Los okupas del 'narcopiso' intentan entrar en otra vivienda de Santurtzi

La comunidad de este barrio santurtziarra ya sufrió durante «unos ocho meses» los «problemas» de convivencia de estos mismos okupas de Santa Eulalia. Y es que, según explican, las personas que habitaban en el 'narcopiso', antes de trasladarse a este rincón en pleno centro de la localidad marinera, ya provocaban «estragos» en Las Viñas. La situación, denuncian, era «la misma».

Este piso (el bajo A) es propiedad de una señora que, al entrar en una residencia, se lo legó a su hijo. Él facilitó la entrada de los okupas que, al igual que en Santa Eulalia, convirtieron la vivienda en un «narcopiso». «Había un trasiego de personas a todas horas. Hacían ruido, sobre todo de madrugada, rompían la puerta del portal para poder entrar, ensuciaban la escalera...», relata Ainhoa Lopera, concejal de Elkarrekin Podemos, que vive en la comunidad y junto a otros vecinos ha sufrido desde junio del pasado ejercicio «problemas» de convivencia.

El «miedo» ha sido continuo para los residentes, de todas las edades (mayores, jóvenes, adolescentes y niños). «Subían hasta el quinto piso a drogarse, abrían la puerta del portal a patadas, arrancaron el pasamanos de la puerta, quemaron el portero automático y vaciaron el contenido del extintor en el portal dos veces», cuenta Lopera. Los vecinos, que tienen cámaras de seguridad en la entrada del inmueble, han tenido que arreglar la puerta hasta en «cuatro» ocasiones. «Hemos pasado mucho miedo en la escalera», expresa la edil.

Hartos de la situación, la comunidad denunció de manera conjunta los «problemas» de convivencia que sufrían. El juicio tuvo lugar este pasado martes y el magistrado les ha dado un plazo de previsión de unos quince días para hacer efectiva la sentencia, la cual estipula que los okupas «no pueden entrar en el piso» –la medida principal para los afectados– y que deben pagar los daños. Sin embargo, «lo hará el propietario», subrayan los vecinos, que desconocen la cifra concreta que se debería abonar. Además, está en marcha un juicio rápido por «amenazas de muerte» de los inquilinos contra el dueño de la vivienda, a quien «le sacaron del piso a base de amenazas y presiones».

Los problemas no se quedan ahí. Según relatan los afectados, los okupas (había cinco, tres de ellos los del 'narcopiso' de Santa Eulalia) salían al patio e intentaban «hacer de las suyas» en otros pisos. «Entraron a robar en un local y en una vivienda, de donde se llevaron un portátil», asegura Carmen González, otra afectada. Ella vive justo al lado de la casa conflictiva. «Siempre tenía las ventanas cerradas por miedo», relata la mujer, que junto a otros vecinos ha vivido en una sensación de «incertidumbre». «Salías a comprar y temías que entraran en tu hogar. O te hicieran algo a ti al volver».

Cuando los okupas se trasladaron al centro de la localidad, en esta comunidad pensaron que finalmente había acabado la pesadilla para ellos –aunque el proceso judicial no hubiera concluido en aquel momento–, pero los dos nuevos intentos de entrar tras el desalojo de Santa Eulalia han activado las alarmas. «Solo queremos que esto no vuelva a pasar».