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Willy Hernangomez y Juan Hernangomez besan la copa de campeones. Agencias
La marca España deslumbra en el basket

La marca España deslumbra en el basket

Desde su primer título en el Mundial de 2006, la selección no se apea de la élite mundial y es una garantía casi absoluta de grandes resultados

Lunes, 16 de septiembre 2019, 00:52

Hace veinte años, cuando la generación de los llamados 'Golden boys' ganó el Mundial Junior imponiéndose en la final a Estados Unidos, la selección española de baloncesto comenzó a convertirse en eso se llama un equipo ganador. Es cierto que tardó siete años en lograr su primer título -el Mundial de Japón en 2006-, pero la semilla se puso con la hombrada de Lisboa, un triunfo histórico que venía a confirmar otro que se había producido el año anterior y que muchos consideran el hito inaugural de esta larga época gloriosa que todavía vive el basket español: la medalla de oro en el Europeo sub 18 disputado en Varna (Bulgaria). En aquella ciudad del Mar Negro, un grupo de chicos dirigidos por Charly Sainz de Aja dejó una huella que debería haber quedado grabada, como la de un astronauta en la luna, en el parquet del pabellón. Algunos de sus nombres les sonarán: Juan Carlos Navarro, Pau Gasol, José Manuel Calderón, Felipe Reyes, Raúl López, Bernie Rodríguez...

Siendo todavía unos pipiolos, varios de ellos ya lideraron a España en la conquista de la medalla de plata en el Eurobasket de 2003. Su explosión, sin embargo, estaba todavía por llegar. Tendría lugar tres años después en Japón. España ganó por fin, ni más ni menos que un Mundial. Y todo cambio. Ser un equipo ganador, entendámonos porque el concepto resulta a veces un poco difuso, no significa ni que sus componentes sean siempre los mismos ni que gane todos los torneos que disputa. Significa que ha convertido en una marca -en este caso, la marca España- que garantiza carácter y éxitos como otras garantizan unos motores infalibles, un sabor exquisito o una calidad excelsa de sus materias primas.

En este Mundial de China lo ha demostrado mejor que nunca. Todos los expertos coincidían en que el grupo que había podido reunir Scariolo, tras las bajas de Pau Gasol por lesión y de Rodríguez, Ibaka y Mirotic por voluntad propia, era uno de los más flojos con los que España se había presentado en un gran torneo en los últimos años. Luchar por el bronce y obtener el billete para los Juegos eran los dos grandes objetivos. Antes de viajar, los hubiera firmado hasta el más forofo. El título era visto como algo muy lejano, casi inalcanzable. Hace todavía dos semanas, nadie discutía la superioridad de Estados Unidos y de Serbia, las dos grandes favoritas. El tremendo fiasco de ambas, que no han subido ni al podio, ha sido una sorpresa tremenda, todavía mayor que la que ha deparado una España memorable que ayer hizo una última demostración de fiabilidad desguazando a Argentina en la final.

Implacable

La autoridad de la selección en los duelos por el oro comienza a ser legendaria. Desde luego, digna de estudio. Dejando a un lado las derrotas inevitables ante Estados Unidos en Pekín 2008 y Londres 2012, y aquella otra de infarto, jugando como local ante Rusia en el Eurobasket de 2007, España funciona como un reloj de precisión en las finales. Digamos que recuerda a los grandes campeones del tenis -pensemos en Federer, Nadal y Djokovic, por ejemplo-, capaces de ofrecer su máximo nivel precisamente en los momentos de mayor presión, justo cuando a sus rivales les tiembla el pulso. Todo comenzó en 2006, con aquella final histórica en la que los pupilos de Pepu Hernández se conjuraron de tal modo para que no se notara la baja de Pau Gasol, lesionado en las semis, que acabaron haciendo papilla a Grecia. 70-47. Un resultado que certificaba una devastación.

En el Europeo sub 18 de Varna, hace 21 años, nació la generación de oro del basket español

El dato

Impresiona la manera en que España, como hizo ayer con Argentina, avasalla en las finales

Autoridad

Dos años después, en el Eurobasket de 2009, la víctima fue Serbia. Competitivos hasta el tuétano como son los balcánicos, aquella tarde les faltó poco para encerrarse en los vestuarios en el descanso y no salir. Perdían 52-29. No hubo final. Acabó 85-63. Fue el primer título europeo para la selección, que repitió dos años después superando en la final a Francia por 98-85. En 2015, llegó el tercer entorchado continental, el último gran título de España hasta el de ayer en Pekín. Tras superar a los anfitriones franceses en las semifinales con una actuación antológica de Pau Gasol -40 puntos y 11 rebotes-, el grupo de Scariolo volvió a demostrar ante Lituania cómo sabe pasar el rodillo en las finales: 80-63.

El palmarés de España en las dos últimas décadas es impresionante: dos títulos mundiales, tres europeos y dos platas y un bronce en Juegos Olímpicos. Sumen a ello otras dos platas y dos bronces en Europeos. Estamos hablando, probablemente, de la mejor selección que ha tenido este país en cualquier especialidad; de un equipo con una médula competitiva prodigiosa que ayer mismo, tras celebrar la victoria ante Argentina, ya empezaba a pensar en el siguiente objetivo: los Juegos de Japón. Habrá que ver lo que ocurre en los próximos meses, pero es muy probable que esta vez haya codazos para entrar en la convocatoria de Sergio Scariolo, un hombre al que hay que adjudicar la importancia que tiene en los éxitos de España.

Es cierto que el técnico de Brescia llegó a la selección en 2009, cuando ésta ya era un equipazo. Pero también es verdad que los dos peores años en esta última década -2013 y 2014- coincidieron con su marcha y el ascenso de Orenga al banquillo. En China ha hecho un trabajo que ayer mismo algunos cronistas calificaban de «obra maestra». Scariolo, en fin, se ha convertido él mismo en una pieza fundamental para una selección que, vistos los resultados de sus categorías inferiores, (oro en los Europeos sub16 y sub 18 y plata en el sub20), parece destinada a seguir haciendo historia.

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