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Mercedes, Mariana, Cristina y Andrea han tenido que salir fuera para triunfar en un sector difícil y con mucha competencia. E. C.
Estas son las vizcaínas que pisan fuerte en el mundo de la moda

Vizcaínas influyentes en la moda

Estas son las vizcaínas que pisan fuerte en el mundo de la moda

Triunfar en este sector no es algo que esté al alcance de muchos. Es un área difícil, con mucha competencia y en el que, a menudo, tienes que volar lejos para conseguirlo. Hablamos con cuatro mujeres nacidas en Bizkaia que hoy ocupan puestos de alta responsabilidad. «Para volver siempre estás a tiempo»

Sábado, 21 de octubre 2023

El mundo de la moda es una plaza difícil. Llegar cuesta, mantenerse agota y sobresalir... es casi imposible. «Hay mucha gente y pocos puestos», confirman quienes trabajan en él. Además de los diseñadores que más nombre tienen y de Anna Wintour, la todopoderosa jefa de la revista 'Vogue' desde 1998, hay toda una serie de profesionales cuyos movimientos marcan tendencia e influyen en todos nosotros. Entre ellos, hablamos con cuatro mujeres vizcaínas, de menos de 45 años, que han conseguido una carrera exitosa a base de esfuerzo, trabajo y persistencia. Las cuatro han tenido que salir fuera de nuestras fronteras para obtener esos logros: alguna ha vuelto; otra, ni se lo plantea. Pero todas coinciden en perderle miedo al cambio y confiar en el trabajo propio.

  1. Cofundadora de Mércules 43 años

    Mercedes Gallego: «Nunca me ha dado miedo emprender y cambiar»

E. C.

Mercedes Gallego creció como una niña inquieta a la que le gustaba mucho dibujar y poco los números. Le costaba estarse quieta y no era la mejor estudiante. A veces «suspendía», sobre todo en lo que tenía que ver con las matemáticas. Sin embargo, aquellas asignaturas relacionadas con el arte se le daban excepcionalmente bien. Fue creciendo y cuando le llegó la hora de elegir a qué dedicarse lo tuvo claro: «Me iban las artes visuales». Y se marchó a Londres, donde obtuvo plaza en la mejor escuela de diseño del mundo, la Central Saint Martins. Por sus aulas han pasado grandes modistos como John Galliano, Alexander McQueen, Phoebe Philo, que fue directora creativa de Chloé y Céline, o Ricardo Tisci, exdirector creativo de Givenchy y Burberry.

Sus padres, conscientes de que lo importante era su felicidad la apoyaron en su decisión. Y ella descubrió el diseño textil, un sector al que decidió encaminar sus pasos. Tenía talento y sus profesores lo vieron enseguida. Su primer trabajo en el sector fue para Galliano y Dior. «Fue una gozada, te dejaban hacer», recuerda. Luego pasó a Stella McCartney. Cuenta que le sirvió mucho para aprender del negocio, de dentro a afuera.

Estaba feliz, pero se planteó que había llegado el momento de volver. «Quería estar cerca», reconoce. Pero no dejó de formarse. «Necesitaba complementar mi currículum. La parte creativa la tenía, pero me faltaba profundizar en la gestión de una empresa de moda», admite. Así que aprovechó la situación y se matriculó en un MBA en Madrid. Ya establecida aquí, fichó por Loewe. «Trabajé diseñando en el departamento de accesorios y pequeña marroquinería y me encantó». A los dos años, recibió la llamada de Massimo Dutti y en 2014 dejó todo y fundó Mércules, su marca de accesorios, con Alejandra O'Shea.

Gallego es la parte creativa, O'Shea, la empresarial. Juntas forman un equipo multidisciplinar que ha hecho que la firma sea hoy una de las más importantes del sector. «Una de las mejores lecciones que me han dado en este mundo es que hay que ser feliz haciendo lo que te gusta», admite. Y ella lo ha conseguido. Sabe que no es fácil, pero hay que insistir: «Soy muy testaruda».

