Astillas en la piel

En la descripción del libro, en la contraportada, dice así: «Una novela con una trama adictiva y asfixiante al más puro estilo cinematográfico». Y casi todo es cierto: es adictiva como una tableta de chocolate negro a la hora del café; asfixiante como los minutos antes de que te entreguen un examen que no te has preparado bien; y... ¿cinematográfica? Bueno, puede que sí. Pero de un tiempo a esta parte, al menos a mí me pasa mucho, más que una película, a mí esto me pide una serie de televisión. Creo que estamos cambiando. Nuestra forma de mirar las cosas, digo, está transformándose. Por supuesto que, bien adaptada, 'Astillas en la piel' sería un magnífico guion de cine. Pero ya no es lo primero que se me viene a la cabeza. Ahora pienso en la serie. Supongo que es como si hace 25 años alguien hubiera dicho que 'Cadena perpetua', de Stephen King, sería una gran obra de teatro. Sí, lo sería, pero lo que nos venía a todos a la mente era el celuloide.

¿Tiene importancia todo esto? Opino que sí. Es un síntoma de nuestra forma de construir historias con imágenes. Y hoy, mal que nos pese, priman las series. Sea como sea, lean 'Astillas en la piel', que no necesita ninguna adaptación para ser, efectivamente, un libro tremendamente adictivo.