A la izquierda el fiscal y en el centro la abogada del exalumno de Gaztelueta. Jordi Alemany

«He sufrido alucinaciones, pesadillas y he intentado suicidarme»

El exalumno de Gaztelueta relata en la primera sesión del juicio los abusos a los que presuntamente le sometió su profesor, que ha negado los hechos

Jueves, 4 de octubre 2018, 15:57

Víctima y acusado han compartido el protagonismo en la primera sesión del juicio del 'caso Gaztelueta'. Ambos han comparecido ante el tribunal para narrar lo sucedido en los cursos 2008-2009 y 2009-2010, cuando compartieron aula y sesiones de tutoría ... en este colegio vizcaíno. Como se esperaba, los dos han mantenido las versiones que expusieron durante la fase de instrucción, que difieren sustancialmente. Mientras el joven ha asegurado que su profesor abusó de él en su despacho, el docente ha negado categóricamente que se sobrepasara con el alumno, que en el momento de los hechos tenía entre 12 y 13 años. Se enfrenta a una petición de 10 años de cárcel, mientras la Fiscalía rebaja la pena a tres años.

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Juan C. ha testificado protegido por un biombo, lo que ha evitado que mantuviera contacto visual con el acusado. Muy nervioso y en algunos momentos entre sollozos, ha narrado a preguntas del fiscal cómo se iniciaron los abusos en Primero de la ESO, cuando el acusado se convirtió en su preceptor –asesor personal y académico en los colegios religiosos–. Según sus palabras, para él era «algo más que un profesor» y lo tenía como una «figura autoritaria y con mucho poder en el colegio». Aunque el joven, hoy de 22 años, ha reconocido que «muchos detalles se le han borrado», sí que recuerda «las cosas que más le impactaron».

Las primeras tutorías del curso fueron «normales», pero con el tiempo, el preceptor comenzó a tratarle de forma diferente. Primero fueron unas caricias en la mano al pasarle una «chocolatina» o sus evaluaciones. Posteriormente, en otra sesión, pasó a pedirle que se sentara sobre sus rodillas. «En ese momento noté algo duro y me levanté asustado», ha reconocido.

Vídeo. El padre de la presunta víctima hace declaraciones a la llegada al Palacio de Justicia. Jordi Alemany

Le penetró con un bolígrafo

Los episodios más graves, según su relato, llegaron a final del curso de Segundo de la ESO. En un par de ocasiones, mientras estaban en el despacho, le pidió que se quitara la camisa y entonces «comenzó a acariciarme hasta más abajo de la tripa». En otra de las tutorías, tras preguntarle por su orientación sexual, le enseñó fotos de «mujeres ligeras de ropa» en el ordenador y le «obligó» a masturbarse delante de él. «En ese despacho experimentaba sensación de oscuridad, encerramiento, bloqueo, calor», ha asegurado el joven.

Por último, Juan C. ha narrado cómo en otro de esos encuentros, el profesor «le obligó a apoyarse sobre la mesa» y con los pantalones y calzoncillos bajados le penetró con un objeto que el joven ha identificado como un bolígrafo. En un momento dado, el presidente del tribunal, Alfonso González Guija, ha pedido al joven aclaraciones y concreciones sobre varios puntos vitales para, en caso de ser declarado culpable, el profesor sea condenado a una pena más o menos dura.

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La víctima ha declarado durante algo más de hora y media. Ha reconocido que en su momento no denunció los hechos «por vergüenza y miedo» y que por eso tiene un «sentimiento de culpa». «Estaba encerrado en mí mismo. Él me decía con tono amenazante que no le contara a nadie lo que hacíamos allí dentro», ha llegado a afirmar. Y que aquella situación generó las burlas y amenazas de sus compañeros, de las que el profesor participaba e incluso «estaba detrás de ellas». «En todo este tiempo, he sufrido alucinaciones, pesadillas y he estado incluso a punto de suicidarme», ha reconocido el joven, que llegó a perder cuatro cursos y ahora, con 22 años, ha comenzado una carrera universitaria.