Según Forbes, es una de las mujeres más influyentes en el mundo de la moda. Sin embargo, su forma de trabajar nada tiene que ver con la de los tiburones de Wall Street. Su jornada laboral empieza pronto. «A las 6.30 horas ya estoy paseando el perro» y a la vuelta se pone manos a la obra. Trabaja en casa y solo visita las oficinas o las fábricas en las fases necesarias. «Lo hago por mí y por ellos: para no despistar ni despistarme», ríe.

Su historia es de éxito, pero también avisa: «No todo es tan bonito, sobre todo en los comienzos». «La suerte que yo tengo es que no me ha dado miedo emprender y cambiar», añade. Y detrás del glamour que destila la moda, también hay mucho trabajo: «Cuando estuve en Dior, las 48 horas anteriores a un desfile eran terribles. Me acuerdo de una vez que en la furgoneta, camino del sitio, estábamos cosiendo a mano apliques de pelo a algunas prendas».

- ¿Cómo compatibiliza un trabajo tan absorbente con la vida personal

- Mércules es parte de mí, de mi vida y de mi casa. Y llega un punto en que no lo considero trabajo.

  1. Directora de belleza de Cosmopolitan 29 años

    Mariana Portocarrero: «Es fundamental tener actitud, hay mucha gente y pocos puestos»

Antonio Terrón

Lo primero que sorprende de Marina Portocarrero es su juventud. Con 29 años, es directora de belleza de la revista Cosmopolitan, pero antes, ha pasado por otras publicaciones top como Vogue y Elle. Su dedicación y su talento le han granjeado la posición en la que se encuentra ahora y que ella misma define como una «recompensa» al trabajo precedente. «Detrás de todo estoy hay muchas prácticas y muchos años trabajando como freelance», advierte. De hecho, empezó como becaria y ha ido subiendo la escalera peldaño a peldaño.

«Al principio me proponía para cubrir lo que hiciera falta», admite. Y esto es, asegura, es muy importante cuando empiezas: «Tienes que estar a tope y ser consciente de que muchas veces tienes que ofrecerte a hacer lo que nadie quiere hacer». El mundo de la moda y la belleza es duro : «Hay mucha gente y pocos puestos, así que es fundamental tener actitud para que se acuerden de ti cuando necesitan a alguien».

No desanima a quien quiera intentarlo, pero cree que es necesario saber que hay que ser sacrificado. Y estar formado. Portocarrero se marchó a París tras acabar el Bachillerato en el Colegio Francés de Bilbao para estudiar en la Escuela Superior de Artes y Técnicas de la Moda, Esmod. Antes de acabar la carrera, empezó a hacer prácticas y pasó por la casa Missoni. Luego volvió a Madrid para hacer un máster en Comunicación Visual y Digital y lanzarse de pleno al mercado laboral.

Sus padres le apoyaron en sus decisiones, «aunque lo que les dejó más tranquilos fue que vieron que lo que estudiaba tenía una aplicación empresarial», ríe. Y eso que el gusto por la moda en casa existía, «aunque desde el punto de vista de la estética», precisa. No así en ella, a la que de pequeña no le interesaba. «Ni siquiera me gustaban las Barbies», se ríe ahora. Sin embargo, a día de hoy, en su baño tiene más productos de los que usaría una persona normal. «Aunque tampoco te creas que me vuelvo loca. No pruebo más de un producto de cosmética a la vez». Eso sí, el almacén de la oficina está repleto… y eso que es «enorme».

- ¿Qué le ha sorprendido del mundo de la belleza?

- Hay mucho dinero en juego. Pero también me he encontrado con menos competitividad y más amabilidad de la que esperaba. Además, en España tenemos a los mejores fabricantes de cosmética.

Sin haber cumplido los 30 Portocarrero está en un puesto directivo, un fenómeno poco común en el mundo empresarial de nuestro país. Ella misma lo admite. «Esto no es un sprint, es una carrera de fondo». Y echa mano de la película 'El diablo viste de Prada': «No te tratan mal como le ocurría a la protagonista, pero sí hay que empezar desde abajo e ir demostrando tu valía. Eso sí, sin perder la educación. Es lo más importante».

