La nota simpática a la recepción de Felipe VI en el Bellas Artes la pusieron dos niños de unos siete años. Primero burlaron la vigilancia materna y luego la policial. Se sentaron en un banco, al lado de los fotógrafos y cámaras, y empezaron ... a hacer preguntas. «¿Quién viene?» El Rey. «¿Va a traer la corona». Pues no. También a ellos les interrogaron. «¿Qué hacéis aquí?» «¿Dónde están vuestros padres?». Como se callaron, se quedaron. E incluso les dejaron acercarse a él, que flexionó las rodillas para ponerse a su altura. «Nos ha dicho que hay que ver el museo por dentro, no sólo por fuera», contaron enseguida.
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Felipe VI aprovechó la visita a Bilbao para acercarse a la pinacoteca del parque, justo un día después de que se presentaran las salas renovadas del edificio antiguo y la exposición que ordena 300 piezas de su colección según palabras que comienzan con las letras del alfabeto. Llegó a las cinco de la tarde y le recibieron el alcalde de Bilbao y presidente del patronato del Bellas Artes, Juan Mari Aburto; el director del museo, Miguel Zugaza; el consejero de Cultura, Bingen Zupiria; la diputada de Cultura, Lorea Bilbao; el delegado del Gobierno en el País Vasco, Jesús Loza; el director general de EL CORREO, Íñigo Barrenechea; Rafael Orbegozo, de la Fundación Iberdrola; Xabier Sagredo, presidente de la BBK; Patricia Arias, delegada del Banco Santander en el País Vasco; y Emiliano López Achurra, presidente de Petronor, entre otros.
Un recorrido que tuvo varios momentos cumbre, empezando por la sala de la letra D de deseo. En ella, le llamó la atención 'La condesa de Noailles' de Zuloaga y también 'El rapto de Europa' del pintor flamenco Martin de Vos. El Rey fue conversando durante su visita con Zugaza, al que conoce de su etapa como director del Prado, con Aburto y con el comisario literario de la muestra 'ABC. El alfabeto del Museo de Bilbao', Kirmen Uribe. Le acompañaron también en la visita los autores del montaje de la exposición, los artistas Edu López y Ana Isabel Román, así como el jefe de colecciones de la institución, Javier Novo, y el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte.
Parada obligada fue la de la sala I de iron, hierro en inglés, símbolo de lo que ha representado ese material en la escultura vasca, un espacio que incluye obras de Oteiza, Badiola, Mendiburu y Chillida, a la que el Rey fue directamente como si le resultara familiar. En la K de kirol, Zugaza le explicó que esa palabra del euskera significa deporte en castellano, como los carteles de carreras de coches y el lienzo de Manuel Losada 'Los remeros' resaltan.
El director del Bellas Artes le llevó a la habitación de los retratos, en la que los cuadros cubren prácticamente las cuatro paredes, «como se hacía en los museos antiguos», le dijo Zugaza al lado de imagen de Unamuno pintada por Vázquez Díaz. Acabó la visita con en la T de tierra, a escasos centímetros de 'Gran óvalo' de Tàpies, pintor al que el Rey reconoció de inmediato.
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