, dieciocho participaciones en el 'All Star' sólo por detrás de Kareem Abdul-Jabbar y único baloncestista con dos camisetas retiradas. Sí, porque llevó cosidos a la espalda los números 8 y 24. Representó uno de esos valores que tanto gustan en el deporte de Estados Unidos, el de ser hombre de un solo equipo. Desde que anunció su retirada cada visita a otras canchas cobró el papel de un homenaje. Amigo íntimo de Pau Gasol, hablaba español por influencia de su mujer y se había declarado hincha del Barça. De hecho, era un gran aficionado del fútbol, del que se hizo amante cuando su padre jugaba en Italia.

La ilustre personalidad del deporte que este domingo concluyó su vida mamó el baloncesto desde niño. Hijo de un profesional que disputó la 'Lega' italiana, pasó parte de su niñez en Milán. De ahí su destreza con el idioma y también hablando castellano, lengua en la que podía comunicarse bien con Pau Gasol. Natural de Filadelfia, el destino le condujo joven a Los Ángeles. Igual que otras figuras legendarias de la NBA, algunas en activo como LeBron James, Bryant no conoció el táctico baloncesto universitario que entroniza a los entrenadores. A los 18 años se presentó al 'draft' -elección de jugadores a cargo de las franquicias- y lo eligió Charlotte Hornets. Sin embargo, jamás jugó en el club de Carolina del Norte, estado en el que su ídolo Jordan ganó con los 'Tar Heels' el campeonato de la NCAA frente a Georgetown de Pat Ewing.

Nada menos que veinte campañas vistió Kobe la camiseta del segundo equipo profesional más laureado en USA, sólo a rebufo de Boston Celtics. Y únicamente tardó cuatro años, desde su debut en el torneo, hasta levantar el primero de tres trofeos consecutivos. Selló una alianza casi indestructible con el enorme pívot Shaquille O'Neal a las órdenes de Phil Jackson, experto motivador y señor de los anillos con once en su haber como técnico. Ambos jugadores formaron un dúo letal que recordó a sus adversarios la teoría de la manta siempre corta. Con la táctica del triángulo ofensivo que diseñó el venerable ayudante Tex Winter, Kobe cosía a los rivales con tiros y penetraciones, mientras el 'cinco' devoraba a sus pares con su particular régimen del terror. Al fallecido escolta se le acusó toda su carrera de individualista y lo era según rige la norma para los deportistas técnicamente superdotados. Los compañeros se rendían a su descomunal talento, aunque esa acentuada tendencia generó un choque larvado con O'Neal que sacó con el tiempo al gigante del cuadro californiano.

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Para completar el repóker de anillos, Bryant hubo de aguardar a aquel traspaso que condujo a Gasol I de Memphis -un equipo que ya nada podía ofrecer al barcelonés- a Los Ángeles. De pronto la frustración masticada del genial escolta iba a virar hacia un futuro mucho mejor. Kobe volvió a rubricar una sociedad limitada, esta vez con Pau, para recuperar el esplendor de la gente guapa del Staples Center. Sin el hombre que con su desaparición este domingo abrió un cráter en la historia del baloncesto, los Lakers difícilmente hubiesen alcanzando las finales de 2009 y 2010, en las que el protagonista recogió sendos galardones de jugador más valioso. Tan complicado como entender los dos campeonatos al margen del concurso decisivo del poste catalán. De hecho, en una de esas series definitivas bien podría haber engordado un MVP el palmarés de Gasol.

Una de las últimas imágenes de Bryant distribuidas por las televisiones lo enfocó en primera fila de silla de pista de un partido que disputaban los Mavericks de Dallas. El nuevo fenómeno de la NBA, el esloveno Luka Doncic que dejó una estela de grandeza en el Real Madrid antes de triunfar como novato 'experimentado', sintió un toquecito en la pierna cuando se disponía a sacar de banda. Miró hacia atrás y encontró la mano tendida de Kobe. Y aunque resulte muy prematuro decirlo porque el genio de los Lakers labró una trayectoria formidable marcada por la regularidad, quizá en ese guiño había algo de traspaso de poderes. Mientras Doncic representa el presente y el futuro, Kobe ya se encuentra en el panteón ilustre de quienes moran en la posteridad.

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