También hay que estar dispuesto a ciertos peajes, como estar disponible. «Compatibilizar este trabajo con tu vida personal es difícil. Yo no puedo decir que tenga un horario de oficina», señala. Y es que hay momentos en los que hay que poner toda la carne en el asador. Eso sí, con el tiempo selecciona mejor aquello por lo que merece la pena sacrificar su tiempo libre: «Ahora elijo mejor mis batallas, aunque siempre contesto al teléfono».

  1. PR Manager de Pandora 38 años

    Cristina Quintana: «Si no lo te valoras tú, ¿quién lo va a hacer?»

E. C.

«Me fui a Londres de au-pair para mejorar el inglés y estuve diez años». Quien habla es Cristina Quintana, manager de Relaciones Públicas en Pandora, una firma danesa de joyas que ocupa el tercer puesto en el sector solo superada por Cartier y Tiffany. Nada más acabar la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas en la UPV/EHU hizo las maletas en busca de nuevas experiencias.

Además de cuidar de niños, también estuvo trabajando en Zara «hasta que me plantee que tenía que meter la cabeza en lo mío y no perder el tiempo», admite. Dejó su trabajo de lunes a viernes y buscó prácticas que le permitieran coger experiencia. Los fines de semana seguía trabajando en Inditex «Pasé de trabajar 40 horas a solo 16, con lo que eso suponía también en sueldo». Ingresaba al mes unas 600 libras con las que pagarse el alquiler, la comida, el transporte… «Recuerdo que alguna vez llegué a casa llorando de cansancio».

Fue una etapa dura, pero la entendía como una inversión para llegar a donde está hoy. No tenía la certeza de que fuera a ocurrir pero sí las ganas. Confiaba en sí misma. «Además, me di cuenta de que en Reino Unido te valoraban más por lo que hacías que por de dónde venías o de quién eras familia, algo que en España todavía pesa mucho». Estuvo dispuesta a ese sacrificio, que no le salió gratis: »Claro que tuve que renunciar a cosas, entre ellas, a ver a mi madre todos los días». Precisamente eso, el sacrificio, es una característica que echa en falta ahora entre los que empiezan. «Hay que saber que las cosas no se regalan, te las tienes que ganar», precisa.

Su currículum profesional es denso y ha trabajado en firmas muy importantes. Estuvo de prácticas en Alberta Ferretti durante 3 meses y luego pasó al departamento de Relaciones Públicas y Marketing de Escada otros seis meses. De ahí dio el salto al universo LMVH, el conglomerado más importante del mundo de la moda, del que forman parte Louis Vuitton, Christian Dior, Fendi Y Givenchy…Fueron experiencias que le aportaron mucho y le permitieron conocer muchos secretos del negocio. Reconoce también que la meritocracia funciona mejor fuera que dentro de nuestras fronteras.

«Después de Fendi, decidí probar el otro lado y trabajé como 'freelance' en una agencia», apunta. Era septiembre de 2013. Diez meses más tarde se cruzó en su camino L'Occitane, donde estuvo tres años y llegó a ser jefa de Comunicación. «Toqué techo», se sincera. Así que volvió al mercado a ver qué había que pudiera saciar su sed de seguir aprendiendo y se unió a Caudalie, una firma de cosmética basada en la uva que acaba de cumplir 20 exitosos años. Estuvo dos años y de ahí, a su puesto actual en Pandora.

- ¿Ya no se lleva estar veinte años en la misma empresa?

- Pasar por varias diferentes es muy enriquecedor. Sobre todo, al principio, que eres una esponja. Aprendes con el cambio y evita que te apalanques. Consigues un perfil más versátil. Yo estoy superagradecida a todas las empresas que me dieron una oportunidad.

Otro asunto que aconseja es creer en uno mismo. «Si no lo te valoras tú, ¿quién lo va a hacer?». Eso, no significa ir de 'sobrada', pero sí olvidarse de la falsa modestia. »A mí me lo dijeron mis compañeras de L'Occitane y me sirvió de mucho», admite. Asimismo, alerta del doble juego al que se enfrentan las mujeres en puestos directivos. «Lo que en un hombre son virtudes, en nosotras a veces se interpreta de forma negativa. Si tienes un carácter fuerte y eres una mujer asertiva puede que te califiquen de agresiva». Así que aconseja tener personalidad y confianza.

