Premios Eusko Ikaskuntza: «Viviré fuera de Euskal Herria, pero nunca lejos de la comunidad vasca»

El joven aprovechó la ceremonia de entrega de los premios en el Palacio Euskalduna para anunciar que deja aparcada su vocación hasta que no consiga «unas condiciones laborales dignas». Desde hace un mes, trabaja en el Gobierno vasco y de momento no tiene previsto cambiar su situación. Ahora se siente valorado, con un salario estable y puede llevar «una vida normal». Las circunstancias le han obligado a tomar una decisión contraria a su vocación. Tiene 33 años y no aguanta «más trabajos precarios, horas de trabajo sin fin que se pagan con la voluntad, un estrés que nunca termina...». Con voz firme, recalcó la necesidad de «desarrollar una sólida infraestructura de investigación» que impida la «fuga de cerebros». Al término de su intervención, recibió un aplauso cerrado de todo el público, con amplia representación institucional, cultural, educativa y social, sin que faltaran personalidades académicas de las universidades vascas y navarras, así como de la UNED y Musikene, que han formado parte del jurado que ha laureado a Kirmen Uribe.

«Homenajeamos al vasco universal. El que hace suyas las preocupaciones universales en un idioma propio que defiende como universal», enfatizó Ana Urkiza, presidenta de Eusko Ikaskuntza, una entidad impulsada hace 105 años por las diputaciones vascas y navarra, al dirigirse a Kirmen Uribe. Ganador del Nacional de Literatura en 2009 y tres veces merecedor del Premio de la Crítica, entre 2001 y 2016, el autor de 'Bilbao-New York-Bilbao' se marchó a Estados Unidos tras obtener la prestigiosa beca de creación del Cullman Center de la Biblioteca Pública de Nueva York.

Allí se ha convertido en embajador del euskera y la cultura vasca, con el ímpetu renovador de siempre, aplicado a la lengua y sus colaboraciones con artistas de otras disciplinas. Lo mismo le atrae la literatura que la música o la escultura. Imparte clases de escritura creativa en la Universidad de Nueva York y le enorgullece constatar que Euskadi inspira mucho respeto en la Gran Manzana. «Me preguntáis cuándo volveremos al País Vasco. Pero es que yo nunca me he ido. Viviré fuera de Euskal Herria, pero nunca lejos de la comunidad vasca. Siempre me encontraréis dentro del euskera», reconoció el escritor, tras recibir el diploma que acredita su premio de manos de Urkiza.

Traducido a más de 20 idiomas, incluidos el chino, holandés y ruso, la inspiración de Uribe no decae, sino todo lo contrario, al otro lado del 'charco'. «El euskera es sinónimo de futuro, de progreso, de diversidad, de continuidad, de justicia. Hablando en euskera estamos coloreando el mundo». El autor ondarrés ya está puliendo una nueva obra, sin descuidar la vena lírica ni los lectores en inglés. En los últimos años ha publicado varios poemas, traducidos del euskera por Elizabeth Macklin, en magazines de tanto prestigio como 'The New Yorker' y 'The Paris Review'. Su mensaje ha ampliado exponencialmente su radio de acción, sin perder nunca su sentido original en el camino.

«Dejar las cosas como están no ayuda. Hay que estar atentos con el euskera, al igual que hacemos con la igualdad, el racismo, los derechos del mundo queer...», reflexionaba este hijo, nieto y bisnieto de pescadores ante un auditorio recogido y muy atento. Nadie miraba el móvil, a lo sumo un par de señoras se abanicaban discretamente. La temperatura subía, por la emoción y el éxito de la convocatoria. Apenas cabía un alfiler en la sala 0E del Euskalduna, que tiene un aforo de 450 localidades.

En las primeras filas no perdían ripio ni Bingen Zupiria, consejero de Cultura del Gobierno vasco, ni Ana Ollo, consejera de Ciudadanía y Relaciones del Gobierno de Navarra. Muy probablemente aquello les pareciera un oasis en plena campaña electoral. Ambos sonrieron al unísono en el momento en que el presidente de Laboral Kutxa, Txomin García, reconoció sentirse especialmente emocionado y orgulloso por darse la casualidad de que, al jubilarse, participa por última vez en la ceremonia de entrega de unos premios que en esta ocasión honran a «un gran escritor y creador», con la esperanza de que «le sirva de motivación para que siga manteniendo esa 'vida atlántica' que refiere y, que, viviendo en New York, le mantiene vinculado a esta orilla, a su Ondarroa natal, al euskera y a la cultura vasca; a la historia de este país y a su devenir».

Asimismo, tuvo palabras de reconocimiento hacia Beñat Garaio, a quien calificó de «un referente de alto nivel para los jóvenes», en la línea de la presidenta de Eusko Ikaskuntza, que previamente lo había definido como «ejemplo perfecto para las nuevas generaciones, tanto en la investigación como en las iniciativas positivas». Una vez más, quedó demostrado que los premios en sus dos categorías, veterana y juvenil, que respectivamente arrancaron en 1995 con Julio Caro Baroja y en 2019 con Aizpea de Atxa , valoran los logros del presente pero, sobre todo, apuntan hacia el futuro.

El colofón lo puso el músico Rafa Rueda, que cantó 'Munduari begiratzeko modu bat' (Una forma de mirar el mundo), con letra de Kirmen Uribe.