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El nuevo Bellas Artes de Bilbao llevará el sello de Norman Foster. El arquitecto británico, autor también del metro, ha sido el elegido para firmar ... la ampliación del museo. Más moderno y espacioso, se espera que este renovado edificio abra sus puertas a finales de 2022 o principios de 2023.
Este lunes se han dado a conocer los otros proyectos finalistas: desde un gran bloque de hormigón o una terraza para exposiciones al aire libre hasta un complejo esférico.
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Dos son las características principales de este proyecto: la total ocupación de la plaza Arriaga, en la que se levantaría un inmueble de tres plantas que cubriría todas las necesidades expuestas en el plan de ampliación, y una entrada subterránea delante de la fachada principal del edificio antiguo. «Desde ahí se accedería a un nuevo hall que uniría los dos edificios existentes en la actualidad», explica Zugaza. El nuevo inmueble consistiría en dos cubos, «como un homenaje a Oteiza», de hormigón culminados con una terraza al parque. Nieto-Sobejano eliminan en su proyecto la galería acristalada de Luis María Uriarte «para recuperar la volumetría original del edificio neoclásico».
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Una gran sala de exposiciones subterránea delante de la fachada principal del museo, que en superficie es visible gracias a dos laterales elevados sobre el nivel de suelo, es la gran aportación de Bjarke Ingels y AZAB, pero no la única. Como el proyecto ganador, convierten la actual plaza Arriaga en un espacio cubierto, pero bañado por luz natural y conectado con el hall del edificio antiguo por debajo de la escalera. La cubierta del nuevo espacio Arriaga hacia Máximo Aguirre sería en el exterior un anfiteatro que aspiraría a convertirse en lugar de encuentro ciudadano. No funcionaría como parte del museo, sino como una infraestructura propia de la ciudad, dice Zugaza.
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Snøhetta y Foraster optan porque el museo crezca sobre la plaza Arriaga, que en su proyecto, dicen los autores, «se levanta para reencontrarse con el parque de Doña Casilda». Para ello, edifican un cubo que desdoblan en altura en dos piezas, una con forma de A (monte) y otra con forma de V (valle), y convierten la última en una plaza escalonada con vistas al parque, una zona «para ser vivida, recorrida». Trasladan el monumento a Arriaga al centro de un realojado estanque frente a la antigua entrada principal del museo, a la que se accedería por dos rampas laterales. A partir de ahí, se pasaría por debajo de las escaleras hasta la plaza Arriaga, convertida en el nuevo hall de la pinacoteca.
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Rafael Moneo mueve el museo hacia el parque, limpia el edificio antiguo -«lo deja en su estado más original»- y traslada la actividad expositiva a un nuevo inmueble que llena las plazas Arriaga y Chillida. Desmonta el proyecto de 2001 y también elimina gran parte de la ampliación de 1970. El proyecto genera un gran 'lobby' que conecta los dos edificios actuales, y la zona del estanque se convierte en un claustro dedicado a la escultura. La entrada al complejo se queda en el parque, lo que incumple uno de los requisitos del concurso, que la institución se volviera hacia Abandoibarra, aunque en esta propuesta los Amigos del Museo accederían a la pinacoteca por la puerta principal del edificio antiguo.
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Usan prácticamente todas las opciones posibles: bajo la fachada principal hay una sala de exposiciones subterránea, otra en forma de dirigible sobre la plaza Arriaga -que conecta los dos edificios actuales- y una tercera flota sobre la plaza Chillida, por donde ahora se entra desde el parque. SANAA y Aurrekoetxea incorporan el centro de la plaza Euskadi al parque y eliminan la rotonda para conectar con el Guggenheim, instalando en ese espacio un estanque. «Es una intervención muy paisajística, que introduce el paisaje en el museo», dice Zugaza, quien resalta que «desmonta prácticamente la intervención de 2001 y también afecta al edificio de 1970». Incluye una gran escalera helicoidal desde la planta baja hasta un jardín sobre la cubierta.
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Norman Foster ha sido el arquitecto elegido para acometer la reforma del Bellas Artes. El museo contará con 2.000 metros cuadrados extra de superficie para exposiciones. Estará colocada sobre los edificios antiguo y moderno en forma de sombrero. La entrada será por un atrio construido sobre el suelo de la Plaza Arriaga. El parque de Doña Casilda ganará además espacio por la plaza Euskadi, algo que obligará a reordenar el tráfico. Además, conectará directamente con Alameda Mazarredo, lo que acortará las distancias con el Guggenheim con la esperanza de que sus 1,3 millones de visitantes anuales se dejen seducir por el Bellas Artes (que acoge actualmente a 300.000 personas).
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