  1. Directora senior de Diseño en Carolina Herrera 38 años

    Andrea Robredo: «Acepté un puesto en prácticas sabiendo que me iba a gastar los ahorros»

E. C.

«Crecí entre máquinas de coser y telas, así que no fue ninguna sorpresa que quisiera dedicarme a la moda», ríe Andrea Robredo. Es hija de Juana Ruiz, la mitad de la famosa firma bilbaína Jota+Ge que puso punto y final a su historia en 2016. Con solo doce años, recuerda acompañar a su ama a las ferias de París en busca de inspiración, materiales y clientes. Así que cuando le tocó elegir carrera «no me veía en otra cosa que no fuera la moda». Se fue a Madrid, a estudiar en el Istituto Europeo di Design, y de ahí dio el salto internacional. Amplió conocimientos en el London College of Fashion y se sacó un máster en Polimoda la prestigiosa escuela de Florencia.

Con cada curso, era consciente de que le movía la pasión y tenía que seguir con ello. «Fueron experiencias fantásticas», relata. En la ciudad italiana, además, coincidió con talentos de veinte países diferentes e hizo «amistades para toda la vida». Sus profesores también vieron su talento y la recomendaron para el que fue su primer gran trabajo como profesional. «Vino el equipo de Prada a buscar gente en prácticas y a mí me dieron el trabajo directamente», comenta todavía sorprendida.

Se mudó a Milán sin tener ni idea de italiano, pero como a la fuerza ahorcan, a los seis meses ya se defendía perfectamente. Empezó en un área que no era la suya, llamada 'retail' y 'merchandising', que le sirvió como rampa de despegue. Luego, la pasaron a Miu Miu, donde ya «colaboraba con el departamento de diseño, un proyecto más híbrido». «Fue una escuela dura, donde había mucha disciplina y mucha competencia, pero aprendí muchísimo. De moda y de negocio, que también es muy importante», detalla.

En 2010 regresó a Reino Unido para trabajar con uno de sus ídolos, Tom Ford. «Fui a la entrevista con un portfolio que hice en cuatro noches, después de salir de trabajar». Y gustó tanto que le ofrecieron unas prácticas de 3 meses. «Lo acepté con mucha ilusión aun sabiendo que me iba a gastar los ahorros». Luego, la contrataron como diseñadora junior. «Hice de todo, para mí era lo más».

El salto a Nueva York lo dio hace diez años. Fichó por Ralph Lauren tras una entrevista personal con él. «Fue lo más de lo más», ríe. A partir de esa experiencia fue encadenando diversos puestos en otras tantas empresas. En Carolina Herrera lleva casi cuatro años y desde hace medio año es directora senior de diseño, o lo que es lo mismo, la mano derecha del modisto Wes Gordon. ¿Suerte? «Aquí nadie regala nada. No es un mundo sencillo, poca gente consigue lo que quiere, tienes que trabajártelo y tener buenas referencias. El boca a boca es importante», se reivindica.

A ella, de momento, le gusta estar en un segundo plano, prefiere que los focos se dirijan hacia otros. Lo suyo es más un trabajo de hormiga. Y aunque sabe que está en un buen puesto, también cuenta que no se puede dormir en los laureles: «En el mundo del diseño de moda cada pocos meses pasas un examen». Son las presentaciones de las colecciones: «Exponemos nuestro trabajo para que sea juzgado», explica. Y luego están las ventas «que dependen de factores externos». Así que no hay descanso posible.

Ni glamour. «En el equipo de diseño todos, desde le patronista, al diseñador, las modistas…, estamos en zapatillas», ríe. Y cuando se acerca la fecha de presentación del trabajo y los desfiles, las jornadas son maratoniana: «Las tres semana anteriores a una pasarela, trabajamos 14 horas diarias».

- ¿Ha renunciado a muchas cosas por este trabajo?

- Lo más importante es estar lejos de la familia y de los amigos. Me he perdido muchas bodas y reuniones. Pero no me arrepiento. Este trabajo también me da muchas cosas.

- No se queja…

- Claro que sí. La vida en Nueva York no es fácil. Pero cuando lo hago mi madre me dice que por qué no vuelvo a casa y mi respuesta siempre es la misma, sigo disfrutando. Para volver siempre estoy a tiempo.

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