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Quedo con mi amigo Alex, recién divorciado, y le hago 'la cobra'.
Quedo con mi amigo Alex, recién divorciado, y le hago 'la cobra'

Sexo en Nueva Bilbao (IV)

Quedo con mi amigo Alex, recién divorciado, y le hago 'la cobra'

Necesitaba hablar de su reciente separación, así que nos citamos en La Mula de Moscú. Y de repente me encuentro su cara en la mía...

Karri Bilbao

Viernes, 29 de noviembre 2024, 00:20

SEXO EN NUEVA BILBAO

Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.

Las calles de Bilbao son el campo de acción perfecto para analizar las fases por las que pasa un divorciado. Y es que habrá excepciones que confirmen la regla, pero no nos engañemos, la originalidad es una rareza y la mayoría pasamos por la necesaria prueba y error repetitiva que alimenta la estadística. Por eso, cuando alguien me cuenta que está divorciado, inmediatamente después pregunto desde cuándo porque, según sea la respuesta, ya tengo datos más que suficientes para saber a qué atenerme… Vale, no es infalible, pero sí una pista para avanzar o, salir despavorida por el sentido contrario.

Con este pensamiento espero puntual a Alex, compañero del sector desde hace años que sabe que me divorcié y necesita hablar sobre situaciones comunes tras su reciente separación. Quedamos en La Mula de Moscú, un local con mesitas bajas y música a un volumen que permite hablar sin gritar. Es martes, pasadas las siete de la tarde, y alrededor hay una pareja que no para de besarse mientras otra, dos mesas más allá, mantiene una conversación de despedida, es evidente, porque ambos tienen caras compungidas y han dejado de mirarse a los ojos desde hace rato. En esas llega Alex, que me da dos besos en las mejillas al tiempo que en un primer vistazo le noto muy cambiado. No sabría decir qué es y me lo callo…

Tras las tópicas preguntas que duran escasos minutos, abordamos el tema que nos ha reunido. Rebosa energía le mire por donde le mire, más allá de que confirme que se ha matriculado en un gimnasio y que no falta a las clases de pádel. Algo acelerado, cuenta que está feliz transcurridos seis meses desde que firmó los papeles. Conoció por Tinder a una chica de la que se confiesa ilusionado y sale cuantas veces puede con un par de amigos en parecidas circunstancias a las suyas. En realidad, los ha conocido por la aplicación 'Amigos Bilbao', y da gracias a ello porque, hasta entonces, se ha encontrado fuera de lugar y más solo que la una.

No me había dado cuenta al saludarnos, pero cuando se dirige al servicio tras beber dos cañas, observo que ha cambiado la gabardina y los mocasines habituales por zapatillas coloridas y una chamarra a juego. No le sientan mal, solo es un estilo distinto a lo acostumbrado. Regresa a la mesa con el rostro cambiado y de la euforia pasa a la tristeza en cuestión de segundos. Vive de alquiler en un apartamento lejos de sus hijos y hace malabares por estar con ellos cuando la custodia lo permite. Le digo que es normal que tenga altibajos y que todos pasamos por picos y valles. Agradece las palabras de consuelo a la par que me roza la mano con sus dedos. Es un amago de caricia que ignoro porque me pilla desprevenida. De pronto, se cambia de sitio y me encuentro su cara en la mía con intención de darme un beso. Menuda situación incómoda se crea tras hacerle una cobra. Pero insiste como si hubiera sido un despiste y no se da por aludido. «Oye, que no quiero nada contigo, más que ser amigos», le digo. Se disculpa y le entra la prisa por despedirnos, avergonzado. Resto importancia a lo sucedido y le pido que, por favor, lo olvide. De camino a casa, recibo otro lo siento por WhatsApp… Ay, ¡qué pereza! A ver cuándo nos veamos la próxima vez por trabajo cómo hacemos para que a él se le pase el apuro y yo actúe como si nada hubiera ocurrido.

Alex tendría que asistir a una charla aleccionadora de los veteranos en esto de la soltería. También reciben cobras de vez en cuando, pero han tragado tantos sapos y culebras que ya se han hecho inmunes y apenas les mina la moral. Todo lo curará el tiempo, es un recién divorciado…

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