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Según las cifras de la organización, 9.000 personas hubo el viernes en el BEC en la primera de las dos jornadas del 7º festival BIME Live. A ojo, similar masa humana habría ante los dos cabezas de cartel del día, los teutones Kraftwerk y ... los ingleses Foals, cuyo nombre figura en el diseño en la línea superior aunque quizá levantaron menos pasiones que los pioneros de la electrónica manejando los botones inmediatamente antes que ellos en el escenario de enfrente, el Eguna, unos Kraftwerk que pusieron gafas de plástico al personal para que pudiera ver en 3D las visuales de fondo de su concierto. Pero no vamos a ponernos estupendos al calibrar milésimas de excitación de las masas, pues al baile también movieron, empujaron más bien Foals en su concierto en sexteto y expelido desde el escenario Heineken, el principal, adornado para ellos con un telón de fondo de dibujos selváticos y con plantas de plástico distribuidas por el piso, en plan las flores blancas sintéticas que plantó en el Espacio Teatro la ex OT Amaia al final de la tarde del viernes.
Centrémonos en lo que nos ocupa: durante 90 minutos exactos ejecutaron 16 canciones Foals / Potros (Oxford, 2005), que vinieron presentando su último opus, el doble publicado en dos partes (marzo y septiembre) y titulado 'Everything Not Saved Will Be Lost'. La primera entrega alcanzó el número 2 en el Reino Unido y la segunda el número 1 (22 y 40 respectivamente en España). Foals oficiaron en sexteto, aunque sean un cuarteto en las fotos oficiales, y la gente bailó de modo espontáneo, aunque su líder el barbado Yannis Philippakis (Kárpatos, Grecia, 33 años) insistió sobremanera en pedir palmas muchas veces, solicitó una vez a la gente que ondeara los brazos como ante Celia Cruz, Tarque o Enrique Iglesias y otra que agitara los dedos de las manos alzadas como en el góspel, ordenó en una ocasión que la masa milenaria se agachara, acuclillara ante ellos (muchos cientos no lo hicimos, menos mal), y descendió hasta tres veces al foso de los fotógrafos para sentirse cerca de sus parroquianos.
Dos veces bajó el griego con la guitarra y otra más sólo con el micrófono, que fue cuando intentó montar sobre la masa en plan Jesucristo caminando sobre las aguas (o cuando menos como Bunbury, que hace lo mismo pero con más glamour ingrávido). Lo criticable de Yannis y sus Foals es que no pedían palmas y demás para compartir emociones, sino con afán dominante en el peor de los casos e infantil en el mejor. No obstante, aunque en general en el BEC la gente había pasado la edad de responder a los payasos de la tele, se dejó manejar.
¿Y la música?, se preguntarán, o quizá no. Pues de decidida intención bailonga, sonido plano al principio (dos guitarras que no se perfilaban lo suficiente, la batería sin imponerse, mucha argamasa teclista…), positiva y polifacética gradación (sónica, estilística, de actitud, de comunión…) y epílogo roquista que contrastó con los dos primeros tercios del repertorio, empeñados en un pop empapado de ritmos folk globalizadores: la persistencia tropical de Vampire Weekend (en 'Wash Off' y más veces), una gotita de afrobeat ('Olympic Airways'), sudafricanismos sobrevenidos vía Paul Simon ('My Number') y hasta épica escuela Peter Gabriel ('Exits' con sus falsas marimbas), todo esto opacando a lentos muy british (la primera parte baladista y lánguida a lo The Smiths de su composición también doble 'Sunday '), cierto post rock americano (algo The National en 'Spanish Sahara') y el aparato del rock de estadio para abrir boca y disparar las expectativas en el BEC (el inaugural 'The runner').
Esa primera parte que abarcó más de la mitad del show estuvo bien, pero mejor estuvo la última, más roquera y a mayor volumen y quizá más creíble por menos afectasa. Foals se aplicaron a un rock guitarrero con redaños y actitud, ya se ha dicho. Hubo ramalazos que perseguían la rave como los de 'In Degrees' y durante el final de nunca acabar con 'Two Steps, Twice' los Potros de Oxford volvieron a echar mano del ritmo tropical de Vampire Weekend. Y entre estos dos mojones cupieron cuatro piezas roquistas tope y se lo vamos a demostrar a continuación: 'Like Lightning' lanzó mordiscos hendrixianos, 'Inhaler' concatenó una intro telista puro Deep Purple, el rock guitarrero noventero de Lenny Kravitz y falsetes a lo Mick Jagger del 'Emotional rescue' (en esta el líder Philippakis bajó al foso, al reincorporarse al tablado nos ordenó mediante palabra y gesto que nos agacháramos, ¡y luego de repente se cayó el telón de fondo de las flores y apareció otro telón con dos leones colosales!), 'Black Bull' atesoró más rock y falsetes de buen rollo en plan Eagles Of Death Metal, y 'What Went Down' cursó cual collage evocador de Led Zeppelin, Black Rebel Motorcycle Club y Royal Blood (en este tema fue cuando Philippakis intentó caminar sobre las cabezas de la gente).
Muy bien en el BIME Live del viernes estos Foals que evolucionaron desde el pop bailongo hasta el gran rock sin perder la personalidad, aunque no necesitaran recurrir a ese afán por hacer partícipe al público de sus conciertos con ganchos diversos (palmas, etc.), porque la peña se puso a bailar de modo espontáneo, ya se ha dicho.
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