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Ni Munich, ni Londres, ni Milán, ni Zurich ni Bruselas. Desconectado de casi todos los principales destinos y nudos de interés europeos. Así se va a quedar el aeropuerto de Bilbao en la campaña invernal que hoy da comienzo. El cataclismo que el coronavirus ... ha causado en el sector aéreo va a pasar factura en los próximos meses a 'La Paloma', sobre todo en noviembre, donde la parrilla de vuelos se va a quedar reducida a la mínima expresión. Únicamente se podrá dar el salto a 17 destinos, cuando en la misma campaña del año pasado fueron 41. Y las rutas (algunas ciudades están servidas por varias aerolíneas al mismo tiempo) se reducirán de 56 a 24. Son números dramáticos para Loiu, que no hay que olvidar que sigue siendo el aeropuerto de referencia para el norte peninsular.
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El varapalo no solo afecta a la conectividad por destinos sino que también se va a reducir de forma terrible la oferta de frecuencias diarias con enlaces fundamentales para la economía vasca. Que el mes que viene Iberia vaya a volar sólo dos veces por jornada a Madrid (en el pasado despegaba hasta ocho u nueve veces) o que Vueling lo vaya a hacer tres veces con Barcelona dan una idea de la magnitud del problema al que se enfrenta Loiu.
No se trata de un mal exclusivo de Bilbao. Toda la red de aeródromos españoles va a caer en picado este invierno. La virulencia de la segunda oleada del Covid-19 y la previsible imposición de nuevas restricciones en la movilidad están lastrando los planes de unas compañías que están al borde del colapso económico. El sector vive posiblemente el peor momento de su historia, con una crisis más incierta, larga y acusada que la suscitada tras los atentados del 11-S.
Si en septiembre pasaron por 'La Paloma' 161.337 pasajeros, perdiendo el aeropuerto el 72,3% de su tráfico y borrando de un plumazo la tímida recuperación de agosto, las perspectivas a partir de noviembre son mucho peores. Es difícil avanzar hoy lo que sucederá el mes próximo (las aerolíneas están revisando sus planes cada semana, en una situación inédita), pero vista la actual oferta es más que probable que la caída se acerque al 90%, con menos de 70.000 usuarios mensuales.
Bilbao Air
¿Qué destinos se mantienen? En el ámbito internacional, Loiu conservará este invierno su enlace con París gracias a Air France. En principio, está previsto que haya un vuelo diario (en el pasado llegaron a ser 5). También KLM tiene idéntica hoja de ruta para su ruta con Amsterdam. Pero ambas compañías (del mismo grupo) advierten de que esta planificación «está sujeta a revisión en función de la evolución de la situación sanitaria actual y de las restricciones de viaje de los distintos países».
La otra buena noticia es que Lufthansa seguirá operando la conexión con Fráncfort. Será el único vuelo con Alemania (desaparecen Munich, Sttutgart y Düsseldorf, entre otras ciudades). El país germano es un mercado importantísimo para las empresas vascas.
Poniendo el foco en el tráfico doméstico, Loiu conservará sus despegues hacia las ya citadas Madrid y Barcelona, y no habrá excesivos problemas para dar el salto a otras ciudades importantes como Málaga, Sevilla, Valencia o Mallorca. La cosa se complica en otros destinos, que no desaparecen pero la oferta se queda muy reducida, con dificultades para volver en el día o al día siguiente. Es el caso de Santiago, Alicante, Ibiza o los diferentes destinos en las islas Canarias.
Círculo de empresarios
¿Qué pierde 'La Paloma'? El zarpazo invernal del coronavirus nos deja sin conexión con Londres (en diciembre podría volver temporalmente Vueling), Zurich o Viena. Pero hay mucho más: no se operará por las restricciones impuestas el enlace con Bruselas (la capital política de Europa) y tampoco habrá manera de viajar de forma directa ni a Italia y, lo que es más sorprendente y preocupante, ni a Reino Unido. Desaparecen por las dificultades derivadas de la situación sanitaria todas las rutas a Londres (antes del coronavirus había cuatro compañías diferentes). Tampoco se podrá hacer uso del enlace con Estambul, que permanece cerrado desde marzo. En definitiva, el panorama es desalentador.
¿Hay algún aspecto positivo? Hay tres cosas que merece la pena destacar. La primera es que Loiu está cayendo menos que la media española (entre tres y seis puntos). La segunda hace referencia a que la tasa de ocupación por avión ronda hoy en Bilbao el 60%. Es decir, los aparatos no van a tope pero despegan con una cantidad de pasajeros aceptable. Esto permite minimizar pérdidas a las aerolíneas y garantiza que los vuelos programados se lleven finalmente a cabo. En otros aeropuertos, las compañías están cancelando operaciones previstas por la baja demanda. «Despegar con diez o quince pasajeros es tirar el dinero», dice un piloto a micrófono cerrado.
Por último, hay que hacer notar que se sigue invirtiendo en el aeropuerto. Las obras de mejora que estaban previstas antes de la pandemia se mantienen. Continúa el proyecto para ganar espacio en la terminal con la construcción del bloque técnico. El plan es ganar 25.000 metros cuadrados en el inmueble de Calatrava. Loiu quiere estar en la primera fila para cuando el huracán del coronavirus pase de largo y llegue el ansiado momento de la recuperación.
60% es la tasa de ocupación por avión en el aeropuerto de Bilbao. Los aparatos no van a tope, aunque despegan con una cantidad de pasajeros aceptable.
Pese a la apurada situación que se está viviendo por la pandemia, el aeropuerto de Bilbao no ha congelado las inversiones y obras previstas en estos meses. La sociedad de participación pública que gestiona el aeródromo vizcaíno (Aena) ha sacado recientemente a concurso los trabajos para realizar diversas mejoras en la terminal. En concreto hay un plan en marcha para ejecutar un proyecto cuya finalidad es ganar espacio en las salas de embarque remoto de la planta cero. Este área se ubica a ras de suelo y es donde esperan los pasajeros para abordar los aviones mediante los autobuses que se conocen como 'jardineras' en el argot del sector aeronáutico.
El objetivo de los trabajos es dotar de una mayor comodidad a los usuarios, porque cuando coincidían varios embarques al mismo tiempo, las filas se llegaban a mezclar. En la situación futura, se pretende que haya una mayor separación así como que se dote a las salas de más asientos para que no haya que aguardar el momento del embarque de pie. La iniciativa ha salido a concurso público por un importe de 3,8 millones de euros.
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