Tienda en Bilbao (taller de cerámica)
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Tienda en Bilbao (taller de cerámica)
La nueva tienda-taller de cerámica en Bilbao para escapar del estrés y hacer amigos«¿Qué precio le decimos? ¿Diez euros?». Maru Maravilla y Naia Mira acaban de vender su primera taza de porcelana a una familia inglesa que se ha interesado por esta pieza artesanal al verla en el escaparate. «Todavía no nos ha dado tiempo ni a poner los precios, pero hace mucha ilusión que se fijen en algo que has creado tú con todo el cariño», celebra Naia. Estas dos amigas, que se conocieron hace tres años mientras estudiaban el Máster en Cerámica de la UPV/EHU, soñaban durante aquellas horas en clase con abrir su propio espacio creativo. Ambas se veían montando un negocio en el que pudiesen realizar y vender sus creaciones, impartir clases de cerámica para compartir con otras personas todo lo que habían aprendido y, además, acoger exposiciones de otros artistas. Un deseo que se ha materializado ahora en forma de Zimiko Estudio, la tienda-taller de cerámica que acaban de abrir en el número 19 de la calle Somera. «Aunque emprender es duro, estamos muy ilusionadas con nuestro pequeño proyecto. Es el momento de hacer piezas bonitas, ver qué sale del horno, buscarle un lugar y generar lazos con los alumnos», dicen emocionadas.
Maru y Naia han explorado diferentes caminos artísticos gracias a su gran capacidad creativa. Maru, argentina de 29 años, se licenció en Artes Plásticas en su país y se mudó a Bilbao para cursar el máster de cerámica. «Me enamoré de la ciudad y de toda la gente que he conocido, así que al terminar los estudios pensé que sería buena idea quedarme para seguir desarrollando mi carrera. Aquí descubrí que tengo tres apellidos vascos, que mi bisabuela Pilar era navarra», ríe. Naia, por su parte, bilbaína de 28 años, estudió Bellas Artes en la UPV/EHU. Después de un tiempo sin tocar la arcilla, trabajando en empleos que no estaban relacionados con la cerámica, estas emprendedoras decidieron a principios de año que había llegado el momento de apostar por su verdadera pasión. «Juntamos fuerzas y ahorros y empezamos a buscar un local», cuentan.
El auge de los talleres de cerámica en Bilbao demuestra que la fiebre por el barro va para largo. El modelado de objetos cotidianos gana cada día más adeptos que deciden aprender técnicas artesanas para salir de la rutina, hacer amistades, canalizar su expresión artística o aparcar la vida digital. En Ziriko Estudio imparten clases de cerámica de lunes a jueves, tanto por la mañana como por la tarde, para quienes quieren iniciarse en este arte ancestral o ya tienen conocimientos básicos. «Les enseñamos diferentes técnicas, como el modelado, el pellizco o los churros. Las hornadas y los materiales están incluidos. Queremos hablar con asociaciones de padres y madres de alumnos para que también se apunten niños». Su estudio, además, funciona como un espacio de coworking para que personas con cierta experiencia en la materia puedan explorar su creatividad y contar con un lugar en el que producir sus piezas. «Al salir del máster, queríamos seguir haciendo nuestras creaciones, pero nos faltaba un espacio, porque la infraestructura para un taller de cerámica no es fácil de conseguir, así que les proporcionamos nuestro local para que puedan desarrollar sus propuestas».
También ofrecen talleres monográficos los fines de semana para aficionados rendidos al poder terapéutico del barro. «Vamos variando la temática. Por ejemplo, cerámica y plantas, donde aprendemos a hacer una maceta y un sistema de autorriego; cerámica y sonido, donde creamos un altavoz para el móvil; cerámica y luz para crear portavelas, candelabros... Y los domingos queremos sacar talleres dirigidos a familias, con temáticas más infantiles», adelantan. También pretenden dar clases puntuales, con picoteo incluido, a grupos que quieran celebrar un cumpleaños, una despedida de soltero, una cena de trabajo o un plan diferente en cuadrilla mientras disfrutan de esta actividad que «desestresa y engancha».
En Zimiko Estudio, que ocupa un local que llevaba seis años cerrado y que estas emprendedoras han acondicionado durante todos estos meses, destacan las piezas de cerámica creadas por ellas, que conviven con libros, plantas y mesas largas para acoger a sus nuevos alumnos. «Una parte del escaparate, la hemos reservado para nuestras creaciones, que están todas a la venta. De hecho, nos gustaría sacar pronto una colección conjunta. Y en el otro lado del taller, queremos exponer las obras de otros artistas, desde cuadros hasta esculturas. No nos cerramos a nada, porque somos interdisciplinares y, además, sabemos lo mucho que cuesta darse a conocer». Ellas intentan atraer clientes anunciando sus cursos en su nueva cuenta de Instagram, en los carteles que reparten y en la pizarra de caballete que han colocado fuera del local, pero no tardarán en beneficiarse del boca a boca. «Estamos muy motivadas y con los brazos abiertos para recibir a todas aquellas personas que quieren descubrir la cerámica y a quienes ya la aman, como nosotras».
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