
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Nikole no tenía prisa por llegar al mundo. A un mundo que pocos meses después ya no sería igual. Nació el 9 de septiembre de 2019 en el Hospital de Basurto. Fue una niña muy deseada por sus padres, pero ella se hizo esperar. Recuerda su madre, Iratxe Peñafiel, que «el embarazo fue súper bueno, algunas náuseas y poco más». De hecho, pensó que una vez pasada la barrera de los tres meses, cuando se reducen las posibilidades de sufrir un aborto espontáneo, sus miedos y dudas perderían intensidad. Pero su ginecólogo le advirtió: «Iratxe, aunque estés embarazada, tú ya eres madre y las preocupaciones de madre son para toda la vida».
Lo que inquietaba a Jon, que acompañó a su mujer durante el parto, era cómo iba a poder ayudarla en el proceso de traer al mundo a su primera hija. «Él no podía empujar por mí, ni pasar el dolor, pero el apoyo emocional de la persona que está contigo en ese momento es muy importante», asegura Iratxe. Y mientras ella se concentraba en respirar y en manejar el dolor de las contracciones, su marido sacó un segundo el móvil para inmortalizar el momento. «Al día siguiente, ya en planta con mi hija, me encontré la foto. '¿Y esto? ¿Me la hiciste tú en el paritorio? ¿Por qué?', le pregunté. 'Para que nunca se nos olvidase lo fuerte y valiente que has sido', me respondió él».
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La imagen en la que aparece Iratxe con las rodillas clavadas en el suelo mientras se apoya sobre la cama, con su bata blanca y apretando los dientes para sostener el dolor, se ha vuelto viral porque es real como la vida misma. Y porque parir con buena cara, como Pilar Rubio y otras famosas, es un caso ficticio digno de estudio que fortalece el estereotipo de la mujer perfecta y genera mucha frustración en quienes se comparan. «Estaba despeinada, con ojeras, cansada y sufriendo con las contracciones. Después de dar a luz, ni estás medio peinada, ni medio maquillada, ni sale tu niño todo limpito. Tienes miedos y dudas, y a la vez mucha ilusión».
Iratxe publicó en Instagram esta fotografía y la experiencia de su primer parto para rememorar con los suyos el nacimiento de su hija. Pero el proyecto en las redes 'La vida madre', enfocado en la maternidad y creado por la modelo canaria Ariadne Artiles, se fijó en su historia y le pidió permiso para difundirla. Esta semana ha sido el perfil de Instagram 'es.decirdiario', con más de 486.000 seguidores, el que se ha hecho eco del testimonio de esta bilbaína de 37 años. A las cuarenta semanas, Nikole estaba demasiado a gusto dentro de su madre. No tenía ninguna intención de salir, así que los médicos decidieron inducir el parto. Iratxe ingresó en el hospital a las nueve y media de la mañana del domingo y esta niña «alegre y cariñosa» llegó al mundo pasadas las diez de la noche del lunes. «Llevaba 32 horas ingresada, agotada y dolorida. No podía más. Tras casi un día y medio con contracciones cada vez más fuertes, mi cuerpo no conseguía dilatar. Intentaba recordar todos los ejercicios que me habían enseñado en las clases preparto para ponerlos en práctica: 'Respira Iratxe, concéntrate, abre la puerta de arriba, luego tocará la de abajo, siéntate en la pelota, sube y baja escaleras'. Pero aquello no avanzaba», comienza relatando esta madre bilbaína, a la que pusieron «propess y después oxitocina», pero su cuerpo «no arrancaba».
«A las 18.30 horas del lunes, después de la enésima exploración, decidí pedir la epidural. Estaba dilatada de poco más de tres centímetros y seguía sin borrar el cuello del útero completamente. Las contracciones eran ya insoportables, había empezado a vomitar, me sentía mareada, solo lloraba y quería que todo acabara de una vez. Mi cuerpo no dilataba. Yo solo rezaba para que no acabase en una cesárea», continúa narrando. Iratxe quería evitar este procedimiento quirúrgico y, después de tanto esfuerzo, vivir el proceso de forma natural. «De repente, no sé por qué ni cómo, todo cambió (…) 'Iratxe, has tardado 34 horas en dilatar cuatro centímetros, pero en 50 minutos has conseguido dilatar hasta los diez, así que te toca empujar. Nikole ya casi está aquí'», le informó el personal sanitario.
Y, en ese momento, volvieron a aflorar los miedos y las inseguridades. «Por favor, que todo vaya bien, que mi hija nazca bien», se repetía a sí misma mientras seguía las instrucciones de la matrona. «¿Empujar? ¿Ahora? (…) Empecé a temblar, a reír y vuelta a llorar. 'Que nace hoy', le decía a Jon, '¡que nace hoy! ¿Qué día es hoy, Jon?' 09.09.19. '¿En serio? ¡Qué fecha tan especial!' Y una hora después, a las 22.10 horas, tenía al amor de mi vida piel con piel, mirándome y abrazándome con sus manitas», cuenta Iratxe en su relato, donde demuestra que madres, maternidades y partos hay más que uno. Por eso, insiste en que «no hay que compararse ni fijarse en escenas idílicas alejadas de la realidad de cualquier mujer normal que acaba de parir». «Las hormonas están disparadas, pero parir es un acto de empoderamiento. Es impresionante, no hay nada igual. Somos animales y, al final, puedes con todo y más, tiras como una jabata».
