La otra dimensión de Ortiz de Elgea

«El tamaño de los cuadros es la principal diferencia en esta exposición, pero no son bocetos ni apuntes. Cuando las obras son más grandes empiezo y acabo en el estudio, en este caso me permito la pintura directa desde el paisaje al lienzo», decía el artista tras arrancarse a hablar acerca de unas obras que empezaron a gestarse al aire libre.

Sí se reconoce en esos paisajes su pincelada y evocaciones al frío invernal, al amarillento otoño o a los días de neblina. «Procuro retratar la sensación del paisaje», explicaba. Buena parte de estas obras, salvo un bodegón, se tramaron en diferentes viajes por los Pirineos, Asturias, las montañas del País Vasco u otros lugares más exóticos como Cabo Verde o las Islas Canarias.

A pesar de ello, el artista vitoriano insistió en que no le interesan las coordenadas específicas, sino las emociones. Es decir, más que el dibujo del mar o del monte, la evocación «húmeda o seca». Aunque el visitante trate de identificar el paisaje, al creador lo que más interesa es provocar alguna sensación invitando al espectador a perderse en el vuelo de los pájaros de uno de los cuadros o en «la tierra quemada» de un lienzo de tonos oscuros que fue pintado mucho antes de la irrupción en La Palma, cuyas imágenes le fascinan a nivel creativo.

«Me gusta el paisaje cuando ha sido más torturado, como está pasando ahora en la Palma. Esas imágenes que vemos en televisión para mí es como un punto de partida de la creatividad como algo extraño y violento. Procuro no buscar algo amable», comentaba. En ese proceso hay algo catártico. «Cuando pinto un paisaje me transformo en un personaje que lo recorre mentalmente», apuntaba el artista cuya anterior exposición en la capital alavesa se produjo en 2018.

Fue en la extinta galería Talka en una muestra conjunta con Juan Mieg y el escultor José Ramón Anda. «Ya no quedan galerías en Vitoria», lamentaó. En el circuito artístico todavía se recuerda 'Luz adentro', exposición en el museo Artium de cuarenta pinturas de gran formato junto a José Luis Zumeta. Por su parte, la mayor muestra hasta el momento del fundador del grupo Orain se realizó hace cinco años en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, comisariada por Javier Viar. La magnitud de aquella exposición, 'Retrospectiva (1963-2016)', contrasta con esta exhibición. Ortiz de Elgea le resta importancia. A pesar de las limitaciones del espacio, Ortiz de Elgea manifiesta que «lo importante» es que la obra se pueda ver.

En estos lienzos que parten de paisajes concretos, sin embargo, no ha recurrido a la cámara fotográfica. El proceso habitual es viajar atento y ante un paisaje que le llama la atención y una atmósfera, detenerse; dibujar y tomar notas en el lienzo, a veces escribiendo sobre éste el nombre del color que va a emplear más tarde en el estudio. Pueden pasar meses y años hasta dar la última pincelada. «Para obras de este tamaño, la sala de Zuloa es perfecta», aseguraba el artista vitoriano dando más explicaciones de las que exige su obra. La invitación a perderse en esos paisajes de sensaciones sigue abierta hasta el 19 de marzo.