Borrar
Los jugadores celebran el título con las medallas colgadas del cuello.

Ver fotos

Los jugadores celebran el título con las medallas colgadas del cuello. Agencias

Un oro que nadie esperaba

España gana el Mundial pese a la ausencia de jugadores como Pau, 'Chacho', Ibaka y Mirotic | Trece años después de coronarse en Japón, la selección se hace con su segundo entorchado intercontinental

Lunes, 16 de septiembre 2019, 00:52

España es campeona del mundo de baloncesto. La mejor selección. 'La Familia', así gusta de denominarse este bloque que supo transformar la necesidad en eficacia, destrozó todos los pronósticos y logró quizá el título más inesperado del deporte nacional. No solo por la entidad de los rivales que había en el primer Mundial con 32 combinado; esto es, la habitual Estados Unidos, una Serbia que aterrorizaba a su paso, la Australia de 5 jugadores NBA... También por las propias limitaciones del grupo de Sergio Scariolo. Por un lado, la ausencia del lesionado Pau Gasol, de Sergio Rodríguez, de Nikola Mirotic y de Serge Ibaka, bastiones y puntales de un proyecto. Tampoco se puede olvidar la fragilidad mostrada por el equipo dirigido por Sergio Scariolo durante el amanecer del torneo. Hace algo más de dos semanas, cuando la escuadra ofreció unas terroríficas y agoreras señales de debilidad en los primeros cuartos del estreno contra Túnez -y que tuvieron una desesperante continuidad en el resto de duelos de la fase de grupos-, pocos apostaban porque el 15 de septiembre, otro día para la historia, el capitán Rudy Fernández levantaría al techo del Wukesong Sport Arena de Pekín el trofeo Naismith. Pero así fue. China, como hace trece años Japón (Saitama), coronó a España como la selección más brillante del mundo.

Las dudas, en cambio, nunca entraron en el vestuario. Confianza ciega. Ni cuando Irán se subió a las barbas. El afán de gloria siempre estuvo en el equipaje de un equipo cuyo éxito nació desde la defensa. El mensaje durante el campeonato ha sido claro y repetido. España no poseía los mayores talentos ofensivos, carecía de los recursos más poderosos para atacar la canasta rival, «a veces hemos hecho lo que hemos podido», confesó ayer sincero el coach italiano, pero convirtió la protección de su canasta en su seña de identidad. Los adversarios se resignaban a sufrir para anotar ante una auténtica fortaleza. Solo Australia, en una semifinal agónica, uno de esos partidos inolvidables por la intensidad, la emoción y el carácter ganador demostrado por este campeón, superó los 80 puntos (88). Lo hizo, eso sí, después de dos prórrogas. Solo 70 puntos en contra de media, con Italia como el equipo que menos castigó a estos doce jugadores de oro.

70 puntos de media ha recibido España en el Mundial; Italia, por ejemplo, se quedó en 60

Pero existen muchos más nombres que han hecho posible esta especie de milagro. Todos esos jugadores citados por Scariolo durante la fase de clasificación, en esas ventanas FIBA que no disputaron ni los jugadores de la NBA ni los que militan en formaciones de la Euroliga. El técnico de Brescia, de hecho, deslizó ayer un recuerdo para ellos. «Tendrá su medalla de oro. Me comprometo a ello». Juancho Hernangómez también les concedió una parte del segundo título mundial de España. «Primer twitt! Pablo Aguilar, Joan Sastre, Ilimane Diop, Jaime Fernández... ¡Esto es vuestro! Gracias por vuestro trabajo, humildad y compromiso. Esto es vuestro, sentíos orgullosos». Ellos han permitido a España plantarse en China, ellos recorrieron el camino que ha concluido con un oro que cotizaba muy alto en las apuestas.

