Acompañada. Eulalia, conocida como 'Santi' -tercera por la derecha-, charla con varios compañeros en Loiu Gurena. borja agudo

Casi 200 familiares que cuidan a mayores piden estancias temporales en residencias

El programa de la Diputación permite que el dependiente pase 15 días en un centro con un sistema de copago

Lunes, 12 de julio 2021, 01:31

Hasta el 30 de junio, la Diputación ha concedido 181 estancias temporales en residencias a dependientes que son cuidados de forma habitual por sus familiares. En Acción Social lo llaman programa de respiro y quiere ser una válvula de escape para los allegados que están ... al pie del cañón todo el año. Muchos de ellos son cónyuges, de avanzada edad y también dependientes, y el resto son hijos que pueden disfrutar así de unos días de vacaciones. Es una iniciativa que arrancó en septiembre de 2019, con la aprobación del Estatuto del Cuidador, y hubo en aquel invierno 27 estancias. El año pasado, un periodo atípico por la pandemia, se concedieron 212 planes de respiro de quince días y en este ejercicio se superará ampliamente esa cifra ya que se han concedido 181 hasta el 30 de junio, pero hay margen todavía para que lleguen nuevas solicitudes de cara a septiembre. Se deben presentar con 45 días de antelación.

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A María Santos Eulalia Pérez todo el mundo le llama 'Santi'. Tiene 88 años y hace casi dos años empezó a acudir al centro de día Loiu Gurena. «El año pasado me dijeron mi hijo y mi nuera para pasar 15 días aquí en verano y la verdad es que no sabía cómo iba a ser», recuerda. Estaba tranquila, porque conocía las instalaciones, ya que acude al centro de día y come allí de lunes a viernes, pero «lo de dormir» le inquietaba un poco más. «Tuve suerte, me pusieron en una habitación a mi sola, que lo prefiero. La verdad es que estuve muy contenta. Cuando me vinieron a buscar, les dije que no me importaba quedarme algún día más. Sólo alguno, porque también tienes ganas de volver a tu casa y dormir en tu cama». Su nuera corrobora que la experiencia «fue muy bien». «Le gustaba estar con más gente, jugar a las cartas y al bingo. Y también le encantaba que haya peluquería», confiesa.

«En agosto pasé 15 días en la residencia por primera vez y estuve muy a gusto. Repito otra vez este año»

María Santos Eulalia Pérez, 'Santi' | Dependiente de 88 años

«Al principio nos preocupaba el cambio de rutinas que son tan importantes para las personas mayores, pero estuvo fenomenal», valora. A partir del 31 de julio repetirán la experiencia hasta el 20 de agosto. «Como ha estado contenta, nos vamos unos pocos días más», comenta. Aprovecharon el respiro de agosto para descansar unos días en Tarragona, adonde regresarán ahora. «Sólo estamos mi marido y yo para cuidarla y ha sido duro este tiempo para todos. Yo, además, trabajo también con mayores. He dejado la gimnasia que solía hacer y ahora tengo fatal el hombro. También tengo que atender a mi madre y, aunque en ese caso somos cinco hermanos y nos repartimos bien, también hay que estar».

Nacida en la localidad riojana de Leiva, pero afincada en Bilbao desde los 14 años, 'Santi' vive ahora en Derio y acude a diario en autobús al centro de día, así que ha podido avisar a alguna compañera de la residencia de que vuelve este año «y podremos volver a jugar juntas a las cartas». «Ahora ya vengo tranquila porque ya lo conozco», apunta. «A ver si tengo suerte y vuelvo a estar sola en la habitación».

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«Este tiempo ha sido duro para los mayores y para las familias. Estamos solo mi marido y yo para cuidarla»

Idoia Castresana | Nuera de 'Santi'

Mayores «bien atendidos»

Marisol Couceiro, directora de Loiu Gurena, cuenta que «llevaremos unos seis años ofreciendo esta opción y vemos que es algo que necesitan las familias. Saben que aquí sus mayores están bien atendidos y eso da tranquilidad». Los dependientes suelen acoger bien la idea. «La mayoría viene 15 días o un mes, aunque algunos llegan para un fin de semana. En periodos cortos puede costar, porque en todo hay un periodo de adaptación, especialmente si no han venido nunca. Los que repiten, que son varios, lo hacen de forma más natural». «A ellos les da tranquilidad saber que, si les sucede algo, hay alguien para atenderles inmediatamente. y sus hijos también están más tranquilos».

Para el diputado de Acción Social, Sergio Murillo, «es fundamental el descanso de las personas que cuidan. Un respiro es vital para muchas de ellas. Es un derecho reconocido en el Estatuto de las personas Cuidadoras de Bizkaia, pero también es una necesidad que procura el bienestar tanto de quienes cuidan como de los dependientes». El responsable foral aporta algunas cifras. «En Bizkaia tenemos registradas más de 20.000 personas que perciben una ayuda económica foral por cuidar a una persona en el ámbito familiar. Estas personas tienen el derecho y también la obligación de descansar. Debemos cuidar mucho y bien a quienes dedican su tiempo a esto. Por eso les facilitamos el descanso cofinanciando estancias de 15 días anuales en residencia. Por su bienestar y por el de la persona a la que cuidan». Durante esa quincena, dejan de percibir la prestación y ese dinero se destina a pagar la residencia, abonando la familia la parte que falta.

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«Es fundamental que descansen los cuidadores. Un respiro es vital para muchos de ellos»

Sergio Murillo | Diputado de Acción Social

Misa y periódico

Cuenta Lourdes que su padre, José Mario Alonso, «estuvo bien hasta noviembre del año pasado, pero se contagió de covid y, desde que salió, no ha podido volver a andar y va en silla de ruedas». Él y su madre viven en un segundo piso sin ascensor en San Adrián y «en esos días no podía salir de casa, aunque ahora nos hemos hecho con una oruga salvaescaleras mientras esperamos las obras del ascensor». Fue justo cuando llegó a su casa la silla de ruedas cuando la Diputación les confirmó «que nos daban el descanso de cuidador y lo necesitábamos con urgencia». «Mi ama tiene 82 años y tira siempre para adelante, pero le vino muy bien», confiesa.

Además, «coincidió en esos días que le dieron la segunda dosis de la vacuna a mi ama y estuvo con fiebre, mareos y fatiga, así que no sé cómo nos habríamos arreglado si no es por el plan de respiro». Su padre fue aquella quincena a la residencia Conde Aresti, una fundación sin ánimo de lucro. «Nos habían hablado de ella amigos y teníamos muy buenas referencias. Es de toda la vida, cerca de casa y ha habido monjas, algo que a mi padre le gustaba porque es una persona muy religiosa, de misa diaria. Pudo mantener esa costumbre que es muy importante para él, al igual que dedicar unas horas a leer tranquilo el periódico y le daban uno para él. Hay detalles que hacen que se sientan a gusto».

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Su hija opina que «saber que tiene médico y enfermeras las 24 horas o un fisio te da tranquilidad. Le hicieron incluso una prueba médica que nos ha venido muy bien». «Lo único que él llevaba mal era levantarse sin su mujer porque llevan más de 60 años juntos», reconoce. A cambio, ella pudo «salir a tomar algún café con una amiga». «Creo que vamos a repetir algún verano», confiesa la hija. Un respiro puede hacer el año más llevadero a quienes cuidan de los suyos.

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