Las «contradicciones» que ve la defensa

A preguntas del tribunal, ha reconocido que a ninguno de los cuatro psicólogos y psiquiatras que le trataron en un inicio les contó los presuntos abusos a los que le había sometido su preceptor. Y que entonces estaba «más afectado» por el acoso escolar y las amenazas que le proferían antiguos compañeros de Gaztelueta –en 2010 sus padres le cambiaron de colegio sin que él se lo pidiera y sólo «para que mejorará su nivel de inglés»– que por los abusos de su profesor. De hecho, hasta enero de 2015 no se los reveló a nadie. Y lo hizo en una carta dirigida a la que hoy es su abogada, especializada en casos de acoso escolar. «Lo que tengo no se va curar. Se podrá suavizar, pero no curar», ha asumido en la vista el joven, que sigue teniendo dificultades para dormir y estudiar, y sigue acudiendo al psiquiatra «en los momentos de bajón».

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En su turno de preguntas, el abogado defensor ha puesto de manifiesto las «contradicciones», según ha valorado al final de la sesión, entre lo que el alumno declaró en la fase de instrucción y lo que ha narrado este jueves. El joven ha manifestado que los episodios más graves de abusos no se repitieron y en varias ocasiones ha asegurado «no recordar o no poder precisar» datos o situaciones que anteriormente había confirmado. Por ejemplo, si el docente cerraba o no la puerta del despacho con llave, si siempre acudía a la Secretaría del centro a llamar a casa justo después de los supuestos abusos, si el acusado fue su profesor de Religión uno o dos años o si en alguna ocasión otro profesor les interrumpió o llegó incluso a entrar al despacho mientras abusaba de él. Además, la víctima ha afirmado que el docente le enseñaba imágenes de mujeres que buscaba en internet en el ordenador del despacho, aunque el letrado ha dejado entrever que en Gaztelueta se usaban filtros para no poder acceder a páginas de ese tipo.

Por su línea de interrogatorio, la defensa del profesor se basará en que los hechos denunciados por el joven tienen su origen en los «delirios y pesadillas» que sufrió a raíz del acoso de sus compañeros.

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El acusado ha seguido la declaración del alumno con la mirada baja y sin ningún gesto. Jordi Alemany

«Jamás le he hecho yo eso»

En la sesión de este jueves también ha prestado declaración el acusado. Sólo ha respondido las preguntas del fiscal, Alejandro Torán, y de su abogado, y se ha acogido a su derecho a no contestar a las de la letrada de la acusación. La palabra que más ha repetido José María (Txema) M. S. es «jamás». «Jamás he cerrado con llave durante una preceptuación»; «jamás le he hecho yo eso a Juan» (en referencia a los abusos), «jamás he puesto una fotografía desnuda en mi ordenador»; «jamás llegué a conocerle bien, no supe qué pensaba». «Son 2.669 días los que llevo levantándome por la mañana sin encontrar una explicación a todo esto, por qué tiene esa frustración e inquina», ha reconocido llorando a preguntas del magistrado. «(Las acusaciones) son absolutamente falsas», ha añadido.

El acusado, un numerario del Opus Dei y que ha seguido la declaración del alumno con la mirada baja y sin ningún gesto, ha narrado cómo comenzó a ser preceptor de Juan C. en 2008, como de otros «veinte o treinta alumnos más». Pero que en un determinado momento recibió «presiones» de los padres del alumno para que este mejorara sus notas y, por eso, decidió dedicarle «más tiempo que a otros» e «involucrarse» más en sus estudios. «Comencé a sacarle más de clase para las preceptuaciones, pero las empleaba como si fueran clases particulares», ha explicado.

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Sí ha reconocido que podía ser «guasón» en clase y hacer bromas sobre Juan, «pero como de cualquier otro alumno», y ha insistido en que intentó ser «justo y exigente» con él.

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