Viaje con un escritor como brújula
Rutas literarias ·
Hay ciudades, lápidas, iglesias, valles, trincheras... que descubren más secretos del autorSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Rutas literarias ·
Hay ciudades, lápidas, iglesias, valles, trincheras... que descubren más secretos del autorLos libros son siempre una hoja de ruta. Un mapa. ¿Hacia dónde nos llevan? ¿Qué nos enseñarán? Nunca se sabe. Se abre la primera página y todo puede suceder. Se puede cambiar de sexo, edad y nacionalidad en un segundo. No hay límites ni fronteras. ... Lo mismo te metes en la piel de un niño que de una moribunda. De una santa que de un asesino en serie. La lectura curte y deja huella. Igual que un viaje. Es una experiencia absorbente que no te suelta hasta el final. Y si ha sido placentera, evidentemente se quiere más. ¿Qué hacer? ¿Dónde ir? Una vez cerrado el libro, queda el consuelo de que el autor todavía puede deparar más sorpresas. Las rutas literarias son un camino para aventurarse un poco más lejos...
Noticia Relacionada
Nada es lo que parece cuando se llega con el recuerdo fresco de una trama que nos ha envuelto como la tela de una araña. No importa cuantas veces se haya pateado Barcelona, siempre arrojará nuevas luces (y sombras) después de haber leído a Carlos Ruiz Zafón. Un neogótico de pura cepa, que rendía culto a los arcos de ojiva, las torres picudas y los vitrales polícromos. El hábitat natural de sus criaturas literarias era el corazón medieval de Ciutat Vella. Allí, en el barrio gótico, la fantasía del autor de 'La sombra del viento', fallecido hace un mes, extendía las alas y planeaba a sus anchas. No es fácil librarse de su embrujo. Resulta estimulante y hasta alucinógeno, máxime cuando se recorre la Ciudad Condal bajo su influjo. Toparse con un dragón de zinc pintado que asoma entre sombrillas y abanicos -en La Rambla, 82- parecerá lo más normal del mundo. Tranquilidad. Se trata de la Casa Bruno Cuadros, sede de una sucursal del BBVA. Nada es lo que parece.
No hay más que tirar del hilo para descubrir más claves, todas muy sugerentes. ¿Ejemplos? Una escapada a Alburquerque para rastrear la infancia de Luis Landero nos llevará a la lápida de un antepasado suyo con la cruz de cinco puntas de los judíos conversos de Extremadura. Y en la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, junto a la plaza del Dos de Mayo en Madrid, no solo habrá tiempo para admirar la talla gótica del Cristo de la Buena Muerte; también conviene sentarse un rato y meditar sobre lo humano y lo divino. No es para menos, Pérez Galdós y Pardo Bazán se citaban en ese templo en el apogeo de su relación amorosa. La huella de los escritores se encuentra en lugares insospechados. No hay más que investigar un poco.
«La gente se ha vuelto muy proactiva en su tiempo libre. Lo de echarse en la tumbona y que nos den todo hecho ya no se lleva tanto. O al menos, no todo el tiempo de las vacaciones. En el caso del turismo literario se busca la experiencia, ya sea tangible o una proyección de la ficción, que permite seguir enganchado al universo del escritor», apunta la experta Marta Magadán, doctora en Administración de Empresas, profesora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y coautora, junto a Jesús Rivas García, de 'Turismo literario'. En España todavía no se ha explotado el filón como en Reino Unido con Shakepeare y las hermanas Brontë, o como en Dublín con 'Ulises' de Joyce, pero se va por buen camino.
En los últimos 15 años se ha diversificado la oferta de las visitas guiadas, «que añaden un 'plus' de fascinación a la localidad porque a todo el mundo le gusta escuchar historias y anécdotas, más aún si tienen relación con algo que ya previamente nos ha seducido». Bien lo saben en Castilla-La Mancha gracias a El Quijote -que tiene ruta desde 2005- y también en Pamplona, donde Hemingway disfrutó diez veces de los sanfermines con cuatro esposas -no al mismo tiempo-, entre 1923 y 1959. ¿Que por qué no fue en 1960? Ese año, hasta agosto no aterrizó en España y, además, casi no se movió de Madrid. Ya no era el mismo. En 1961, se suicidó.
«Lo fundamental es que la figura no se agote en sí misma. Tiene que dejar un eco, algo especial que perdure y sea universal», recalca Magadán. El turismo literario no se limita actualmente a las típicas casas-museo (como la de García Lorca en Fuente Vaqueros o la de Machado en Segovia), sino que también incluye las propuestas centradas en seguir la pista de un personaje, como las excursiones que se organizan en Vigo para descubrir el escenario de los crímenes resueltos por el inspector Leo Caldas, protagonista de las novelas de Domingo Villar. Y también tienen cabida las reconstrucciones históricas como la ruta de George Orwell, en la sierra aragonesa de Alcubierre, diseñada conforme a la experiencia de la Guerra Civil relatada en 'Homenaje a Cataluña'. Trincheras, puestos de ametralladoras, sacos terreros... se han dispuesto en enclaves estratégicos del monte oscense de Irazo, «y cada vez vienen más visitantes franceses y británicos, además de españoles», detallan los responsables de Turismo en la comarca de Los Monegros.
El perfil de los aficionados a esta modalidad de ocio es muy variado pero, según los sondeos de los expertos, hay un patrón que se repite: hombre o mujer indistintamente, de más de 35 años, con estudios superiores. En principio son personas que saben que Sherlock Holmes es un personaje ficticio, aunque se haya montado su despacho en Baker Street, y que la casa de Heidi, en la localidad suiza de Maienfeld, es un divertimento porque la escritora Johanna Spyri se la inventó. Pero, aun así, no falta quien se emociona en el supuesto huerto de Calisto y Melibea en Salamanca y, todavía peor, pregunta en Elizondo si alguien ha visto a Basajaun...
Lo cierto es que el 'Yeti vasco' forma parte de los sueños (o pesadillas) de los lectores de Dolores Redondo. Su trilogía del Baztán ha disparado la popularidad del valle navarro «y ahora tenemos turistas todo el año», se felicita Juan Mari Ondikol, el cicerone del recorrido literario por el pueblo desde 2013. Nunca pensaron que el tirón llegaría tan lejos. «Llueva truene o nieve», el pueblo natal de la inspectora Amaia Salazar sigue atrayendo a los curiosos, entre los que no faltan los franceses, «porque también ofrecemos el servicio en su idioma». Eso sí, queda pendiente el inglés.
No hay fronteras para los turistas literarios. Ni para los escritores que se sintieron en Mallorca como en casa. Allí está enterrado Robert Graves, autor de 'Yo, Claudio', que vivió más de medio siglo en Deià; Julio Cortázar ambientó 'El rayo verde' en la costa de la Serra de Tramuntana y Albert Camus quedó prendado en Palma del claustro gótico de San Francisco. «Jamás otro lugar que no sea el Mediterráneo me ha transportado a un tiempo tan lejano y tan cercano a mí mismo», dejó escrito el escritor francés, hijo de madre balear. ¿Qué más se puede pedir? Mallorca es todavía más especial para los lectores de 'La peste'. Las rutas literarias siempre aportan un valor añadido a los lugares de destino.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.