Tras el parto, llega el momento de conocerse a una misma en la nueva condición de madre y, al mismo tiempo, al bebé que acaba de nacer. Porque los niños del común de los mortales no traen un libro de instrucciones bajo el brazo. Y, mucho menos, un estilista. «Tu vida cambia completamente, porque, sobre todo al principio, es tu prioridad única y exclusiva. Tienes que alimentarle, cuidarle, dormirle, saber qué le pasa, que no llore... es un no parar y, al mismo tiempo, estás hecha polvo, cansada y dolorida». Se trata de un cambio «muy fuerte» al que «se debe adaptar toda la familia»: «La pareja, otros hijos, si los hay... Y también implicarse. La maternidad requiere de tiempo, paciencia y mucha ilusión, porque sino estás un poco metida en la mierda, tal cual».
Para colmo, muchas celebrities suelen compartir, escasas semanas después de dar a luz, las primeras fotos en las que muestran sus recuperaciones posparto exprés y sus vientres completamente planos. Lo vimos con Pilar Rubio, Irina Shayk, Malena Costa, Georgina Rodríguez... «¿Qué el posparto son 40 días? ¡Es mucho más! Te vas reencontrando contigo misma muy poco a poco, nada de estar de repente preciosa el día 41. Mi segundo hijo, Marko, tiene cinco meses y ahora es cuando empiezo a ver mi cuerpo un poco como era antes, un poco ¿eh?, porque nunca vuelve a ser igual». Tampoco hay que olvidarse de los cambios hormonales como la ansiedad, la irritabilidad, el cansancio y la depresión posparto que en España padecen el 35,14% de mujeres que dan a luz, según la marca Suavinex. «Cuando nació Marko estaba muy feliz, pero lloraba por las esquinas. Tienes una bomba de relojería en tu cuerpo, está descompensado, y emocionalmente te encuentras muy inestable. Y no quiero pensar cómo tiene que ser si encima te han dado puntos, tienes desgarros o problemas con la lactancia».
Pilar Rubio después de parir/ Yo después de parir. pic.twitter.com/9gQxZTVaKR
Olalá de fua (@olaladefua) March 26, 2018
Pilar Rubio tiene mejor cara después de parir que yo después de dormir 8 horas.
Enfermera Saturada 🦖 (@EnfrmraSaturada) March 26, 2018
Iratxe trabaja como consultora de recursos humanos en Randstad, pero pidió una reducción de jornada cuando nació Nikole. Y así seguirá hasta que sus dos hijos sean más mayores, porque sino «es inviable por mucho que haya guarderías y aitites que te ayuden». En su opinión, la conciliación sigue siendo una asignatura pendiente a la que le queda un largo camino por recorrer pese a ser una imperiosa necesidad social. «No quiero salir a las ocho de la tarde de trabajar y no ver a mis hijos. En nuestro caso, hemos decidido que sea mi pareja quien trabaje a tiempo completo. Pero, todavía hoy, sigue siendo la mujer la que renuncia a su carrera profesional, pide reducciones y excedencias y siente miedo de decir en la empresa que está esperando un hijo».
Por suerte, Iratxe cuenta con la ayuda de sus padres, que le echan una mano en este complejo malabarismo que supone la maternidad: «Me apoyan con la cría, van a buscarla a la ikastola... sino sería una locura, un auténtico caos». Y eso que, al menos, sus hijos «no han dado demasiados problemas para dormir», porque «si encima no descansas, pierdes la paciencia, estás de mal humor y te vuelves majareta». Hoy todavía resuenan en su mente las palabras de aquel ginecólogo que le advirtió que «las preocupaciones de madre son para toda la vida». Eso sí, se le olvidó mencionar que durante el camino se encontraría con otra compañera de viaje: la culpa. «Culpa si estás más tiempo con un hijo que con el otro, culpa de no llegar a todo, culpa de ir con las amigas a tomar un café... Pero hay que intentar acallarla en la mente, porque lo hacemos lo mejor que podemos. A una amiga que ha sido madre hace poco, le recomendé que no se hiciese muchas preguntas en el posparto, que no se exigiese demasiado, porque es un momento en el que estás muy vulnerable, pero acabas viendo la luz al final del túnel».
Y, por lejano que parezca, acabas teniendo más tiempo para ti y para cuidar tu relación de pareja. «Yo le digo a Jon que ahora somos un equipo, pero dentro de poco volveremos a reencontrarnos a tope como pareja. De hecho, ya hemos marcado en el calendario que cuando Marko cumpla un año, este verano, nos marcharemos un fin de semana largo por ahí los dos». ¿Iréis a por un tercero? «Me encantaría, pero tengo que convencer a mi marido, que a veces me dice que sí y otras que si estoy loca. Mis hijos son lo mejor de mi vida, mi sueño hecho realidad y te reconforta con creces, pero es muy duro y agotador, que no nos engañen».
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