Roquetas de Mar, lluvia de euros en el desierto

Efectivamente, una muchedumbre rebosante de alegría y llanto le esperaba en la puerta de la administración de la Avenida de Roquetas de Mar, en el municipio del mismo nombre. Una localidad a orillas del Mediterráneo, fue el destino vacacional familiar casi exclusivo de quienes ponían miras hacia Almería antes de Cabo de Gata o, los más jóvenes, Mojácar. Algo menos de 80.000 habitantes que hoy bendicen el 79140: 113 series vendidas vendidas íntegras en el lugar que han dejado 452 millones de euros en premios, 400.000 euros por décimo. Lluvia de dinero en el desierto en una localidad donde conviven hasta 108 nacionalidades y cuya tasa de paro alcanza el 19%; en la provincia de Almería es del 31%, una de las más altas del país.

Así, exultante se mostraba un chico senegalés que acudía raudo este mediodía a la sede lotera. Mostraba orgulloso una copia de su décimo ante las cámaras. Lleva ocho años viviendo en la provincia, y su futuro no era halagüeño: «Estoy muy contento, mi jefe me dijo que había que buscarse la vida». Un compañero suyo, marroquí, guardaba otra papeleta en el bolsillo.

El alborozo no se ha quedado en el pueblo. En Laujar de Andarax, rinconcito de la Alpujarra almeriense, lo celebraban en el instituto Emilio Manzano, donde un grupo de alumnos de tercero y cuarto de la ESO de entre 14 y 15 años vendieron hasta 800 décimos para financiarse un viaje de fin de curso a Italia; 800 décimos, entre 1.600 vecinos. «Espero que ahora se vayan a Miami y me lleven con ellos», ha declarado la alcaldesa, Almudena Morales. Esta joven de 27 años ha sido agraciada con «un piquillo de un décimo» a compartir con su grupo de teatro, pero es que «le ha tocado a casi todo el mundo». «Este es un pueblo eminentemente agrícola, con mucho paro. Le ha tocado a gente que estaba cobrando prestaciones, con hijos estudiando, que llevaba toda la vida luchando», ha relatado a los medios, emocionada.

Isabel Martín ha sido una de ellas. Entre lágrimas, ha recordado ante los micros cómo ha sabido de su buena fortuna gracias al fontanero, que esa mañana trabaja en su casa. Dolores Rodríguez, dueña de la cafetería del instituto de Laujar, se ha enterado en el mismo centro: «Había clases, hoy entregaban las notas, cuando alguien ha dicho 'el Gordo ha terminado en 40, algo nos habrá caído'. Madre mía, cuando nos hemos dado cuenta de que lo teníamos se ha armado la de San Quintín». Es por eso que, medio en broma medio en serio, «se ha declarado un día oficial de fiesta».

Laujar no ha sido el único pueblo al que le ha sonreído la Diosa Fortuna. El instituto Emilio Lázaro recibe chavales de Alcolea, Fondón y Paterna del Río, entre otros, en cuyos hogares ha salpicado la ola de buena suerte. También en Bayárcal, un diminuto núcleo de casas blancas de apenas 350 habitantes donde dos familias «en situación de auténtico riesgo de exclusión social» no creen hoy su suerte. Así lo ha explicado su alcalde, Jacinto Navarro, quien el verano pasado lanzó una bonita iniciativa: el Ayuntamiento ofreció hogar y tierras de cultivo a tres familias numerosas -procedentes de Guadalajara, Granada y Almería- durante el tiempo que los niños tuvieran edad escolar. El objetivo, reactivar la vida en el pueblo y evitar que el colegio desapareciese añadiendo nueve alumnos a la lista. «Me han llamado emocionados, diciendo que Bayárcal es lo mejor les ha pasado en sus vidas», ha relatado Navarro que, aunque no ha 'pillado' nada, sí que lo ha hecho su suegro.

Los jubilados de Málaga

Aunque el premio se ha vendido íntegramente en la administración roquetera, los apenas 3.500 vecinos de la pequeña Villanueva de la Concepción, en Málaga, han descorchado hoy una veintena de botellas de cava en la plaza del pueblo. Un grupo de 44 jubilados ha sido su talismán, quienes repartieron entre 150 y 200 boletos a lo largo y ancho del pueblo tras un viaje anual de convivencia que recaló en la localidad almeriense. La concejala de Educación y Bienestar Social, Inma Arrabal, que ejercía como monitora, fue quien escogió el número, el primero en la lista de aquellos con suficientes décimos como para atender la alta demanda. «Lo que más ilusión me hace es lo repartido que está el Gordo», ha resaltado Arrabal. «Entre las agraciadas hay empleadas de una fábrica de sujetadores, que trabajan un montón de horas por 800 euros al mes».

También profesores, como Andrés Francisco López, que recibió la noticia mientras daba clase en el colegio público La Atalaya. «Los jubilados los repartieron entre familiares y conocidos», por lo que ha beneficiado a casi todos los vecinos, ha explicado López. Él lo supo gracias a la llamada de su mujer, que no pudo esperar al receso para traerle la buena nueva. Como ella, numerosas madres acudieron al centro a celebrarlo con sus hijos.

Juana Pérez es una de ellas, madre de dos alumnos del colegio. Su suegra era una de las viajeras de la buena suerte que adquirió hasta cinco décimos para repartirlos entre la familia. «Por los nervios», aún no se lo había contado a su marido. «Muchos vecinos están aún asimilándolo», ha admitido el alcalde de la localidad, Gonzalo Sánchez. Esta mañana él ha sido uno más en la plaza del pueblo, bañado en cava durante la celebración. Misma escena en el número 19 de la Avenida Roquetas de Mar, donde el lotero José Martín, sin décimo pero «muy feliz», seguía sin creer su suerte.