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DIANA MARTÍNEZ
Domingo, 26 de septiembre 2021, 00:28
Tercera noche seguida de aglomeraciones y alcohol en Bilbao. Después del jueves universitario, donde se reunieron cientos de jóvenes en Pozas, sumado a otros tantos del viernes, la capital vizcaína repite un mismo escenario en sus principales zonas de ambiente pero esta vez ... con muchísima más gente. Pozas, María Díaz de Haro, Doctor Areilza y, sobre todo, el parque de Doña Casilda, donde se han aglomerado miles de jóvenes sin mascarilla pese a la presencia de furgones antidisturbios de la Ertzaintza y coches de la Policía Local.
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Sobre las tres de la madrugada furgones de la Ertzaintza y vehículos de la guardia urbana, que escoltaban al servicio de limpieza, comenzaban a desalojar a los grupos que estaban de botellón en Pozas, entrando por la calle María Díaz de Haro, lo que lograron poco después sin que se produjeran incidentes reseñables. Sin embargo, la fiesta seguía por todo lo alto en el parque de Doña Casilda donde la autoridad seguía sin actuar. «Esto no es diversión, no se puede permitir que esta salvajada continúe», sentenciaba un residente de la zona. «Es una falta de respeto a la ciudadanía, a los policías y a la situación sanitaria».
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Dos furgones de la Ertzaintza y varios coches de la Policía Local patrullaban la zona desde las nueve de la noche. «Eh, ¡que están ahí los 'negros'!», alzaba la voz en referencia a los agentes un joven a su cuadrilla, que portaba consigo bolsas con botellas de alcohol. No eran los únicos. Cientos de chavales campaban a sus anchas con sus botellas. Algunos grupos daban la vuelta al percatarse de la presencia policial, otros simplemente continuaban su camino con vítores.
Hacia las 22:20 aproximadamente varios agentes de la Ertzaintza desalojaban una plaza de María Díaz de Haro –la actuación volvía a repetirse en torno a las 23:15–. Pero no sirve de nada, los grupos continuaban pasando por calles aledañas. Otros cientos de jóvenes se dirigían al parque de Doña Casilda, pero la mayoría se agolpaba en Doctor Areilza. Pocos minutos después se sumaban tres nuevos furgones antidisturbios de la Policía autónomica y otro vehículo de la guardia urbana.
El sector hostelero también ha alzado la voz en protesta por estas situaciones. «Había gente orinando en la calle y en la carretera. Todo eso ahuyenta a los clientes habituales y yo tuve que cerrar a las once porque no estaba pasando nadie», señalaba Juanma Díez, dueño del Mugi, un local ubicado en la calle Pozas, una de las vías preferentes para realizar botellones. «La gente no ve que nosotros somos víctimas en esto, como lo son los vecinos, que al final perdemos caja porque no entra la gente normal».
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Los sucesos del pasado fin de semana agotaron la paciencia del alcalde bilbaíno, Juan Mari Aburto, tras registrarse en el parque de Doña Casilda un gran macrobotellón, en el que se alcanzó la participación de hasta un millar de personas. «Vergüenza ajena» sentía el regidor jeltzale ante la escena. «¿Acaso necesitáis un policía detrás de cada uno de vosotros? ¿En vuestras casas os comportáis igual? ¿No respetáis ni vuestras cosas ni a vuestras familias o vecinos?», escribió en sus redes sociales. Aburto arremetió con dureza contra quienes se dedican a «molestar a los vecinos, ensuciar nuestras calles y parques y saltarse el respeto a la autoridad». «Éste no es el camino a recorrer juntos para un Bilbao mejor», sentenció sobre unos hechos que calificó de «actitudes incívicas de ¿diversión?».
Y es que, tal y como denunciaban desde la Ertzaintza, ese fin de semana fue «un desmadre. No había suficientes policías, lo que indica una vez más una total falta de previsión». En este caso, los mandos de las policías autonómicas y la local decidieron no intervenir para evitar riesgos, pero sí lo hicieron en otras zonas de Bilbao, como el Casco Viejo o Pozas, donde también se registraron grandes aglomeraciones. Dotados de material antidisturbios como cascos y escudos para protegerse de las botellas arrojadizas, accedieron a las calles Somera y Barrencale para desalojarlas.
Los incidentes han abierto asimismo una brecha entre la Ertzaintza y la Policía, los dos cuerpos sobre los que recae la responsabilidad de garantizar la seguridad ciudadana en Bilbao y que desarrollaron durante la noche de este jueves universitario operativos policiales totalmente opuestos contra los botellones. De hecho, los sindicatos de la guardia urbana han pedido un informe que aclare por qué la Policía autonómica no actuó mientras sus compañeros recibieron la orden de disolver concentraciones «poniéndose en peligro».
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Todo ello a pesar de las decenas de llamadas de vecinos quejándose por los botellones, como la de una mujer que denunció que le habían tirado una botella desde Pozas cuando salió al balcón a recriminar la actitud de unos jóvenes. Resulta que, según fuentes consultadas por EL CORREO, los agentes de la Ertzaintza tienen la instrucción de «no actuar a no ser que se esté produciendo un delito o alguien necesite auxilio». La explicación no es otra que la de que en situaciones en las que se combinan grandes aglomeraciones y alcohol, una actuación policial dirigida a disolver a la multitud puede acabar en disturbios, por lo que se encuentran «atados de pies y manos».
El sindicato Erne, por su parte, responsabilizó de los distintos criterios al consejero de Seguridad, Josu Erkoreka. A su juicio, parte de la sociedad ha perdido el respeto a la Policía por la «indefensión» que sufren por parte de sus responsables institucionales. «Se ha puesto en riesgo la integridad física de los agentes», denunció asimismo ELA. Mientras tanto, la ciudadanía se pregunta si algún día se pondrá «punto y final» a estos «lamentables» episodios.
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