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36 meses. Exactamente tres años. Es el tiempo que se tardará en construir la futura Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU junto ... al hospital de Basurto. En la mañana de este viernes, el lehendakari, Iñigo Urkullu ha presidido el acto de colocación de la simbólica primera piedra que da el pistoletazo de salida a las obras. Si todo va bien, el nuevo centro de formación de personal sanitario abrirá sus puertas para el curso 2026/2027, en un contexto en el que la sociedad vasca tiene una necesidad urgente de incorporar doctores, especialistas y personal de enfermería. Una carencia que la pandemia se encargó de acentuar.
En este contexto, Urkullu ha asegurado que el nuevo equipamiento docente hará posible «ofertar nuevas plazas» para estudiantes que deseen desarrollar su carrera en el mundo de la medicina. El lehendakari, no obstante, no ha precisado cuántos médicos más podrán salir de la facultad cada año gracias a esta iniciativa.
Lo que sí ha querido dejar claro el máximo responsable del Gobierno vasco es su «apoyo inequívoco a la Sanidad y a la Educación públicas». Urkullu ha insistido en que sus palabras no son vacías ni se trata de una frase manida. «Esta apuesta se demuestra con inversiones, como los 62 millones que aquí vamos a destinar para levantar este edificio». De aquí a 2030, el lehendakari ha asegurado que se van a reservar 100 millones a proyectos que permitan «fortalecer el ecosistema formativo» y de investigación relacionado con la el mundo sanitario.
La nueva facultad posibilitará jubilar las viejas instalaciones de Leioa, muy afectadas por el paso del tiempo y alejadas de un centro médico, lo que dificulta que se impartan clases prácticas. Por el nuevo centro de saber y estudio pasarán cada año más de 2.000 alumnos: 1.200 jóvenes que integran los diferentes cursos del grado de Medicina, los cerca de 700 del de Enfermería y los 240 Fisioterapia.
El camino hasta esta primera piedra no ha sido fácil. Gorka Moreno, vicerrector del campus de Bizkaia de la UPV/EHU, ha recordado, por ejemplo, que la idea se empezó a trabajar en 1991. El proyecto ha sufrido numerosos vaivenes y contratiempos. Y, sobre todo, ha requerido de un encaje de bolillos a nivel urbanístico, ya que la operación ha necesitado de cambios, permutas y modificaciones que no habrían sido posibles sin la colaboración del Ayuntamiento.
Así que, en el acto de la colocación de la primera piedra, también ha tenido su protagonismo el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto. El regidor ha puesto en valor el hecho de que con la nueva facultad, la villa avanza hacia ese proyecto llamado Bilbao ciudad universitaria. Se espera que cuando el bloque de 9 plantas abra sus puertas, se contabilizarán 11.000 alumnos cursando sus estudios en la capital vizcaína, cuya importancia como polo universitario se acercará enormemente a Leioa.
De hecho, el propio vicerrector se ha encargado de resaltar la importancia de esta mudanza. «Será crucial no solo porque traerá comodidades como estar en el centro o poder tener buenos y rápidos transportes públicos, sino porque también es una manera de estar más cerca de la sociedad, de los diferentes agentes, asociaciones, ciudadanos e instituciones... Y esto aporta conocimiento y confianza», ha dicho.
Para la mayoría de los presentes en el acto, la implantación de la facultad en Basurto también tiene un componente sentimental y de justicia histórica. Tanto la rectora Eva Ferreira, como el alcalde y el lehendakari lo han citado y destacado. El 17 de noviembre de 1936, el lehendakari Agirre firmó el decreto que creaba la facultad de Medicina en el hospital bilbaíno, embrión de la futura universidad pública vasca. Fue «un sueño que la guerra truncó». Que este centro para formar médicos regrese a la villa es «cerrar un círculo» y cumplir precisamente ese anhelo.
Además de las visicitudes urbanísticas que han hecho que el camino hasta el inicio de las obras sea «largo», también ha habido otros obstáculos y contratiempos. El plan se vio sorprendido, por ejemplo, por la llegada del Covid-19, que obligó al Departamento de Salud a centrar todos sus esfuerzos en la lucha contra el virus.
Posteriormente, el alza de los precios hizo que la alianza de empresas que había ganado el concurso renunciara a ejecutar la obra, cuando se estaba a punto de iniciar los trabajos. La Universidad se vio obligada entonces a elevar el coste del proyecto (que finalmente pasó de 52 a 62 millones de euros) y convocar un nuevo concurso.
Para Urkullu, el hecho de que, contra viento y marea, el plan haya seguido adelante demuestra que Euskadi «avanza pese a las dificultades». En esta línea ha asegurado que está cumpliendo su plan de legislatura a pesar de una coyuntura que ha estado marcada primero por el virus y después por la inflación y la guerra de Ucrania. «Si caminamos y remamos todos juntos, todo es posible».
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