La reivindicación de Ricky

Una medalla, la más bonita, que lucirá hasta 2023 una selección unida, sin fisuras, pero liderada por Ricky Rubio, ese base siempre cuestionado, y Marc Gasol, el segundo jugador que consigue el anillo de la NBA y el Mundial en el mismo año igual que antes hizo Lamar Odom, sin olvidar a Llull, Rudy, la defensa de Claver... Cuando Reyes, Mumbrú, Navarro, Pau -también Marc y Rudy - ganaban el oro en Saitama a Grecia, el prodigio de El Masnou lideraba a la selección Sub'16 en el Eurobasket disputado en Linares.

Trece años más tarde, después de confesar su «envidia» por aquel triunfo que coronó a un grupo mágico, él, que dedicó el título a su madre fallecida hace tres años -índice al cielo, trofeo en la mano- se convirtió en el eje que permitió respirar a la selección. Se aplicó en defensa, pero también supo guiar con maestría el ataque. Con casi 16 puntos de media -20 en la final-, 4,3 rebotes, y 6,4 asistencias -es el mejor pasador de la historia del Mundial-, el catalán ha dado ese paso adelante que se le exigía desde tiempo atrás y ha cogido la varita. Mando en plaza, hacia el título. Su magistral actuación, por encima de gustos y preferencias, la constató su elección como MVP.

Gasol, por su parte, mostró su compromiso. Podía haberse echado a un lado, después de una maratoniana temporada estadounidense rubricada con el anillo de campeón con Toronto -así hizo Ibaka-, pero acudió a China, previo paso solidario por el Open Arms en julio, y apareció en los momentos en los que sus compañeros le precisaban. Con un rendimiento escaso en muchos momentos -contra Italia solo anotó dos puntos-, explotó en el instante más comprometido por una escuadra con cuatro jugadores en la NBA (Ricky, Marc y los Hernangómez), en la semifinal ante Australia, cuando España sufría contra las cuerdas. Aportó su músculo, nada menos que 33 puntos, y el resto ya está en la memoria colectiva del baloncesto español. Una final sin excesivos apuros frente a una Argentina cortocircuitada desde el inicio por la defensa, y por la lección táctica de Scariolo -una de tantas durante estas dos semanas- al situar a Oriola de inicio para desquiciar a Scola -«estaba cagado», confesó el leridano-; así comenzó la final. Y terminó con el título que nadie esperaba.

Rudy y Marc, los únicos supervivientes del título de 2006 en Saitama

Rudy Fernández, el capitán, y Marc Gasol ascendieron ayer una cima que ya conocían: la de conseguir el título de campeón del mundo. Son los dos únicos supervivientes de aquel equipo que destrozó a Grecia en el Mundial de Saitama en 2006. Entonces, el mediano de los Gasol ni siquiera llegó a los 20 minutos en ninguno de los nueve partidos, y su máxima anotación fueron los 12 puntos logrados contra Japón. Tenía 21 años y promedió 5,5 puntos y poco más de tres rebotes por encuentro. El escolta mallorquín disfrutó de mayor protagonismo. Se salió ante Panamá en la fase de grupos con 21 puntos en 23 minutos y también gozó de una soberbia aportación ante Serbia, con 18.

Trece años más tarde, su rol ha cambiado. Gasol, pese a las críticas, se marcha como el jugador número 26 del Mundial en anotación (14,4 de media), el 23 en asistencias (4,1), mientras que Rudy, el que ha tenido el privilegio de recibir el trofeo Naismith de manos del argentino Horacio Muratore, se quedó con 7,8 puntos, tres pases de canasta por encuentro, y poco menos de tres rebotes.

Fueron dos de los hombres que abrieron la puerta a España a un lugar que nunca había pisado; el cetro mundial. Ahora cuenta con dos títulos, lejos todavía de Estados Unidos y Yugoslavia (5), Unión Soviética (3), e igualada con Brasil (2). Por detrás, con uno, el primero, Argentina.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Un oro que nadie esperaba