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De excursión. Javier, Aratz e Idoia consultan el plano en la calle Mayor, junto a dos de las pinturas. jordi alemany

El ritmo del sube y baja

Veraneo de cercanías ·

Por la calle Mayor de Medina de Pomar, entre las pinturas expuestas y el tentador aroma a galletas, van caminando vascos y más vascos, desde los que vienen a pasar el día hasta los que se han quedado para siempre

Viernes, 21 de agosto 2020, 00:06

Podríamos tirar de superlativo y decir que Medina de Pomar es castellanísima, con una rica historia que sale al encuentro del paseante en cualquier esquina, pero, a la vez, alguien debería inventar una especie de 'doble ciudadanía' para reconocerle su vínculo íntimo y duradero ... con el País Vasco. La cercanía ha existido siempre, pero el siglo XX estrechó esa relación a base de migraciones y veraneos, que acabaron dando lugar a perfiles más complejos, como el de los emigrantes que regresan a veranear y el de los veraneantes que acaban afincándose aquí y se convierten a su vez en emigrantes. El caso es que, hasta con las calles desiertas, esos lazos no pasan desapercibidos: en Medina uno puede pasearse por la Avenida de Bilbao e ir atravesando la calle Santurce, la calle Basauri, la calle Portugalete, la calle Balmaseda y la calle Deusto. O se sienta a comer en un restaurante y, de pronto, se da cuenta de que la foto antigua que tiene justo encima es de un automóvil con matrícula de Bilbao, la BI-7903, seguramente un taxi que hacía el servicio de Las Merindades.

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Cuando las calles se pueblan de gente, en algunas partes del pueblo resulta bastante seguro apostar a que los transeúntes que vienen de frente son vascos. «Lo difícil aquí a lo mejor es encontrar a un medinés», apunta un cura canario que se convierte en una de las contadas apuestas perdidas. El sacerdote baja a buen paso por la calle Mayor, la pintoresca arteria principal del casco antiguo, que enlaza la plaza Somovilla y sus terrazas con la plaza Mayor y las suyas. Es una calle curiosa que deleita la vista, con la exposición de pintura que adorna sus paredes, y también el olfato, gracias al aroma enloquecedor que surge del horno de galletas Santa Casilda. Hasta la estatua de don Juan de Salazar y Espinosa, fundador de la ciudad paraguaya de Asunción, tiene que acabar salivando con ese olor insistente y tentador.

Sube una pareja por la calle Mayor. ¿Vascos, quizá? «De Barakaldo». Ricardo Zatón y Julia González tienen aquí su segunda vivienda (él desciende de Río de Losa) y todos los años se adaptan de inmediato al ritmo sosegado que marca aquí las jornadas: «Nos gusta la tranquilidad, venimos buscando eso, y nos encanta estar aquí en agosto, así que no habíamos hecho ningún otro plan de vacaciones. Es verdad que este verano va a ser un poco distinto: los locales de hostelería se ven algo retraídos y a todos nos cuesta meternos en un restaurante a cenar», lamentan.

Baja una familia por la calle Mayor. ¿Vascos? «De Getxo». Idoia Egurrola, Javier Moral y su hijo Aratz han venido a pasar el día. «Esta muy curioso esto, con las pinturas y las balconadas», elogian. Como se han encontrado cerrado el museo del Alcázar de los Condestables, ahora se van a comer y luego planean visitar Frías y las cascadas de Tobera. «Este verano teníamos la idea de marcharnos a Cádiz, pero escuchas las noticias sobre rebrotes y focos y te echas atrás», se resigna la familia, que tratará de sacarle todo el jugo a las excursiones de un día.

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Claustro de profesores. Cristina, María Jesús, Ainhoa, César y Alejandro, listos para la tercera ronda. j. alemany

Para qué amarrar

Sube otra pareja por la calle Mayor. ¿Vascos, quizá? Vale, en este caso lo de adivinar tampoco ha tenido mucho mérito, porque los dos lucen mascarillas del Athletic. «De Cruces», responden para simplificar, aunque en realidad Maite Bilbao es nacida en Leioa y criada en Santurtzi y Gabriel Rodríguez es cordobés, de Castro del Río, y se trasladó a Euskadi con su familia cuando tenía tres añitos. El matrimonio se declara del barrio baracaldés porque ha vivido allí un montón de años, pero en realidad ahora son residentes de Medina, aunque jamás habían pisado el pueblo hasta este año: «Nos vinimos la primera semana de febrero, justo antes de todo este regocijo que estamos viviendo. Pasamos aquí el confinamiento y ya nos hemos quedado. Mi hijo se compró un piso, nos vio cara de jubilados y nos mandó para aquí a cuidárselo», explica Maite, que todavía no se ha acostumbrado a su nuevo entorno.

También es verdad que arrancar con una cuarentena no le ha puesto fácil la adaptación. «He venido aquí en pelotas y de momento echo de menos el barrio y a la gente: allí somos muy escandalosos y a mí eso me encanta. Es que soy muy fiestera: me gusta charlar, cantar, reír, bailar, y como este me deja a mi bola...». Gabriel mete baza por primera y única vez: «¿Y para qué te voy a amarrar?». Eso sí, pese a las añoranzas, Maite ya se ha trazado un itinerario de bares favoritos como el Chuchi, que es del Athletic. Gabriel la acompaña, pese a la singularidad de que quizá estemos ante el único cordobés-vizcaíno que es seguidor de Osasuna.

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- Pero... ¡si lleva mascarilla del Athletic!

- Es que, si no, no viene conmigo, ¡no lo conozco!

Con cariño. Maite le ajusta a Gabriel la mascarilla: sí, es oscura pero del Athletic. J.A.

Bajan dos amigos por la calle Mayor. ¿Vascos, verdad que sí? Pues no, no del todo, porque resulta que uno es burgalés, pero el otro sí es de Bilbao y está pasando unos días en una casa de Villarcayo. Hoy se ha acercado a Medina para pasarse por la óptica y, ya puestos, aprovechará para quedarse a comer en el pueblo, pero lo que más le gusta de esta comarca es el campo, a ser posible con un buen libro en la mochila: «Tengo una 'mountain bike' y salgo con ella, o andando. Voy por la zona de Cigüenza, que me encanta, hacia la ermita de la Virgen de la Tabla. Y allí me siento debajo de una encina a leer poesía», se ilusiona Juanjo, que es escritor y anda ahora con la promoción de una nueva revista literaria, 'Gure Zurgaia'. Lanzar en estos tiempos una publicación centrada en la poesía ya tenía algo de locura, pero, para colmo, se cruzó el coronavirus y dio al traste con todo su programa de presentaciones.

Juanjo acaba comiéndose un menú en el Linaje. A ojo de buen apostador, incluso de apostador prudente, el 80% de los comensales que hay en la sala son del País Vasco, como si hubiesen venido todos en el BI-7903 de la foto de la pared.

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Es bueno saber que...

  • Distancias Medina de Pomar, el municipio más poblado de la comarca burgalesa de Las Merindades, está a 79 kilómetros de Bilbao (algo más de una hora de coche) y 93 de Vitoria (una hora y 25 minutos).

  • Población Tiene 5.700 habitantes censados, pero la población real es mayor y, en agosto, puede alcanzar las 40.000 personas.

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