La joya espacial de Kubrick
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Una obra universal. El director que revolucionó la ciencia ficción audiovisual con una película de enorme influencia era muy poco aficionado al génerolaura lazcano
Viernes, 7 de agosto 2020
Qué habría pasado si Kubrick nunca se hubiese preguntado por la existencia de extraterrestres? ¿Y si no se hubiese reunido con Carl Sagan para consultarle sobre el tema mientras le daba forma a la idea que más tarde se conocería como '2001: Una odisea del ... espacio'? De concebirse por su director como la película que marcaría un antes y un después en la ciencia ficción a ser publicitada ante miles de espectadores como 'el viaje definitivo' en plena psicodelia alucinógena de los 60, no deja de ser irónico que quien firmó la película que revolucionó la ciencia ficción audiovisual no fuese precisamente un gran fan del género. El aluvión de producciones de serie B y la vampirización de ficciones extranjeras llevada a cabo por un Hollywood con el ojo puesto en la chequera dieron lugar a un consenso popular que degradaba el género a un mero entretenimiento de la 'baja cultura'.
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Opinión compartida por Kubrick, quien tras concluir el montaje de 'Teléfono rojo ¿volamos hacia Moscú?' (1964) había conseguido emancipar sus imágenes de la influencia orwelliana que a menudo se atribuía a su obra, dando lugar a lo que se consideró como un punto y aparte en su carrera. Fue así en plena fiebre de la carrera espacial cuando, convencido de que hasta entonces no se había realizado una sola película buena del género, el realizador neoyorquino decidió rodar «la película definitiva de ciencia ficción», según le contó a Arthur C. Clarke. Tomando así como modelo el tecnicolor y el rigor científico de 'La conquista del espacio' (Byron Haskin, 1955), Kubrick contactó con Arthur C. Clarke, de quien le llamó la atención 'El centinela', relato a partir del cual ambos se sientan en 1964 a desarrollar un posible guión con el mayor secretismo. Guión que un tiempo después se materializaría en un adelanto de seis millones de dólares y la promesa de que el rodaje duraría dos años. Con 'Planeta prohibido' (Gred M. Wilcox, 1956) como la única apuesta del estudio por la ciencia ficción, poco sospechaban los ejecutivos de la Metro-Goldwyn-Mayer que tendrían que duplicar tanto el presupuesto como la duración del rodaje para que '2001: Una odisea del espacio' viese la luz.
Articulada sobre la aparición de un artefacto extraterrestre, la película explora la evolución de la especie humana. Kubrick introdujo conceptos como la relación del hombre con la inteligencia artificial o la intervención alienígena en la evolución humana que, a pesar de que llevaban años siendo lugares comunes en la literatura y no eran del todo nuevos en el cine, se les otorgó una pátina de corte filosófico, lo que abrió el camino a una ciencia ficción audiovisual más madura y alejada de tics fantásticos. Asimismo, otro aspecto que supone un cisma respecto al cine anterior es, como recuerda Douglas Trumbull, la intención de Kubrick de dirigir una experiencia no verbal y estrictamente visual, lo que se aleja de la tendencia a la sobreexplicación que caracterizaba el género. Economía de lenguaje en el amplio sentido de la palabra sobre todo si se tiene en cuenta que el filme contiene probablemente uno de los usos más impactantes de la elipsis en toda la historia del cine: un salto de cuatro millones de años, una transición temporal tan drástica como efectiva en la que se pasa de narrar la rutina de los primeros homínidos a la conquista del espacio por el hombre en un solo corte.
Rodada en Panavision 70 para ser proyectada en imagen panorámica en Cinerama, la joya galáctica de Stanley Kubrick encuentra su propio ritmo en la dilatación temporal, de la que se sirve para sugerir la inmensidad del espacio, dejando clara su impronta de superproducción autoral. Por otra parte, una de las aportaciones de Kubrick a la ciencia ficción, y a su vez uno de los elementos más admirados del filme, fue la banda sonora. Compuesta por obras de Richard Strauss, Johann Strauss hijo, György Ligeti y Aran Khachaturian, causó verdadera conmoción en su momento por su audacia al romper con la práctica de recurrir a sonidos e instrumentos electrónicos y optar por piezas clásicas para acompañar imágenes futuristas que a priori no solían asociarse a dichas melodías. En una apuesta visual en la que música y significado van de la mano, la banda sonora no solo se utiliza para realzar la majestuosidad de las imágenes sino para transmitir conceptos. Así lo demuestra 'Amanecer' de 'Así habló Zaratustra' de Strauss, cuya presencia en el filme indica tres amaneceres distintos; o la escalofriante partitura de Ligeti que escenifica el misterio y la turbación que supone el descubrimiento del monolito en la Luna. No le faltaba razón a George Lucas cuando dijo que '2001: Una odisea del espacio' es una película muda en plena era del cine sonoro. No tanto porque prácticamente nadie hable hasta pasados los primeros 25 minutos del filme sino porque a menudo lo superfluo de las escenas habladas parece señalar que el verdadero significado de la película reside en las partes dominadas por la música.
Igualmente, otro elemento a resaltar de la obra magna de Kubrick fue sin duda la puesta en escena. '2001: Una odisea del espacio' suscitó tanto interés durante su rodaje que alrededor de una treintena de empresas de robótica y aeronáutica, incluida la NASA, se ofrecieron a ayudar y asesorar con el diseño de producción de vehículos, naves y trajes espaciales. Así, fruto del trabajo de la dirección de arte son dos de los diseños más impresionantes del filme: la Estación Espacial 5 y la nave 'Discovery'. Esta es el escenario donde tiene lugar el célebre 'travelling' de Kubrick en el que Poole hace 'jogging' alrededor del cilindro mientras boxea. Construida por la empresa Vickers-Armstrong, se trataba de un tambor capaz de rotar 360 grados sobre su eje a cinco kilómetros por ahora, lo que le permitía simular los efectos de la gravedad.
Llegados a este punto, en una película en la que un tercio del metraje y la mitad de su presupuesto están dedicados a los efectos especiales, conviene mencionar a Douglas Trumbull, responsable de los mismos. Por cierto, que el único Oscar que consiguió un filme de Kubrick fue precisamente el debido al trabajo de Trumbull. En la época de los efectos especiales no digitales, Kubrick se empeñó en volver a los métodos desarrollados en la época muda. Uno de sus éxitos fue adaptar la técnica fotográfica slit-scan -inventada por el animador John Whitney- para rodar la secuencia de la Puerta Estelar que cruza Bowman en el tramo final de la película.
Que este método se usase años después en 'Doctor Who', 'Star Trek Next Generation' o 'Interstellar' es solo un pequeño indicativo de cómo el trabajo de Trumbull supuso un auténtico terremoto en lo que a efectos visuales se refiere y de la influencia que ejerció '2001: Una odisea del espacio' en ficciones posteriores. Sin olvidar a directores como Ridley Scott, George Lucas, Steven Spielberg, James Cameron o Christopher Nolan, que admitieron que esta obra marcó sus carreras. Basta con observar el aspecto de las naves de 'Star Wars' o la de 'Encuentros en la tercera fase'. O el ojo que acecha en filmes como 'Engendro mecánico', 'Colossus: el proyecto prohibido' o 'Terminator', descendiente directo de HAL 9000. Tan cerebral y falto de empatía como los rumores que corrían sobre Kubrick, a quien por otra parte, hay que concederle que uno de los mayores logros de '2001: Una odisea del espacio' fue su capacidad de reformular la 'space opera' y una nueva óptica desde la que soñar la ciencia ficción.
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