Tras la pandemia, el ocio nocturno vive un momento dulce, con bares de copas y discotecas a tope de gente que quiere recuperar el tiempo perdido durante los meses de encierro e incertidumbre. Pero en muchas ocasiones la fiesta termina en desmadre, según denuncian los ... vecinos del centro de Bilbao que residen en las calles en las que se ubican este tipo de locales y que se consideran afectados por los ruidos y otras molestias. Recogen firmas de nuevo para pedir al Ayuntamiento que garantice su derecho al descanso. La Asociación Uribitarte Anaitasuna ha invitado a los residentes de esta vía y del entorno de Jardines de Albia, las calles Arbolantxa, San Vicente, Mazarredo, Ibáñez de Bilbao y Colón de Larreátegui a estampar su firma en un documento para trasladar su malestar al Consistorio.
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En él exigen que la Administración municipal reconsidere los locales de gran aforo, la limitación de los horarios de cierre en zonas residenciales como la suya y, fundamentalmente, «un cambio de ubicación de las actividades que dan origen a esta situación». Es decir, su desplazamiento a lugares «donde no interfieran» con la vida de los residentes. A zonas «en las que no causen molestias».
Por las comunidades circula una hoja de rúbricas en la que los vecinos manifiestan su hartazgo «por el botellón consentido, los gritos, las peleas y el uso indebido del espacio público» que les impide «conciliar el sueño las noches de los jueves, viernes, sábados y de las vísperas de festivo».
Según denuncian, en esta zona hay un aforo acumulado de 3.000 personas en los diferentes pubs y discotecas. Éstas pueden abrir hasta las seis de la mañana. «Es mucha gente que entra y sale, toda ella repartida en unas pocas calles», abundan. El problema se produce por el «el uso impropio del espacio público, que es de todos. Se forman aglomeraciones, griterío, peleas, la gente orina entre contenedores... Y todo ello es producto del alcohol», denuncian. A esto se suma también el ruido que provocan las personas que realizan botellón en la vía pública y la «suciedad». En los Jardines de Albia, las concentraciones han alcanzado unas proporciones colosales. Cuando los locales cierran, los camiones de la limpieza también impiden conciliar el sueño a los vecinos otro rato más.
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«Si hace calor no podemos ni abrir las ventanas. Lo que pedimos es dormir siete horas seguidas por la noche los siete días de la semana. La situación es insoportable», apuntan. Todo ello, sostienen en el escrito que van a dirigir al Ayuntamiento, les provoca afecciones en la salud de las que responsabilizan al Consistorio, al que piden que garantice su «derecho al descanso» con el cumplimiento de la Ley. La asociación admitirá firmas hasta el 10 de noviembre y después la intención es acudir al turno popular del Pleno municipal.
Fuentes de la asociación apuntaron que el 3 de noviembre del año pasado se reunieron con el alcalde, Juan Mari Aburto, y le sugirieron una serie de medidas. «Pero aún seguimos sin respuesta y sin acciones». Una de las peticiones a la que sí dieron respuesta los responsables municipales fue a la colocación de sonómetros. El Ayuntamiento desplegó 37 por la ciudad que ofrecen datos a tiempo real. Cada 15 minutos se publica el nuevo valor. Aun así, residentes denuncian que el histórico de datos que les permitiría realizar un seguimiento exhaustivo de las franjas horarias con más contaminación sonora no está a disposición del público.
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