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Mantuvo colgado durante semanas el cartel de 'Cerrado por vacaciones' hasta certificar su defunción definitiva. Se ha ido sin hacer ruido, mientras Bilbao sigue incapaz ... de echar el freno a la cascada de cierres. La cadena de ropa juvenil Valentina ha sido la última firma en echar el cierre en la capital vizcaína tras fracasar su plan de reestructuración. Contaba con una plantilla de casi 60 personas, fundamentalmente en sus instalaciones y centro logístico en Alicante, y movía un negocio de casi 9 millones de euros, pero detrás de estas cifras se adivinaba el trasfondo de una compañía 'low cost' que llevaba tiempo agonizando.
La compañía ilicitana protagonizó un crecimiento fulgurante tras la pandemia. Se alimentó del negocio electrónico. Parecía que se iba a comer el mundo, pero la pandemia cortó en seco su vertiginosa expansión y puso en jaque el incipiente emporio de tiendas físicas.
Ahora Valentina ha bajado la persiana y liberado uno de los mejores locales de Indautxu, junto al Hotel Ercilla. La empresa iba como un tiro y apostó fuertemente con la apertura de establecimientos en Madrid, Valencia, Bilbao, Sevilla o Zaragoza. Sin embargo, solo ha aguantado cuatro años en la villa.
Otra más, aunque en este caso la desaparición está vinculada a problemas empresariales internos. «No es un problema de ciudad», esgrime una de las agentes inmobiliarias más relevantes de Bilbao, Begoña Cembrero. Valentina lo intentó de todas las maneras. Llegó a abrir los domingos en una ciudad que cada vez se va desperezando más en este sentido.
Y promovía grandes descuentos, pese a que el precio de la mayoría de las prendas oscilaba entre los 20 y 60 euros. Valentina Brand Shop, como también se le conocía, intentaba, sobre todo, atraer y mantener a una clientela fiel enganchada a las tendencias.
El negocio vivió alimentado, como tantos otros, por el aliento ficticio de blogueras e 'influencers' con las que logró un fuerte crecimiento en apenas unos meses, hasta el punto de que la tienda online obtuvo varios premios dirigidos a startups y comercios virtuales emergentes. Sin embargo, el salto al mercado físico nunca llegó a cuajar y pasó, en un pispás, del éxito a la liquidación. Acumulaba un pasivo de casi 1,7 millones de euros a la Agencia Tributaria y la Seguridad Social.
Aun así, la marca ilicitana, surgida en 2015, con una inversión inicial de apenas 200 euros bajo la denominación de La Tienda de Valentina, intentó, con nulo éxito, sacar adelante el plan de reestructuración que pactó en 2023 para lograr un respiro financiero y reponerse de las pérdidas de más de 1,2 millones de euros registradas en 2024.
Cambió el modelo de negocio y redujo la estructura comercial con la clausura de cinco de los establecimientos que mantenía en Valencia, Sevilla, Zaragoza, Santander y Oviedo. Le sirvió de bien poco a la empresa fundada por Beatriz Sánchez, que ve esfumar, con la misma rapidez con la que lo creó, un éxito sustentado en diseños «cómodos, prácticos y bonitos».
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