Adiós a Concha Velasco
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Adiós a Concha Velasco
España llora a su actriz más queridaA los cuatro años, Concepción Velasco Varona bailaba 'Francisco Alegre y Olé' sobre las mesas del Casino de Valladolid. A los quince, ya cantaba coplas en el vodevil 'La reina mora'. Su nombre no aparece en los títulos de crédito de este filme que Raúl ... Alfonso dirigió en 1955. Al año siguiente, la actriz ya figura como Conchita Velasco en la adaptación de 'La fierecilla domada' que Antonio Román firmó con Carmen Sevilla y Alberto Closas al frente del reparto. Tenía una única frase: «¡Oh, señora!, no os oímos llegar».
La Velasco vino a su querido Arriaga por última vez hace dos años con 'La habitación de María'. Recordó a este periodista que la primera vez que pisó el teatro bilbaíno era bailarina con Manolo Caracol y posó para los fotógrafos aunque a duras penas podía andar. Arremolinó a los viandantes, felices de encontrarse con una estrella. «Morirse encima de un escenario es una falta de educación tremenda», sostuvo aquel día. «Yo quiero retirarme y morirme en mi casa. Darme cuenta de ello y tener la lucidez necesaria para pedir perdón a la gente que he hecho daño».
España llora a su actriz más querida, que murió en la madrugada del sábado a los 84 años en el hospital Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), según han confirmado fuentes familiares. Superó un cáncer linfático en 2014, pero su estado de salud se había deteriorado de tal manera que sus hijos decidieron ingresarla el año pasado en una residencia. La pandemia la llevó muy mal. «Me caí y me partí una pierna y un brazo. Sola, sin poder abrazar ni dormir con mi nieto», lamentaba.
La Chica de la Cruz Roja, la Chica yeyé, historia del cine y el teatro españoles, se cayó y levantó muchas veces. «Concha Velasco es historia de España», resume el presidente Pedro Sánchez. «Grande entre las grandes. Una de las más carismáticas artistas españolas. Con su muerte se va un mito de la cultura española». Sus hijos, Manuel y Paco, se consideran «afortunados por haber gozado de la mejor madre del mundo y por recibir el cariño de tantos españoles que la quieren y la admiran». «Gracias a todos», expresan en un comunicado. Tras el velatorio de ayer en el Teatro de La Latina, donde tantas veces actuó, el funeral se celebrará hoy en la catedral de Valladolid, la ciudad de la que partió Conchita Velasco para comerse el mundo.
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El diminutivo, aunque nos parezca increíble, duró hasta 1980, cuando la actriz ya había hecho de todo en el cine español. La protagonista de 'Las chicas de la Cruz Roja', su primer gran exito popular en 1958, llegó a rodar en los años 60 y 70 hasta siete películas al año, al tiempo que llenaba los teatros. Tras dos nominaciones fallidas al Goya en 1989 por 'Esquilache' y en 1996 por 'Mas allá del jardín', el Goya de Honor en 2012 saldó la deuda del cine español con una intérprete que siempre ha estado ahí.
Concha Velasco fue madre soltera en una época en la que representó «la imagen de muchacha moderna pero honrada, simpática y no casquivana, redicha, pícara, con sentido común y respetuosa del orden; es decir, una perfecta novia», como resume el 'Diccionario del Cine Español' dirigido por José Luis Borau. 'Las chicas de la Cruz Roja', 'El día de los enamorados', 'Los tramposos'... Clásicos del programa 'Cine de barrio', que su protagonista presentó durante casi una década tras reemplazar a otra gloria nacional, Carmen Sevilla. De entre todos sus 'partenaires', Velasco se quedaba con dos: Tony Leblanc, «un amigo al que le debo todo», y Manolo Escobar: «Las cinco películas que hicimos juntos están a la altura de las de Katharine Hepburn con Spencer Tracy», defendía.
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Esa dimensión popular de la Velasco, carne de las revistas del corazón desde siempre, quizá haya eclipsado los méritos artísticos de una actriz dúctil y disciplinada, que ha sabido reinventarse en la gran pantalla a lo largo de una carrera que supera el centenar de títulos durante 65 años: en 2020 hizo un papel de siniestra médium en 'Malasaña 32' y concluyó su participación como Doña Carmen en 37 episodios de 'Las chicas del cable'. Delante de la cámara hasta el último momento.
'Una vez al año ser hippy no hace daño', 'Juicio de faldas', 'Las señoritas de mala compañía'... Concha Velasco era la primera en reconocer que había hecho malas películas para pagarse las aventuras teatrales que, por culpa de su marido Paco Marsó, le arruinaron obligándola a aceptar cualquier papel. Su gran amigo Pedro Olea ha sido, sin duda, uno de los directores que más provecho la ha sacado en títulos como 'Tormento', 'Pim, pam, pum... ¡fuego' y 'Más allá del jardín'.
«Concha ha sido la mejor y más completa actriz que ha tenido el cine español», alaba el director bilbaíno, que en 'Tormento' la sorprendió imitando la estrategia de Marlon Brando en 'El padrino', introduciéndose algodones en la boca para hablar farfullando. «Puedo presumir de haber trabajado con los mejores actores. Ni López Vázquez, ni Sacristán, ni Landa ni Concha han sido actores del Método, que después se llevaban a casa el personaje. No eran personas que querían parecer ser actores, sino que lo suyo era pura vocación», apunta Olea, el primer cineasta que se atrevió a exigirle a la Velasco diez tomas para rodar un plano en 'Tormento'.
La líder involuntaria de la primera huelga de actores en este país que cerró teatros y paró rodajes de cine y televisión en 1975 supo ser una Teresa de Jesús de carne y hueso en la serie que Josefina Molina dirigió en los 80, una corista baqueteada por la vida en 'Pim, pam, pum... ¡fuego!' y una cachonda en 'París-Tombuctú', donde Luis García Berlanga se dio, por fin, el gustazo de desnudarla.
A Concha Velasco, que compró una nevera Edelweiss a sus padres con su sueldo en 'Las chicas de la Cruz Roja', se le quedó grabada la imagen de Charlton Heston recogiendo trozos de decorado para su chimenea de La Moraleja. Y juró que ella nunca iba a ser hormiga, sino cigarra generosa y sincera, dentro y fuera de los platós. Se retiró de la escena con 'La habitación de María', escrita por su hijo Manuel. La representó por última vez el 21 de septiembre de 2021 en el Teatro Bretón de Logroño. Días antes, en el pucelano teatro Calderón se despedía de sus paisanos con una frase de Santa Teresa: «Lee y conducirás, no leas y serás conducido. Que sean ustedes muy felices y hasta siempre».
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