La arqueología viva de Carlos Núñez en el 37º Getxo Folk

Fue el sabatino un respetable entregado, contento y satisfecho que no dejó de dar palmas espontáneas y que en las postrimerías del show atendió al subidón festivo y gaitero en pie, con permiso del artista, un artista que preguntó al principio cuántos de los presentes le vieron en su visita anterior al Getxo Folk, con Kukai (fue en 2017 y varios levantamos la mano), cuántos le vieron hace un cuarto de siglo con The Chieftains en el mismo festival (se alzaron los brazos en una cantidad superior, qué curioso) y cuántos le veían por primera vez (y se levantaron muchísimas más manos). Simpático con sus músicos y próximo a la parroquia, el gaitero y flautista llegó a inquirir si la parte del repertorio dedicada a Beethoven nos gustaba o era un 'rollete' (sic).

En la gira del 25º aniversario de su primer álbum, 'A Irmandade das Estrelas' (BMG, 1996; reeditado este 2021 en CD doble), el feliz de la vida y entusiasta inasequible al desaliento Carlos Núñez arribó con su banda base (un sexteto con la arpista navarra Alicia Griffiths, la trikitilari navarra Itsaso Elizagoien, la violinista irlandesa Maria Ryan, más el núcleo galego: su hermano Xurxo a la percusión, el guitarrista de las islas Cíes Pancho Álvarez, y el amado líder, que hasta llegó a cantar en latín) y la incrementó en distintos momentos con invitados bien integrados: cuatro gaiteros de Santurtzi, el albokalari Karlos Subikana y la pandetereza Irune Elizagoien (hermana de Itsaso), que aportaron bocanadas de folk ancestral al repertorio del concierto más tradicional a la par que global de este 37º Getxo Folk.

En la tarde del sábado el hablador Núñez estableció numerosas conexiones en sus introducciones cálidas y explicativas: bromeó sobre las diferencias entre los músicos de clásica y de folk, situó el origen de los celtas británicos en el norte de la península (la nuestra, ¿eh?), aplicó la teoría de que la gaita partiendo desde aquí se infiltró en la geografía celta que abarca desde Irlanda a Bretaña, interconectó los ritmos festivos jig-kalegira-muñeira, evocó la grabación del disco debut cuya efemérides conmemora en los estudios Elkar, donde les recibió Kepa Junkera, del cual tocaron y el fandango 'Huriondo' (tras pedir una aplauso para el convaleciente maestro de trikitilaris), y musicalmente el repertorio de Núñez ondeó desde el folk céltico-cantábrico hasta una suerte de new-age contemporánea, o sea alternando números ágiles con lentos para descansar los dedos y las almas.

Predominaron los instrumentales a lo largo de un repertorio moderno, o cuando menos atemporal, eso que ha sido elaborado mediante una tarea de arqueología vivaz, de perpetuación de la tradición, de picar piedra estudiando: dijo que la alboka era prehistórica y que se podría afirmar que la gaita es gótica, habló del Códice Calixtino (antes de 'Dum pater', «el himno de los peregrinos a Santiago», el tema cantado en latín que interpretaron con instrumentos medievales, caso del arpa y las distintas fídulas), ya en la segunda pieza ('Amanecer') recuperó una melodía del siglo XIX, y hubo un pasaje cuádruple en homenaje a Beethoven y su labor investigadora de la música popular porque el año pasado fue el 250º aniversario de su nacimiento.

Y así, entre interconexiones, el par de aniversarios que fueron sustanciales en el repertorio (el beethoviano y el del debut discográfico suyo), la arqueología repasada en el párrafo anterior, saludos a gente del público (al hermano de Maria, llegado de Irlanda para ver el concierto, y al padre de Alicia, venido de Gales para lo mismo) y los parlamentos en su justa medida de Carlos Núñez, se desarrolló una cita que creció a lo largo y a lo ancho, ésto cuando en el epílogo, con los gaiteros empujando y la gente dando en palmas en pie sin moverse del espacio de sus butacas, se sucedieron piezas como la marcial y bretona 'An dro', la coreada con ooohhh-oooohhs 'Greenland', y ya en el bis una cima que fue la épica y doble 'Alborada de Veiga / Muñeira de Chantada', y el cierre en plan 'Braveheart' con 'Aires de Pontevedra'.

¿Y lo anterior?, se preguntarán algunos. Pues el concierto arrancó rompiendo la pana con un popurrí de 'Reels', a la tercera y la cuarta la fiesta no decayó con el protagonismo de la trikitixa junkeriana y oyéndose irrintzis proyectados desde el tablado, se echó mano de los Chieftains (banda icónica del folk celta de la que Núñez formó parte y con la que giró por el mundo y ya nos dijo que actuó en el Getxo Folk lustros ha) uniendo 'Tears of Stone / Duelling chanters', el pasaje beethoviano contuvo piezas como 'On the Massacre of Glencoe' y 'The fair maids of Dona' (el gaitero tiene preparado un repertorio titulado 'Celtic Beethoven' con é hace días ha estado tocando en la Bretaña francesa), la intervención albokalari de Karlos Subijana primero con una jota y luego con una porrusalda resonó atávica, efectiva y emocionante, y el pico populista o transversal llegó con la 'A Virxe de Guadalupe / Rianxeira', con la gente coreando y ondeando los brazos, que precisamente fue el estadio previo al citado epílogo con la gente en pie y las melodías belicosas gaiteras sonando a lo ancho.

Y cuando se acabó Carlos hizo mutis de prisa y al desalojar los primeros espectadores ya estaba el gallego universal en el puesto de merchandising haciéndose fotos y tratando con cercanía al público.