En Bizkaia Dmoda recogemos cada viernes los testimonios sobre Tinder que llegan a nuestro email bizkaiadmoda@gmail.com. Tras unas semanas en las que solo recibíamos experiencias negativas y decepcionantes, últimamente la situación ha dado un giro radical (menos mal) y nos alegra ... estar conociendo historias en las que ¡el amor ha triunfado! Es el caso de Víctor, que nos contó que, después de dos citas fallidas, va a hacer un año junto a su chica. Y hoy traemos el relato de Leire, que también encontró en Tinder aquello que buscaba:
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¡Hola! Soy Leire, tengo 22 años y puedo decir que Tinder ha cambiado mi vida. Cada historia de amor empieza de una forma diferente: hay parejas que se conocen por otros amigos, en una fiesta... o incluso por ser vecinos. Pues a mí no me avergüenza reconocer que encontré a mi novio en Tinder. Sí, en Tinder, la app para conocer gente y tener encuentros casuales. Claro está que no todos entramos buscando eso.
Todo empezó un 30 de septiembre, justo un día después de la mejor celebración de cumpleaños que tuve en años. Me habló él -los dos nos habíamos dado 'match'- a las 09.57 horas de la mañana. Sí, me acuerdo del momento exacto. «Holaaaa, que bonita sonrisa tienes :)», me puso. Yo solo atiné a responderle con un «Hola, oh gracias». Le contesté a la una de la tarde, recién levantada. Ya le expliqué que había sido mi cumpleaños y estaba cansada tras limpiar toda la casa.
Después de felicitarme con retraso y estar hablando durante horas, me hizo la gran pregunta: «¿Hablamos mejor por WhatsApp?». En ese momento, pensé: «Ayyyy no, lo típico que te dicen para sentirse 'lo más' por haber conseguido un móvil». Así que le respondí que mejor me pasase él su número de teléfono. Quería ver su reacción, si se echaba para atrás, pero no pasó ni un minuto hasta que me lo mandó. Dudé en hablarle. «Va a pensar que estoy desesperada por escribirle tan rápido». Así que dejé pasar unos diez minutos antes de hacerlo.
Mientras hablábamos, hubo algo que nos llamó mucho la atención a los dos. Sentíamos como si nos conociésemos de antes. «¿Dónde nos habíamos visto?», «¿habíamos coincidido en algún bar, discoteca, barrio o fiesta?». Nos hicimos muchas preguntas buscando explicaciones y nada. Complicidad, conexión, feeling... ahí estaban todas las respuestas.
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El día que tocó conocernos en persona yo estaba muy nerviosa. «Si es un loco sólo gritas y te vas, si es simpático te quedas», me repetía a mí misma mientras estaba de camino a la cita. Iba cardiaca, pensando en lo peor. De repente le vi llegar y me dije: «Dioooos, me voy, me voy.. .Nonono ¿Se dará cuenta de que soy yo?, ¿Y si no me parezco a la de las fotos? ¿Qué pasa si no me reconoce?». La inseguridad se apoderó de mí. Parecía que el tiempo se había detenido, menos mal que cuando estuvimos frente a frente la situación se tranquilizó. ¡No era un loco! Y hasta el día de hoy todo ha sido como una película de amor. Eso sí, con escenas de drama, comedia, aventura... Una aventura que continuará el 10 de octubre del próximo año. ¡Nos casamos! Sí, somos jóvenes, pero aún creemos en el matrimonio.
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