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Escandinavia exporta crímenes literarios

Literatura ·

El 'nordic noir' cumple 40 años seduciendo a los aficionados al crimen con ecos sociales y abundante nieve

Viernes, 19 de febrero 2021, 23:39

El conductor y los ocho usuarios de un autobús nocturno contemplan al pasajero que se incorpora en el último momento, recorre el vehículo y se acomoda al final del vehículo. Minutos después, algunos se estremecen cuando escuchan el martilleo de un arma, pero ya es ... tarde. Todos caen abatidos por ese último pasajero, que huye tras cometer el múltiple asesinato. Este impactante arranque narrativo pertenece a 'El policía que ríe', la cuarta novela policiaca de los suecos Per Wahlöö y Maj Sjöwall. La editaron en 1968 y tres años después recibieron el premio Edgar Allan Poe, prestigioso galardón que otorga la Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos. Era la primera vez que la entidad lo concedía a un original no escrito en lengua inglesa y suponía que la cuna del género negro reconocía la calidad de una historia ajena a su tradición. El éxito de la publicación fue de tales dimensiones que autores como Henning Mankell y Stieg Larsson la han considerado la obra que dio lugar al 'nordic noir', el subgénero policíaco procedente de los países nórdicos.

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Aquella aventura formaba parte de una serie protagonizada por Martin Beck, el jefe de Homicidios de la capital sueca. No se trataba de una historia de misterio más, un 'whodunit' intrascendente. Su pretensión iba más allá de la literatura de mera evasión. El proyecto pretendía alimentar el debate sobre la condición de Suecia como ejemplar estado del bienestar. Los autores eran una pareja de periodistas con experiencia en la sección de sucesos, expertos en Criminología y afiliados al Partido Comunista, que ya habían hecho incursiones en el 'thriller' o la ciencia ficción con ribetes políticos.

Los relatos tenían más que ver con el cine del director franco-griego Costa-Gavras que con el género al uso, aunque algunos críticos destacan la influencia de Ed McBain, uno de los clásicos. Las novelas, con exquisita factura formal, denunciaban el espejismo de una sociedad aparentemente satisfecha, que padecía la corrupción en la esfera pública y los estragos de la ambición ajena a la ética, sobre todo en el estamento policial. Las diez entregas que componían la iniciativa se editaron entre 1965 y 1975, durante el auge del Partido Socialdemócrata y finalizaron con la muerte de Wahlöö.

Maj Sjowall, Liza Marklund, Stieg Larsson y Henning Mankell.

Las peripecias de jefe de Homicidios también han tenido su versión para la gran pantalla. 'El policía que ríe' atravesó el Atlántico y llegó a la costa Oeste, donde se convirtió en la película del mismo nombre, aunque en España se conoció como 'San Francisco, ciudad desnuda'. La dirección corrió a cargo de Stuart Rosenberg y Walter Matthau se puso en la piel del inspector. A finales de los noventa, la televisión sueca emitió 'Beck', una producción basada en el policía protagonista y que se ha beneficiado del auge del 'scandinavian noir' para, a lo largo de los últimos años, difundirse por las televisiones europeas.

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Henning Mankell, al que se ha atribuido erróneamente la paternidad de este nuevo estilo, reconoció que la pareja de autores cambió por completo la forma de narrar. «Cualquiera que escriba novelas policiacas después de las suyas inevitablemente se inspirará en ellos», arguyó. Ellos sentaron las bases que otros desarrollaron hasta convertirlas en los principios que identifican hoy esta manera de contar. La cercanía a la realidad social, el peso de lo cotidiano y el condicionamiento físico y psicológico generado por el entorno, son algunas de las claves del subgénero. El perfil del detective taciturno y un modelo narrativo en el que confluyen los avances de la investigación y una vida personal instaurada en el conflicto, tradicionales señas de identidad del policiaco, adquieren aquí otro relieve, aún más dramático y siempre verosímil.

'El policía que ríe' de Wahlöö y Sjöwall se considera el punto de partida del modelo

Sobriedad

La soledad y el aislamiento en ámbitos físicamente hostiles que no favorecen la comunicación se conjugan, sin embargo, con la presión social existente en las pequeñas comunidades del norte de Europa, a menudo herederas de cierta mentalidad calvinista. Paradójicamente, el delito encuentra un ecosistema favorable en lugares aparentemente apacibles, pero tan reservados que permiten el desarrollo de todo tipo de conductas perversas. El ritmo de la novela se suele adecuar a ese tempo, marcado por la lentitud, la inclemencia meteorológica y los grandes espacios deshabitados.

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La forma también se corresponde con ese intento de reflejar la vida. El estilo se somete a la sobriedad, a la descripción sucinta y el diálogo sin florituras, como si fuera deudor del realismo sucio y, a veces, del mágico. La influencia norteamericana, un fenómeno incentivado por la emigración hacia el nuevo continente y acentuado desde la Segunda Guerra Mundial, se acentúa en el ámbito de la cultura pop y también en la literatura. Tal y como sucede en Estados Unidos, Suecia en ese emblemático 1971 también creó su propia academia de escritores especializados en el crimen.

