Imanol Goyarrola, director del colegio Gaztelueta, era el subdirector del centro y la persona encargada de investigar las denuncias del joven. Luis Ángel Gómez

Gaztelueta no actuó de forma «rigurosa ni seria» y su respuesta fue «inadecuada»

El tribunal critica al centro por no detectar el «injustificado e injustificable» aumento de las tutorías donde se produjeron los abusos

Jueves, 15 de noviembre 2018

La sentencia de la Audiencia Provincial de Bizkaia deja en evidencia la actuación que el colegio Gaztelueta ha mantenido a lo largo de este caso, desde el momento que Juan C. denunció ser víctima de acoso escolar por parte de un grupo de ... compañeros y de abuso por parte de José María Martínez y hasta la misma vista oral. Los jueces apuntan directamente al actual director del centro, Imanol Goyarrola, que cuando sucedieron los hechos era el subdirector y la persona encargada de investigar esas denuncias. Él concluyo que el joven sí había sido víctima de un ciberacoso, pero ya cuando había abandonado Gaztelueta y no era su responsabilidad. Sin embargo, no dio credibilidad al acoso y a los abusos, situaciones que se habían dado años antes cuando Juan C. sí era alumno del centro. «No lo entendemos. Es inexplicable», se lee en la sentencia, donde los jueces aseguran que el desempeño de Goyarrola no fue «ni riguroso ni serio». La «respuesta» de Gaztelueta, insiste el fallo, fue «inadecuada».

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Tanto el actual director como los profesores del colegio que testificaron durante la vista oral incurrieron en algunos momentos en «abiertas contradicciones». Los jueces ponen el foco en que todos argumentaran que las ausencias de Juan C. de clase por enfermedad fueran la razón del «injustificado e injustificable» incremento de la «frecuencia y duración» de las tutorías que el profesor mantenía con la víctima, donde se cometieron los abusos.

Escasa credibilidad

«Se nos pretende hacer creer que lo ortodoxo, desde el punto de vista educativo, es que puesto que el alumno ha faltado a determinadas clases, lo correcto es que se le retire de clase. Lisa y llanamente, resulta abiertamente contrario a una práctica educativa, sana y racional, y nos resulta franca y realmente increíble». El tribunal se cuestiona por qué si el adolescente faltaba tanto a clase, nadie del colegio se puso en contacto con la familia para preguntar por ello. «Es lo que debería suceder en cualquier centro escolar que se precie de regirse por pautas docentes de funcionamiento razonables, adecuadas, acertadas, asumibles y exigibles».

El tribunal confiesa, además, que los testimonios de las «personas vinculadas» al centro no «le han convencido» porque expresaron un «discurso tan homogéneo, simétrico y uniforme» que le induce a pensar en una «estudiada estrategia defensiva». «Nos ha transmitido escasa credibilidad a efectos probatorios», apuntan.

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