![Iñaki y Nico Williams, en Donosti, antes de que se proyectara el documental.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/09/19/hermanos-williams-donosti-U190494993355mHF-U22012691433202AH-758x531@El%20Correo.jpg)
![Iñaki y Nico Williams, en Donosti, antes de que se proyectara el documental.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/09/19/hermanos-williams-donosti-U190494993355mHF-U22012691433202AH-758x531@El%20Correo.jpg)
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Esta es una historia que arranca en un lago de África y concluye en la ría de una ciudad europea. La crónica de un sueño realizado que empieza con un grupo de niños que hablan del demonio del lago Volta, de fantasmas que acechan bajo ... las aguas oscuras, y que termina con un millón de personas jaleando a unos héroes a bordo de una gabarra, entre ellos dos críos de piel oscura que alimentan por igual los sueños de ghaneses y bilbaínos. Nada representa mejor el impacto de Iñaki y Nico Williams que las imágenes de niños africanos jugando con la camiseta del Athletic en un patatal. Todos sueñan con irse de allí y jugar al fútbol en Europa para repetir la hazaña de los hermanos.
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Oskar Belategui
Tras dos años de seguimiento a lo largo de tres continentes, el director navarro afincado en Donosti Raúl de la Fuente ha inaugurado este viernes la sección Zinemira del Festival de San Sebastián con un documental que traza un retrato humano y deportivo de los jugadores del equipo bilbaíno. El ganador de tres Goyas por 'Minerita', 'Un día más con vida' y 'Maldita' ha tenido acceso a la intimidad de los vestuarios y de la casa familiar, a los vídeos y mensajes que se envían los protagonistas, al fragor de las celebraciones en el campo y la tensión de las derrotas. De Buztintxuri, el barrio pamplonés en el que crecieron, al Mundial de Qatar; de Ghana al estadio de La Cartuja en Sevilla en el que el Athletic ganó la Copa del Rey.
El documental regresa a África una y otra vez. Nos recuerda la odisea de unos migrantes que se jugaron el tipo para comenzar una nueva vida y que encontraron una tierra de acogida para la que solo tienen palabras de agradecimiento. Un profesor relata a sus alumnos en Ghana la pesadilla de Félix Williams y María Arthuer, que en su travesía hacia la esperanza fueron abandonados en el desierto de Nigeria sin agua ni comida. La madre llora al recordar cómo una de sus acompañantes no sobrevivió a una ruta atroz. Níger, Libia, Argelia y Marruecos, en cuya frontera las autoridades les requisaron todas sus pertenencias. La pareja logró cruzar la valla de Melilla y España los recibió como refugiados. María pidió ayuda a la Cruz Roja porque no se sentía bien, y en el hospital descubrieron que estaba embarazada de Iñaki. «Es un ángel para mí», asegura esta mujer profundamente cristiana.
Estreno mundial de #LosWilliams. 🖤🫶🏿🎬
— Nicolas Williams (@willliamsssnico) September 21, 2024
Han sido dos años de mucho trabajo con un equipazo para contar al mundo la historia de nuestra familia, de nuestra vida.
La historia de #LosWilliams.
🔜🎞️🍿 pic.twitter.com/ARKrBRfzXj
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Mitxel Ezquiaga
Iñaki debe su nombre al hoy sacerdote Iñaki Mardones, que recibió a los Williams en Bilbao tras tres meses de incertidumbre en Melilla. No solo les ayudó, sino que acabó bautizando a aquel chaval que tuvo como profético regalo una camiseta del Athletic. Hoy los focos están puesto en Nico Williams, pero el documental remarca el papel esencial de Iñaki, que asumió un rol paternal de su hermano cuando Félix se tuvo que ir a trabajar a Inglaterra en los años en que la crisis azotó nuestro país. Afincados en Pamplona, la madre se levantaba cada día a las cuatro de la mañana para ir al aeropuerto de Pamplona a trabajar como limpiadora. De Buztintxuri a Noáin andando, porque a esa hora todavía no hay autobuses.
«Gracias a mi hermano lo tenemos todo», reconoce Nico. «Yo no sé qué hacer para que se sientan orgullosos de mí. Igual me estoy comiendo demasiado la cabeza y lo único que quieren es que sea feliz», reflexiona. En aquellos tiempos en los que les cortaban el agua y la luz por impago, Iñaki preparaba el desayuno a su hermano pequeño y le llevaba a clase. «Mamá, no llores, que me voy a hacer futbolista», prometía un niño que era «el único negro del colegio», pero que recuerda una infancia muy feliz. El racismo, lamenta, solo lo ha conocido en el campo de fútbol. El filme captura con imágenes familiares la complicidad entre los Williams, que tan pronto se propinan collejas y comparten la colonia, cómo discuten tras un partido sin darse cuenta de que les observan miles de cámaras. Iñaki siempre ha sabido que Nico es mucho mejor que él y que va a llegar mucho más lejos. «Es el mejor extremo de Europa», sanciona.
El 31012 tatuado, el código postal de su barrio pamplonés, le recuerda a Nico el orgullo de clase. Sus amigos siguen siendo los de entonces: Hosne, Ahmed… Ambos tienen claro que su corazón late vasco y africano. Son 'Blackpanthers' (Panteras Negras) que nunca han vivido en África, pero que tienen muy presente la tierra de sus ancestros. «A mí se me nota que soy vasco aunque no lleve txapela. Cuando decía que me llamaba Iñaki y que era de Bilbao no me creían», recuerda divertido. Nico, por su parte, se siente «un negro vasco, un beltza más». Cuando Iñaki jugó con la selección de Ghana en el Mundial de Qatar confiesa que lo hizo para que su familia se sintiera orgulloso, sobre todo su abuelo de 90 años, «que nunca antes me había pedido nada».
Raúl de la Fuente alterna en hora y veinte de metraje los momentos de intimidad con la épica de los partidos decisivos. Ante la cámara desfilan Félix Tainta, el agente de los hermanos, que mantiene una relación paternal con ellos, y Patricia Morales, la mujer de Iñaki, a la que conoció a los 20 años una noche de Santo Tomás. Entre otras imágenes aparece el funeral del abuelo en Ghana, el Padrenuestro que los jugadores del Athletic rezan antes de saltar al campo y los vaciles que Nico mantiene con Lamine Yamal, un alma gemela.
Esta es una historia con final feliz, con un primer contrato de 150.000 euros que permitió a los Williams quitarse de un plumazo 15 años de hipoteca y con una medalla de la Eurocopa que Nico brindó a su madre, que acababa esa noche de perder a su hermana. De crío, relatan sus entrenadores infantiles, Iñaki corría detrás de todas las pelotas, aunque no pudiera alcanzarlas. Nico en cambio parecía que se paseaba por el campo, encaraba la portería y era gol seguro.
Ya casi no pueden ir a comer a Sanfran con los amigos porque se forman tumultos a la entrada del restaurante. Y a veces un amigo conduce el Mercedes de Nico para pasar inadvertido. «Soy un personaje público y no puedo hacer tonterías como un chaval de 20 años», asume. En 'Los Williams' se salta de la gabarra a una patera, de los millonarios que visten camisetas de fútbol a los desheredados que las venden en las aceras. Los niños del lago Volta siguen soñando.
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