Anne Holt, Arnaldur Indridason, Asa Larsson y Camilla Läckberg.

Los pioneros habían perfilado una vertiente literaria que se desarrollaría en la potencia del Báltico, aunque pronto se extendería al resto de la península, Islandia y Dinamarca, y alcanzaría la condición de 'best seller' internacional. El cine y la televisión han llevado a cabo sucesivas adaptaciones de muchos libros y la irrupción de las plataformas de televisión ha extendido su atractivo por todo el mundo. La profusión de autores es otra de las características que explican este empuje. Argentina alumbra psicólogos y Escandinavia, narradores de sucesos espeluznantes en territorios donde la violencia resulta un hecho inusual.

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El punto de partida se halla en Wahlöö y Sjöwall, y el fenómeno adquirió repercusión masiva con Henning Mankell y Stieg Larsson, dos autores ya desaparecidos, que compartieron un considerable comercial a partir de la década de los noventa. El primero aporta la cumbre de este procedimental imbuido de crítica sobre una sociedad adusta donde la aparente igualdad no se corresponde con la existencia de acendrados valores entre los ciudadanos. El personaje del detective Kurt Wallander, residente en la pequeña ciudad de Ystad, resulta el detective por antonomasia, un individuo sin prerrogativas ni virtudes especiales. La hondura emotiva y la sencillez en la puesta en escena, impregnan sus relatos. Larsson, el responsable de la saga 'Millenium', retrata un mundo mucho más sofisticado y perturbador, contemporáneo y global, en el que las intrigas empresariales se combaten a través de los medios de comunicación y los 'hackers', donde los héroes aparecen impregnados de fortuna y atractivo, tal y como ocurre con la torturada Lisbeth Salander.

El éxito del género está relacionado con la fuerte demanda cultural en la región

Igualdad

La Llave de Cristal es la herramienta que reconoce el talento dentro de la literatura policíaca y nórdica. El premio, instituido por la Academia Sueca, utiliza el título de uno de los libros más conocidos de Dashiell Hammett y recompensa la mejor contribución anual ya sea procedente del propio país, resto de países escandinavos, Dinamarca e Islandia. La relación de premiados incluye a los dos grandes y a Peter Hoeg, el autor de la fascinante 'La señorita Camilla y su especial percepción de la nieve', una historia que habla del precio humano que comporta la rapiña de los recursos naturales. El galardón también ha sido concedido a Hakan Nesser, padre del inspector Gunnar Barbarotti; o a Jo Nesbo, quizás el escritor que goza de mayor reputación y proyección internacional en la actualidad gracias a la docena de novelas protagonizadas por su detective Harry Hole.

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Las escritoras gozan de especial reputación en la región del mundo que presume de haber conseguido la igualdad e, incluso, presenta países como Finlandia con abrumadora mayoría femenina en el Gobierno. Ellas lideran las ventas en los últimos años. Alex Dahl, Asa Larsson y Camilla Läckberg son algunas de las figuras descollantes. Esta última ubica sus intrigas en el pequeño pueblo pescador de Fjällbacka, un microcosmos asfixiante. En el otro extremo se halla Liza Marklund, una de las autoras más reputadas, que alumbró el personaje de Annika Bengtzon, periodista que se mueve en el universo cosmopolita de Estocolmo.

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La pujanza del 'nordic noir' no se puede desligar de la demanda en la cultura escandinava. Los países más cercanos al Círculo Polar Ártico se encuentran entre aquellos con población más lectora y que acumulan bibliotecas mejor nutridas. La relevancia de editoriales como Ordfront, de ideología izquierdista, también explica el peso de la crítica social en buena parte de sus mejores representantes. Esa influencia se ha irradiado a los estados vecinos, con características muy similares. La noruega Anne Holt, exministra de Justicia, y la finlandesa Salla Simukka, autora de la trilogía de Blancanieves, son algunas de las representadas más reputadas.

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Islandia, el miembro soberano más pequeño de la comunidad boreal, se ha convertido en la última revelación del 'nordic noir'. Las cifras apabullan. Algunas estadísticas proclaman que uno de cada diez de sus 320.000 habitantes ha publicado un libro y que cada residente lee anualmente en torno a 40 títulos. Entre tanto autor, destacan los nombres de Yrsa Sigurdardottir y Arnaldur Indridason que se asocian a la mejor novela contemporánea, sin más calificativos. La novela que retrata la peor faceta del individuo también puede ser motivo para el regocijo y no solo intimo, bajo el flexo y en zapatillas. Ragnar Jonasson, traductor de los relatos de Agatha Christie al islandés, es el promotor de Iceland Noir, festival que congrega anualmente a las firmas consagradas y las nuevas voces. Este festival internacional de la novela negra es una cita que pretende seducir a la multitud de aficionados en todo el mundo durante el mes de enero, cuando el frío extremo, la nieve omnipresente y la oscuridad envuelven la isla y propician, aparentemente, la impunidad para las peores fechorías.

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