Fotografía de la artista en familia, tomada en su casa de Coyoacán. efe

Unida a su propio personaje

Literatura ·

La artista dejó un 'Diario' en el que reconstruye su vida familiar y donde se esconde la Frida surrealista que recurre a la escritura automática y los versos de contenido críptico

Sábado, 13 de noviembre 2021, 00:05

No hay una pintora más profundamente relacionada con la literatura que Frida Kahlo, tanto por lo que ella misma escribió sobre sí misma como por lo que se ha escrito sobre ella. Convirtió sus graves limitaciones físicas (la primera de ellas, la poliomielitis que sufrió ... a los siete años) en el mayor estímulo para la creación artística en su sentido más amplio y para la proyección de su gran personalidad. Si en el fatal accidente que padeció a los 18 años halló su estímulo para iniciarse en la pintura, en la lesión de columna que le sobrevendría a los 37 encontró el impulso para empezar escribir su diario, que no abandonó hasta el año de su muerte.

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Frida era demasiada Frida para quedarse en los límites de un destino adverso. En la medida en que su cuerpo la inmoviliza, la limita, la reduce, ella se rebela, se multiplica, se expande psicológica, pictórica, literaria, sexualmente… Es en esa voluntad de expansión personal en la que reside la clave de su personalidad y de su escritura, que no casualmente se inicia bajo el signo del desdoblamiento. En su relato autobiográfico titulado significativamente 'Origen de las dos Fridas', que se halla en su 'Diario', explica cómo a través de la letra O, que dibuja con el dedo en el vaho de una ventana, se introduce en un mundo irreal, a la manera de la Alicia de Lewis Carroll, donde la espera una amiga imaginaria que baila desafiando la ley de la gravedad y que se presenta como la obvia antítesis de la niña marcada por la enfermedad.

En Frida Kahlo, la escritora se halla unida al propio personaje literario, hasta el punto de que una resulta inseparable de la otra. Es este un hecho que no responde a causas circunstanciales ni a agente externos, sino que ella misma provoca y que constituye su propia esencia. En su 'Diario' se encuentran, de este modo, desde la Frida surrealista que recurre a la escritura automática como un método de autoconocimiento y que llega a adentrarse en el género poético para brindarnos unos versos rimados de un contenido críptico («…motores alada/ fulgencia sumada/ silueta bailón/ sufrido cantando/ sutil aguijón») hasta la Frida que, en un texto que titula 'Genealogía', indaga su identidad en el pasado familiar, en las vidas de sus padres y en acontecimientos de la Revolución mexicana.

Esta última está presente en su premeditado afán de reinventarse a sí misma, hasta el extremo de que cambió la fecha de su nacimiento en 1907 por la de 1910, el año en que estalla el conflicto armado. Y se encuentra también en esas páginas manuscritas esa relación con Diego Rivera, al que llamó «la otra enfermedad» y el «otro accidente de su vida», así como su traición ideológica a Trotski, el otro hombre al que amó, cuando él ya ha sido asesinado y ella hace solemne profesión de estalinismo.

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Frida en una imagen tomada cuando tenía solo tres años.

Multiplicidad

La Frida mexicana y la europea, la que encarna el mundo occidental y la que simboliza el precolombino, la amante sumisa y la independiente, la enferma postrada y la mujer de éxito, la que ama a hombres y a mujeres, como si la bisexualidad fuera una extensión más de su necesidad vital de expandirse. Es esta multiplicidad de Fridas, la que la convierte en fuente de inspiración de escritores, desde Octavio Paz a Carlos Fuentes, pasando por Elena Poniatowska, que la retrató en su libro 'Las Siete Cabritas' y que, en su novela 'Dos veces única', inmortalizó una escena real de su boda con Diego Rivera: el momento en el que Guadalupe Marín, la antigua esposa de este, a la que apodaban 'la Gata Marín' o 'la Prieta Mula', le levantó el vestido nupcial a su poliomielítica rival y gritó delante de todos los invitados: «¡Por estas piernas me han cambiado!».

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Entre las numerosas biografías que se han publicado en España de Frida Kahlo, traducidas al castellano o escritas originalmente en nuestra lengua, pueden citarse las de Rauda Jamís (1988), Andrea Kettenmann (2000), María Hesse (2016) y Hayden Herrera (2019), así como otras tres que profundizan más sutil y literariamente en su personalidad y en su vida, como son 'Frida Kahlo: la gran ocultadora' de Margaret Hooks (2002), 'Frida Kahlo en su Luz Más Íntima' de Raquel Tibol (2005) o 'Con la imagen en el espejo' de María Cristina Secci (2010).

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Ensayistas, biógrafos, novelistas… La amplísima bibliografía que hay sobre Frida Kahlo da fe de que el personaje literario compite con la escritora, hasta convertirla en un fetiche de nuestra cultura. Por citar dos casos recientes de ficciones inspiradas en ella o en su obra, podemos recordar dos novelas del género negro: 'El último secreto de Frida K', que el escritor murciano Gregorio León Armero publicó en 2010, o 'La tercera Frida', que el mexicano Enrique Escalona publicó en 2020.

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