La orden decretada por el Gobierno vasco para que los ayuntamientos se encarguen de disolver los botellones nocturnos, zona cero de la actual explosión de contagios entre jóvenes en Euskadi, ha provocado una intensa resaca en las alcaldías. Un día después de que el LABI ... que lidera el lehendakari impusiera un veto a las reuniones de personas no convivientes de medianoche a seis de la mañana, los alcaldes amanecieron ayer con un reto entre sus manos que ha desbordado su capacidad de actuación a la hora de armarse a todo correr de patrullas de la Policía Municipal y precintos con los que acotar parques, playas, jardines y zonas deportivas, entre otros espacios públicos en el punto de mira del Ejecutivo. Pero además se declaran desconcertados por la magnitud del encargo -«cada fin de semana hay cientos de botellones en la comunidad, son incontrolables», confiesan los propios ertzainas- y por el lenguaje empleado por el LABI para llevarlo adelante -el decreto evita de forma expresa el término prohibir por la incertidumbre jurídica que ello conllevaría en plena ola de varapalos judiciales a las medidas que implican recortes de libertades fundamentales como son el de reunión y movilidad-. Sin recurrir al toque de queda como Cantabria o Cataluña, Iñigo Urkullu quiere que la decisión de «impedir» lo que llama «exceso de interacción social» en el País Vasco se interprete como si fuera una «prohibición», una norma de «obligado cumplimiento», aunque los juristas lo tomen casi como una «recomendación». Con este panorama, los regidores se han visto obligados a trabajar contrarreloj para poner a prueba esta misma madrugada su diligencia para atajar las aglomeraciones, condicionados por la «falta» de medios humanos y materiales, más acusada por las vacaciones de verano.
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José Mari Reviriego
Bakio, que no cuenta con servicio nocturno de la Policía Municipal, requerirá la colaboración de la Ertzaintza para desarrollar las labores de control y pondrá carteles «en los accesos a la playa y otros lugares de esparcimiento para informar a la población sobre las últimas prohibiciones», avanzó la alcaldesa, Amets Jauregizar. «No hay efectivos suficientes para controlar los botellones», se quejó el alcalde guipuzcoano de Lasarte-Oria.
erkoreka
En realidad, sólo 40 municipios vizcaínos disponen de servicio de Policía Municipal, con un volumen total de 1.700 agentes, aunque algunas localidades apenas cuentan con una patrulla de mañana y otra de tarde, sin vigilancia nocturna. La Ertzaintza ofrece en horario de madrugada a la Brigada Móvil, compuesta por alrededor de 18 ertzainas repartidos en tres furgonetas.
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El consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, insistió ayer en reclamar la implicación de los ayuntamientos para «acordonar perimetralmente» los lugares en los que se realizan botellones y no dejar todas las actuaciones en manos de los policías. Recalcó que el veto a las aglomeraciones de madrugada «no es un capricho» y que se adopta porque no se pueden tomar «otras» decisiones más contundentes con un Tribunal Superior de Justicia del País Vasco tan «restrictivo» ante las medidas que limitan derechos fundamentales. En esta línea, el portavoz del Ejecutivo, Bingen Zupiria, admitió que no existe capacidad para prohibir esos encuentros en lugares públicos a partir de las 00.00 horas, pero emplazó a los consistorios a que «cierren» los accesos a zonas de quedada de jóvenes y a los ciudadanos a que eviten «'no fiestas', reuniones familiares multitudinarias y bodas en las que esta habiendo casos de contagios».
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gernika
«No puede pasar únicamente por la sanción», advirtió la concejala de Seguridad de Bilbao, Amaia Arregi. El Ayuntamiento «reforzará» los equipos de vigilancia de la Policía Municipal en colaboración «estrecha» con la Ertzaintza. «Vamos a destinar todos los recursos disponibles a hacer cumplir el decreto», avisó.
Gernika también apuesta por la coordinación policial. «En nuestro caso no consideramos una medida efectiva el vallado de espacios. Optamos más por reforzar los controles», señaló el alcalde, José Mari Gorroño. Bermeo colocará carteles informativos «en los parques y puntos en los que habitualmente se concentra más gente». Eudel, la asociación de municipios vascos, eludió ayer hacer declaraciones y se remitió a la nota del LABI anterior, en la que subrayaba que los alcaldes «no pueden poner un policía municipal detrás de cada vecino» y apelaba a la responsabilidad colectiva. Getxo confirmó ayer que suspende todas sus fiestas.
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