Pedro Hierro no llegó a conocer a su tío Benigno, «nací diez años después de que muriera», pero su padre, que lo fue a buscar a Barazar donde falleció en combate en 1937 cuando militaba en el batallón 'Perezagua', y el resto de su familia, se encargaron de que su recuerdo se mantuviera siempre vivo. El deseo de sus más allegados era poder localizarle y darle sepultura en Ortuella, algo que se ha logrado este miércoles, cuando Pedro, y sus hijos Koldo y Eva, vecinos de Elguero, depositaron los restos de este antiguo minero en el nicho familiar, junto a su esposa, Lorenza Casado, y a su hijo Daniel, a los que tras su partida nunca más volvió a abrazar.
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Tampoco lo pudo hacer su otra hija, Palmira, que sigue viva a sus 92 años. Esta religiosa, que reside desde hace décadas en un convento en Cataluña, ayudó junto a su sobrino Pedro a poner cara a uno de los más de cien cuerpos hallados desde 2022 en una fosa común del cementerio de Amorebieta. Ambos cedieron muestras de ADN que fueron cotejadas, tras una investigación llevada a cabo por Juan Ignacio Rodríguez Camarero, que logró dar con sus parientes. Una ardua tarea, con la colaboración de la Mesa de Memoria de Ortuella, que se ha plasmado este miércoles con la entrega por parte de Gogora de los restos de Benigno Hierro Pinedo a su familia, en un acto muy entrañable celebrado en la casa social de Intxaurdi, en el barrio de Nocedal, donde él residía. «Por fin vuelve a casa, a descansar en un lugar digno casi 90 años después».
Este miliciano combatió en la Guerra Civil en el batallón número 10 de 'Perezagua', del Partido Comunista de Euskadi, y murió en plena contienda el 7 de abril de 1937, cuando tenía 31 años, según consta en el registro de fallecidos en campaña, conservado en el Archivo Histórico Provincial de Bizkaia. Pese a esos datos, desde el Instituto Vasco de la Memoria han asegurado que su lugar de enterramiento era desconocido, ya que constaba como desaparecido de guerra en la base de datos, y su familia tampoco sabía donde podría estar.
«87 años después nos llegó la noticia de sus restos podían ser los hallados en una fosa común de Amorebieta, algo que parecía de película», ha relatado su sobrino-nieto, Koldo Hierro, mientras su padre trataba de contener las lágrimas. Posteriormente, tras dar las gracias por todo el trabajo realizado, ha declarado que la hija de Benigno, Palmira, pese a sus problemas de memoria, se ha alegrado de que su padre pueda descansar junto a su esposa y su hermano.
El historiador local Juan Ignacio Rodríguez Camarero, presente en la entrega de los restos, ha aprovechado para dar las gracias a Gogora, «por devolver la dignidad a quienes murieron de forma violenta, condenados al olvido y al ostracismo». «Este acto, a priori luctuoso y triste, lo es ahora de alegría, porque por fin Benigno descansa en su casa. Donde quiera que esté seguro que estará contento de haber vuelto a Intxaurdi, mientras su mujer y su hijo podrán descansar en paz sabiendo que su padre ha vuelto».
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Un acto de «reparación y de justicia social», como señalaron todos, que ha sido posible gracias al programa de búsqueda de personas desaparecidas de la Guerra Civil que lleva a cabo el Instituto Vasco de la Memoria. Su director, Alberto Alonso, ha asegurado que la sociedad vasca tiene «una deuda pendiente con las miles de personas que dieron su vida por defender la libertad, la hermandad y la convivencia entre diferentes». «Estábamos obligados a retornar a Benigno al seno de los suyos, al lugar del que nunca debería de haber salido. Como tantas otras personas, dio su vida defendiendo los pilares sobre los que hemos terminado por construir la sociedad vasca actual. Tras décadas de represión, miedo y totalitarismos, la diversidad, la convivencia y el derecho a la diferencia han vencido».
Desde la Mesa de la Memoria de Ortuella, Aiyoa Arroita, que participó en la exhumación de este miliciano, ha hecho un llamamiento a todos los que tengan un familiar desaparecido en estas circunstancias para dejar muestras de ADN y así poder identificar al mayor número de personas posibles. Esta labor se realiza a través de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, encargada de los trabajos de exhumación y antropología forense, y el laboratorio genético de la UPV/EHU Biomics, responsable de la identificación genética.
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El alcalde de Ortuella, Saulo Nebreda, se ha mostrado «muy satisfecho y contento» de poder dar la bienvenida a este vecino, al igual que ya lo hizo el pasado mes de mayo con Jaime Iñiguez Nieva, quien con tan solo 19 años perdió la vida combatiendo en el mismo batallón. Al igual que ellos, también ha sido identificado y entregados a la familia los restos de Adolfo Cengotitabengoa, natural de Muskiz, el tercer vecino recuperado de la Zona Minera, y el cuarto identificado de la fosa común de Amorebieta, junto a Enrique Contreras, natural de Linares (Jaén) y vecino de Aretxabaleta, quien murió en combate en Dima.
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