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Amenábar a su llegada al Club Martiartu en Erandio. mireya lópez

Hombres al agua en Martiartu

txema izaguirre

Miércoles, 28 de abril 2021, 01:23

El remate final de Alejandro Amenábar en la primera serie que rueda se produjo ayer en Erandio con hombres cayendo al agua y hasta submarinistas grabando imágenes. El famoso director escogió las instalaciones de un club deportivo y social privado de esta localidad, situado frente ... a la vieja Torre de Martiartu, de la que toma su nombre, para recrear escenas con especialistas que en la ficción resultarán espectaculares porque se usarán medios digitales.

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El club Martiartu destaca por la gran profundidad de la piscina olímpica exterior y por sus trampolines. Ideal para captar las imágenes y trayectorias de los especialistas dentro del agua. En la ficción serán aquellos hombres que caen muertos o heridos desde las fragatas. No en vano, estas instalaciones son las que escogieron como cuartel general para los entrenamientos previos de los saltadores que participaron en las series mundiales de la Red Bull Cliff Diving en 2014.

Ayer todo estaba meticulosamente estudiado para clausurar la serie. Los primeros en llegar fueron los técnicos de sonido, iluminación e imagen. Tocaba escoger los puntos exactos donde colocar los medios. Aunque en el remate de la serie, mandarán los medios digitales para estas escenas que ofrecerá una recreación fantástica de un director que a Erandio vino arropado solo por los especialistas y técnicos. Las diferentes escenas se grabaron a lo largo de la tarde, hasta las 18 horas. El realizador se bajó de un Mercedes negro, con los cristales traseros tintados, para pasar desapercibido y colarse cuanto antes en el polideportivo. Sólo le paró una mujer de su propio equipo, que le sacó una foto junto al conductor del vehículo, a lo que accedió con simpatía. Siempre con las mascarillas puestas.

Llegó antes de lo esperado, cerca de las 12.15 horas. Lucía un look juvenil, con cazadora gris sobre camiseta oscura, pantalones vaqueros y zapatillas deportivas grises y negras. Para entonces, en el ambiente había cierta preocupación por la luz natural tan pobre a causa de un día plomizo, que arrancó con sirimiri. La meteorología le ayudó al fin porque el sol empezó a brillar sobre las 13 horas. Acertó el realizador en traer gafas de sol.

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