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El Museo de Bellas Artes de Bilbao estará abierto al público durante las obras con las que ganará 2.000 metros cuadrados de superficie para exposiciones temporales. «Lo propuesto por Foster y Uriarte nos va a permitir limitar mucho los cierres y mantener parcialmente abierto el museo. Y eso es algo muy importante», ha adelantado esta mañana Miguel Zugaza en la presentación de los proyectos finalistas para la ampliación de la pinacoteca.
El museo del parque acoge desde hoy hasta el 6 de octubre una muestra de las seis propuestas que compitieron en el concurso internacional organizado para su reforma. Los proyectos, de estudios de arquitectura de la primera línea mundial, tienen en algunos casos puntos en común, pero también incluyen soluciones muy diferentes: galerías subterráneas o volantes, plazas públicas con forma de anfiteatro, terrazas, intervenciones exteriores en la plaza Euskadi...
Varios estudios plantean modificaciones sustanciales en el edificio de 1970, obra de Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa, y en la ampliación de 2001 de Luis María Uriarte, ahora socio de Norman Foster en la nueva remodelación. Zigzag, de Rafael Moneo, es la propuesta más radical en este sentido. No solo interviene en el uso del edificio neoclásico de 1945, que destina a oficinas, sino que además «desmonta la práctica totalidad del proyecto de 2001 y también elimina una parte importante del edificio de 1970».
Zugaza reconoce que el «respeto a las arquitecturas existentes» ha jugado a favor del proyecto de Foster y Uriarte, con su gran galería flotante sobre el actual Bellas Artes, que apenas toca. «Es un gran pabellón suspendido sobre los edificios existentes que cubre de una forma muy respetuosa la plaza Arriaga», destaca el director de la pinacoteca, para quien el nuevo edificio «ofrece un magnífico espacio expositivo, una de las mejores salas de exposiciones de Europa».
Todos los proyectos cuentan con espacios públicos, ya sea en forma de terrazas o de abrir la pinacoteca a la ciudad, como hacen el ganador y Efecto Mariposa –de Snoetta y Foraster–, que permiten el tránsito libre por el edificio desde la plaza del Museo hasta el parque. Botxo –de Bjarke Ingels, AZAB y Proskene– tapa, como el vencedor, la plaza Arriaga, pero en el lateral que da a Máximo Aguirre la cubierta desciende escalonadamente dando lugar a un anfiteatro.
«Nos tenemos que sentir muy orgullosos de que al concurso se presentaran 57 grandes equipos de arquitectura y de que pudiéramos seleccionar como finalistas a seis de los mejores del mundo», dice Zugaza. Ahora, Foster y Uriarte disponen de quince meses para desarrollar el proyecto de ejecución de unas obras, presupuestadas en 18,6 millones, que comenzarán en 2021 para que el nuevo Bellas Artes sea realidad en 2022.
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