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En ocasiones se hace difícil quitarse la vergüenza y soltarse la melena, divertirse en compañía de conocidos y desconocidos, bailar mientras uno se ríe a carcajadas… Pero hay momentos en que todo ello se junta y se crea una ambiente tan peculiar como el que ... se ha podido ver -y sentir- este domingo por la mañana en el Arenal bilbaíno. Y gracias a la clase gratuita de boogie woogie organizada por el Bilbao Blues Festival, que está cerrando su tercera edición.
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Más de un centenar de personas se acercaron hasta el lugar, algunos con la intención de repetir la experiencia del año pasado, otros por pura curiosidad. Familias, turistas y fans del blues se quitaron la vergüenza y bailaron como si no hubiera un mañana, pero todos ellos guiados por el maestro de ceremonias, Carlos Etxebarria, el único profesor de boogie woogie de toda Bizkaia. «Juro que no voy amenazando a nadie, solo que no hay mucha demanda de este género en Euskadi», bromea.
Antes siquiera de que la clase comenzara, el público ha comenzado a sacar algún que otro paso con la música de ambiente que había en la zona. Vestido con una bomber de college estadounidense y unos zapatos Oxford -al más puro estilo pijo de los 50-, Etxebarria junto a su compañera, a quien no le podía faltar su falda plisada de lunares y su coletero a juego, han animado a bailar a todo aquel que se encontrara en el Arenal. «No se preocupen, son unos pasos muy fáciles para que todos se puedan divertir».
Lo primero ha sido calentar, pese a que apenas hacía falta con la temperatura que ya han alcanzado los termómetros a las 11.00 horas. Un poco de Elvis Presley con 'Be Bop a Lula', los Blues Brothers y su 'Everybody Needs Somebody to Love', Chuck Berry y la famosísima canción de 'Pulp Fiction', 'You Never Can Tell', o los Chordettes y su conocida 'Lollipop'. «Ya veis que el boogie woogie tiene mucha música conocida, pero se suele confundir con el rock».
«Prometí sudor y aquí lo tenemos». Con tan solo el calentamiento ya había alguna que otra que se recogía el pelo y algún que otro que sacaba un pañuelo para secarse el sudor de la cara. Ahora era el turno de dividirse en leaders (líderes) o followers (seguidores) y ponerse en parejas. Dúos de conocidos y desconocidos, y algún que otro solitario. Personas de todas las edades y de todos los tipos se pusieron a ensayar los pasos. «De un lado a otro, de adelante para atrás».
La canción protagonista de esta edición no ha tardado en arrancar sonrisas por su energía positiva. Al ritmo de 'Great Balls of Fire' de Jerry Lee Lewis, Etxebarria ha comenzado a explicar paso por paso la coreografía. Se escuchaba algún que otro «¡Ay que calor!», o «¡Qué me meo de la risa!», sin que faltasen invitaciones para salir a bailar. Entre movimientos en zigzag, saltos y patadas voladoras, el público ha aprendido el baile completo.
«Nos lo estamos pasando increíble, ¿no nos ves?», señalaban Elena y Luis las carcajadas que se estaban echando y el sudor que empapaba su ropa. El evento ha dado hasta para conocerse. Es el caso de María y Javi, que cualquiera diría que no son viejos conocidos. «Nos hemos visto alguna vez por el festival, pero hasta hoy no nos habíamos conocido y mira de qué forma tan guay». Ha sido un grupo muy diverso en el que destacaban dos tipos de participantes: los que eran un poco torpes, pero solo querían pasárselo bien, y los que se dejaban llevar por la pasión que les inundaba y terminaban olvidando los pasos.
También ha habido a quien la música le estaba pidiendo bailar, pero le faltaba un acompañante animado. «Estoy vibrando pero mi marido no quiere salir a bailar. Eso sí, he estado un rato haciéndolo sola», lamentaba Aintzane. Y a quien por mucho que quisiera no podía. «Este año no puedo bailar porque estoy lesionada, pero me está dando mucha envidia».
En la pista o desde la grada han sido muchos los que han disfrutado, ya sea bailando u observando, de la clase de Boogie Woogie. Y qué mejor forma de terminar la clase que con un baile en línea «al más puro estilo Benidorm» con el 'Let's Twist' de Chubby Checker. «El ambiente ha sido fantástico, con personas muy diversas», ha concluido el profesor. El resultado ha sido un público con las pilas cargadas para el próximo concierto cuyo rostro se veía iluminado no solo por el sudor sino también por una sonrisa.
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