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El fútbol es mucho más que un deporte. Muy especialmente, cuando se trata de la selección española jugando en Bilbao. Y eso es precisamente lo que va a ocurrir el año que viene con la Eurocopa. En el particular crisol ideológico municipal esa cita es ... entendida de maneras diversas: como una conveniente oportunidad de unir la marca de la ciudad a 'la Roja', como una vía para generar riqueza que no se debe dejar pasar, como una provocadora colonización de españoles o como un evento elitista de alto riesgo. En este debate se sumergieron con intensidad los munícipes bilbaínos en el pleno de ayer.
El PP prendió la mecha con una propuesta en la que se instaba al equipo de gobierno a «elaborar una campaña de promoción de Bilbao como sede de la selección española de fútbol durante la Eurocopa 2020». La idea, según el popular Carlos García, no sería simplemente aprovechar el tirón de la cita continental para promocionar la ciudad, sino potenciar aún más esa proyección al vincular la marca de la villa al combinado nacional, armando una estrategia específica para llegar a «los 700 millones de personas que lo siguen» a nivel planetario.
A su juicio, esa conexión supone «un plus» al planteamiento que finalmente aprobó el pleno con los únicos votos del equipo de gobierno PNV-PSE. En el acuerdo final se apuesta por «desarrollar todas las acciones de promoción de Bilbao» en el marco de la cita deportiva y «del acuerdo de 'Ciudad Anfitriona' con el objetivo de generar impacto económico y para la proyección internacional de nuestra villa». Según defendió el concejal de Desarrollo Económico, Xabier Ochandiano, cuando la ciudad se postuló como sede firmó un acuerdo con la UEFA y la Federación Española de Fútbol en la que se incluía la promoción de Bilbao «sin tener en cuenta qué equipos iban a jugar».
La cuestión es que el asunto, y eso no fue una sorpresa, generó el esperado debate. Especialmente categórica fue la portavoz de EH Bildu, Jone Goirizelaia, quien interpreta la presencia de la selección en «nuestro San Mamés» como parte de un «proceso de colonización». A su juicio, el debate de fondo sería la consideración de «Euskal Herria como nación» y su derecho «como pueblo a disponer de selecciones deportivas propias».
A la dirigente soberanista no le convence como argumento la proyección internacional que alcanzará Bilbao porque para nada acompaña a sus fines identitarios el hecho de que sea a costa de «un evento en el que está la federación y la selección española». Ni el que traigan a Bilbao «banderas españolas». «¿Qué proyección nos a va dar eso?».
A Elkarrekin-Podemos tampoco le gusta el escenario pero por otro motivo. Según Carmen Muñoz se trata de un evento «elitista» que, además, genera un «riesgo alto» de altercados por su potencial para prender conflictos. «A ver quién es más vasco o más español».
El teniente de alcalde socialista, Alfonso Gil, pidió no convertir el asunto en una «pugna política callejera» y poner por delante los intereses de Bilbao. Lo mismo que el alcalde, Juan Mari Aburto (PNV), quien pidió que se considere la Eurocopa como «un evento de carácter internacional» sin más instrumentalizaciones. También recordó a Goirizelaia que, como él mismo, va cada quince días «a una sede de la Liga española, y ojalá podamos ganar este año la Copa del Rey».
Eso sí, tanto Aburto como Ochandiano, ante los envites de EH Bildu, quisieron dejar claro su deseo de que en un futuro sea posible contar con una selección vasca. «En el frontispicio de mi casa tengo 'Euskotarren aberria, Euskadi da' (Euskadi es la patria de los vascos). Lo siento así, lo creo así, y eso no va contra nada ni contra nadie».
A la vista del previsible revuelo generado, Carlos García pidió al resto de formaciones que dejen de lado sus «prejuicios políticos» y aseguró que sólo su formación se estaba limitando a hablar de deporte. Eso sí, arremetió contra EH Bildu y le pidió contener a «sus cachorros», en referencia a la asociación juvenil Ernai, que, aseguró, «ha difundido panfletos con imágenes en las que se patea la cabeza de un jugador de la selección».
A lo largo del debate también se cuestionaron las exenciones fiscales de este tipo de citas y la precariedad laboral que generan. Sobre lo primero, Aburto recordó que todos los eventos de esta naturaleza tienen el mismo tratamiento fiscal, «y nadie lo cuestionó en las finales de rugby» del año pasado.
En cuanto a la precariedad, el concejal Ochandiano explicó que en este tipo de citas la UEFA apuesta por contar con personal voluntario. El Ayuntamiento ya ha renunciado a echar mano de esta figura y va a hacer contrataciones. Y, en lo que respecta a la asociación, le ha animado a acudir a la Inspección de Trabajo por si acudir a ese modelo pudiese entrar en conflicto con la legislación laboral.
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