![El estanque del Gugenheim se ha llenado de los característicos topos de la artista japonea.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/06/26/1468337177-kKq-U200637847295Fq-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Gerardo Elorriaga
Lunes, 26 de junio 2023, 12:09
El Museo Guggenheim de Bilbao inaugura este martes una gran exposición retrospectiva dedicada a Yayoi Kusama, la artista más cotizada del mundo y uno de los principales iconos culturales tanto del siglo XX como de nuestro tiempo. La muestra recorre siete décadas de trabajo de ... la fecunda creadora, de 94 años y aún en activo. Unos exquisitos cuadernos botánicos fechados en 1945 inician un periplo que desemboca en la serie aún en proceso 'Ruego todos los días por el amor', colección de lienzos que suponen toda una celebración de la vida. La antológica, realizada en colaboración con el M+ de Hong Kong, reúne 200 piezas entre pinturas, esculturas, imágenes en movimiento, material de archivo e instalaciones de grandes dimensiones.
Las alucinaciones personales, sufridas desde su niñez, fueron el comienzo de una trayectoria que recorre la centuria y establece contactos con sus grandes corrientes estéticas, desde el expresionismo abstracto, al pop y el minimalismo. «Los problemas de salud mental no la incapacitaron sino todo lo contrario», señala Doryun Chong, 'curator' de la cita, y explica que, a través del arte, sus problemas personales se convierten en preguntas existenciales. «Ella habla de una forma transparente de sus demonios, de sus problemas con la psique, de la depresión y los pensamientos suicidas» indica. «Lo que era un gesto compulsivo de autodefensa para luchar contra las visiones se convierte en el impulso de su vida y obra, y una forma de expresar cómo nos enfrentamos al mundo y a los demás individuos».
'Yayoi Kusama. Desde 1945 hasta hoy' es la exposición definitiva, según su responsable, porque hace justicia a una artista visionaria y plenamente contemporánea «por su visión del arte como herramienta para transformar y curar». Frente a iniciativas anteriores, el comisario destaca la propuesta original de esta propuesta, organizada en función de temáticas y aportando criterios cronológicos dentro de cada apartado. La relación de piezas, procedentes de colecciones de Asia, Europa y América, incluye algunas no exhibidas anteriormente.
El autorretrato es el punto de partida de un recorrido que muestra, en paralelo, su singularidad y las relaciones diversas con la historia de la plástica. Sus autorretratos son el punto de partida de un trabajo constantemente autorreferencial, «pero en el que la figura está y desaparece bajo los patrones de lunares».
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Teresa Abajo
Esas omnipresentes motas surgen en sus primeras pinturas de gran formato. Cuando, en los años cincuenta, la joven Yayoi abandonó su Japón natal en pos de una nueva vida en Nueva York, descubrió la inmensidad del océano, inspiradora de grandes construcciones formadas por pequeñas pinceladas metódicas que generan espacios sin principio ni fin, como si se tratara de planos de dimensiones galácticas. Los lunares, tan característicos de su trabajo, aparecen como los negativos de esas inmensas redes y, posteriormente, adoptan una naturaleza independiente y trascendente. Según sus propias palabras, son la forma de borrar la naturaleza y nuestros cuerpos para integrarnos en la unidad de nuestro entorno.
La acumulación, derivada de esa repetición del gesto, la conduce desde el muro a las tres dimensiones, desde collages compuestos con múltiples copias de su nombre a objetos escultóricos construidos con mobiliario doméstico y otros elementos de la vida cotidiana que ella recubre con numerosas protuberancias que aluden tanto a figuras eróticas como a otros de consumo masivo. La interpretación de estas formas obsesivas remite a esa mencionada facultad de la autora para conjurar sus miedos mediante la creación artística.
La práctica de Kusama, en cualquier caso, es múltiple y manifiesta variaciones cíclicas. La artista huye del adocenamiento, sobre todo tras recibir críticas muy favorables de los medios especializados en Norteamérica. Tras su éxito con las redes, se embarca en otro ámbito de interés, la estrategia denominada de conectividad radical, forma de expresión no material que da cuenta de sus preocupaciones por los derechos civiles. A finales de los sesenta, celebra performances con espíritu provocador y reivindicativo en los que clama contra la guerra de Vietnam o reclama el matrimonio gay. Es la denominada auto-obliteración, una iniciativa que demanda el parcial sacrificio del yo a favor de empresas colectivas.
La exposición recoge testimonios de su implicación en el movimiento contracultural y, asimismo, de otras formas de expresión. La autora escribe poesía, ha editado varios libros y una autobiografía, y explorado vertientes de su trabajo en relación al diseño, el audiovisual y la moda, incluso con la producción de una línea de prendas que se pudo adquirir en los almacenes Bloomingdale's.
El regreso a Japón en los años setenta supone un giro trascendental en la historia de Kusama. Volvió agotada a su país, con un espíritu maltrecho por la muerte de su padre y del escultor Joseph Cornell, su amor platónico. Sus acciones eran rechazadas en la conservadora sociedad nipona y tampoco obtuvo respaldo en iniciativas de tipo galerístico. Los problemas mentales y la amenaza del suicidio, otra constante a lo largo de su vida, la condujeron a recluirse voluntariamente en un hospital psiquiátrico en el que permanece hasta el momento presente.
La temática biocósmica, otra de sus claves, parece vinculada al vivero de semillas en el que creció y que le acercó a la vida orgánica y sus tiempos, relacionados con ciclos de vida y muerte. Sus famosas calabazas, tan distintivas, están relacionadas con ese espíritu común a todas las formas de vida y también se interpretan como una expresión del alma.
La aceptación de la muerte como una fase más y el ansía de vivir incentivan el último tramo de la exposición. A partir de los años noventa, la autora se convierte en ídolo de masas y experimenta una apabullante acogida en el mercado del arte. Sus últimas obras, de menor formato por problemas de movilidad, evidencian esa pasión por vivir y seguir creando, traducida en una explosión cromática y de formas entre la figuración y la abstracción.
La exposición se cierra con una instalación interactiva en la que se funden algunas de esas obsesiones que la han acompañado durante setenta años. La profundidad de sus habitaciones con espejos, otra de sus señas de identidad, alude a esos espacios sin fin en el que somos pequeños lunares perdidos en el cosmos, partículas de una entidad superior, real y mística, situada entre la tierra y el cielo, y sometida a un constante cambio.
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