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josu olarte
Sábado, 2 de noviembre 2019, 00:35
Tres años después de la retrospectiva audiovisual de ocho noches que ofrecieron en el Guggenheim, regresaron Kraftwerfk a Bilbao para ofrecer en la primera jornada del BIME Live una panorámica en 3D de algunos de los clásicos que en los setenta forjaron su condición de ... visionarios padrinos de todo el pop electrónico y derivados.
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Condensado lo expuesto en su espectáculo 'The Catalogue', y embutidos en sus monos de estética Tron, el cuarteto de obreros especializados de Dusseldorf volvió a autohomenajearse con hieratismo escénico. Lastrados por el eco y la frialdad de los del BEC, subrayaron sus ensoñaciones reytrofuturistas las rudimentarias gafas que volvieron a repartirse para apreciar sus efectistas visuales tridimensionales. El espectáculo fue más de los mismo para quienes les vieron en 2016. Pero mas allá del trasfondo alienante que pudiera parecer asistir a una banda sonora de ritmos binarios facturada por inanes hombres máquina, la propuesta de los obreros especializados de Dusseldorf volvió a tener un alto poder evocador y un dinamismo que apeló tanto a lo físico como a lo mental.
Con el Bizkaia Arena emulando una platea de la prehistoria de la ciencia ficción, el cuarteto que aun lidera su fundador Ralf Hutter condujo tras sus atriles-sintes un frío romanticismo de techno retro con cierto espacio para la improvisación y la remezcla noventera del catálogo original.
Con numerología visual a lo Matrix, una triada de piezas de su álbum Computer World (91) inició sus visiones tecnológicas de la vida moderna (Numbers) evocando la dependencia de la tecnología personal, el control total y la soledad urbana de Gome Computer formado mosaico bailable como su mayor hit pop 'The Model' y un 'Spacelab', que con platillo volante línea Ed Wood sobrevolando aterrizando junto al Bizkaia Arena, marcó uno de las cumbres de la velada.
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Imágenes animadas de Mercedes y escarabajos dieron paso una revisión de su oda a las autopistas alemanas 'Autobahn' con la que en el 74 trasladaron la electrónica a uncontexto pop. Extendida con sonidos planeadores y modulares y voz con Vocoder e imágenes de notas en relieve onírico, su alegato ecológico un Radio- Activity -puesto al día con referencias a Fukusima- marcó una cumbre hedonista previa a Electric Café y sendos medley de tributo al Tour de France -que ligó su sencillo del 83 de disco dedicado dos décadas después a la ronda francesa- y a su clásico ferroviario Trans-Europa Express.
Despersonalizando radicalmente la música, el cuarteto fue sustituido por androides en The Robots culminada con los humanoides haciéndose físicos tras la pantalla. Fue una efectista sorpresa previa a un inesperado retorno a escena para un hedonista final entregado a la etapa Electric Cafe (Planet of Visions, Boing Boom, Music Non Stop) que con guiño irónico al rock hasta incluyó amagos de solos de despedida. Hutter cerró con un lacónico «Good night, buenas tardes, auf wiedersehen» y la sensación de que el futuro paradójico que anticiparon hace mucho que ya está aquí.
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