La mayoría de los vizcaínos que viven solos son solteros, aunque también hay una alta proporción de viudas. Sergio García

La epidemia de la soledad avanza en Bizkaia más rápido de lo previsto

141.000 hogares, el 30% del total, ya están ocupados por una sola persona, y en quince años serán más de 207.000

Domingo, 30 de junio 2024, 02:25

Con la crisis demográfica pasa lo mismo que con el cambio climático: que siendo las previsiones ya infaustas, la realidad les pasa por encima y las supera, empeorándolas. El planeta se calienta a toda velocidad y nos vamos quedando solos a un ritmo también muy ... acelerado.

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Hoy toca hablar de esto último, de la vida en soledad. Lo que administrativamente se conoce como hogares unipersonales. Puede ser una opción elegida, o puede ser una imposición de las circunstancias, o puede que quien está en esa situación no tenga muy claro qué ha ocurrido. La cuestión es que este modo de vivir es un producto de la posmodernidad y muestra un auge imparable. El individualismo, el envejecimiento de la población, las ansias de libertad y lo que los sociólogos llaman la crisis de compromiso son algunas de las causas de que esto ocurra. ¿Y cuáles serán sus efectos? Habrá que ver cómo impacta en cuestiones vitales como la dependencia, la salud mental, la cohesión social, el mercado de la vivienda...

Hay mucha teoría detrás de todo esto y muchas interpretaciones, pero la realidad del fenómeno se ve claramente en los datos. Bizkaia es un buen ejemplo de esto que está ocurriendo. Según los últimos estudios del Instituto Vasco de Estadística (Eustat), de 2022, en el territorio hay 141.316 hogares en los que vive un solo residente. Son 4.000 más que un año antes. Y el ascenso es imparable en las últimas décadas. En 2010 eran 107.219 y a principios de la década de los años 90 del siglo pasado se quedaban en 40.000. Vamos, que en treinta años se han más que triplicado.

38,2% es

la proporción de hogares unipersonales que habrá en Bizkaia en 2039, según la proyección elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Para este año 2024 el pronóstico es que se encuentre en el 30,5%. El último dato oficial cerrado se refiere a 2022, cuando según el Instituto Vasco de Estadística (Eustat) era del 29,4%.

La cuestión es que en estos momentos casi el 30% de las 480.000 viviendas principales de Bizkaia (en las que reside gente de manera continuada) están ocupadas por una sola persona. En Bilbao, donde el proceso avanza aún a más velocidad, la proporción roza el 33%: en la capital hay 48.694 hogares unipersonales.

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¿Y cómo se plantea el futuro? Hace un par de años el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó una proyección, una previsión elaborada en base a la evolución conocida y los condicionantes pertinentes (demográficos, migratorios, etcétera), según la cual se auguraba que en 2035, en Bizkaia, habría 168.690 personas viviendo solas. La cifra ya se veía muy preocupante porque, además, se acercaba mucho al número de hogares en los que residirían dos personas.

Bueno, pues esa previsión se ha quedado vieja y en un nuevo ejercicio de adivinación publicado esta semana por el INE el panorama se presenta aún más crudo. Para 2035 la cifra se eleva hasta 194.218 personas viviendo solas en el territorio (25.000 más que las previstas hace solo 24 meses). Además, cuatro años después, en 2039, fecha hasta la que llega el nuevo estudio, se disparará a los 207.250.

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49,3 años

será la media de edad en Bizkaia en 2039, frente a los 47 actuales.

22% de

la población vizcaína será inmigrante, cuando en estos momentos es el 12,7%. Gracias a ella el territorio no perderá habitantes y repuntará algo la tasa de natalidad.

Más hogares, misma gente

Hay otra revelación contundente: a partir de 2027 este modo de vivir, la soledad, será el más habitual en Bizkaia, superando a los hogares con dos personas. Y eso que estos últimos también crecen. Mientras, el resto, aquellos en los que hay tres residentes o más, no dejan de menguar, y lo hacen de un modo muy contundente y continuado.

Esta circunstancia provoca que, pese a que no se prevé que la población aumente (logra mantenerse gracias a los inmigrantes), sí va a crecer el parque de viviendas. Es pura matemática: si con la misma gente hay muchas más personas que viven solas, hacen falta más pisos. En concreto, en 2039 el INE pronostica que habrá en el territorio 542.902 hogares, unos 50.000 más que ahora. Eso sí, habrá que ver de dónde salen.

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Nuevo modelo

En 2027 los hogares unipersonales serán los más habituales en el territorio al superar a aquellos donde conviven dos personas

Porque lo que está ocurriendo amenaza con poner patas arriba el mercado inmobiliario. «Cada vez nos llega más gente pidiendo apartamentos, viviendas con un solo dormitorio», certifica José Manuel González, presidente del Colegio de los agentes de la propiedad inmobiliaria (apis) de Bizkaia. Según explica, buena parte de esas personas que quieren una solución estable para vivir solas llega de rupturas de pareja. «Han tenido una mala experiencia y no quieren repetir». Vamos, que renuncian a segundas oportunidades y se abrazan a este modo de vida y a sí mismos con vocación de permanencia.

El problema con el que se encuentran es que «apenas hay apartamentos en el mercado». ¿Cómo es posible eso? «Porque las constructoras tienen autorizado un determinado número de viviendas por cada promoción y deben elegir las proporciones que hacen de una, dos, tres o cuatro habitaciones». Normalmente se decantan por las de dos y las de tres, que son las que siguen teniendo más demanda en un mercado en el que suelen tardar en encontrar espacio las nuevas tendencias. Pero también por «ciertos ratios que hay que cumplir; por ejemplo, si por cada una debes poner dos parcelas de garaje» penaliza a las más pequeñas. En opinión del presidente de los 'apis' la regulación debería ser menos estricta para que a las constructoras les fuese más fácil adaptarse a la demanda social. «En las últimas promociones lo primero que se vende son los pocos apartamentos que se ofrecen», asegura.

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Eso sí, las últimas promociones son escasas. «Hay muy poca obra nueva, y lo poco que se hace, vuela». Así que por el flanco residencial la esperanza, más que la obra nueva, es el aprovechamiento más eficiente del parque ya construido. González apunta que las administraciones deberían ser más flexibles a la hora de autorizar la segregación de pisos viejos. Es decir, si el mercado reclama viviendas más pequeñas para gente que vive sola tiene poco sentido que el centro de los núcleos urbanos esté lleno de pisazos viejos de 200 metros o más. «Cada ayuntamiento tiene autonomía para regular como le parezca y sería interesante que diesen más facilidades a las segregaciones». Claro, desde las administraciones locales lo que suelen contraponer es que no van a permitir 'infraviviendas', pisos que no tengan ni una ventana a la calle, o comprometer un inmueble que está diseñado con ciertas limitaciones para prestar determinados servicios (abastecimiento, cañerías, etcétera).

Pisos pequeños

Cada vez es mayor la demanda de apartamentos y el reto del mercado inmobiliario es adaptarse a esta nueva forma de vida

Muchos otros factores

También es cierto que la cuestión inmobiliaria seguramente no esté entre los mayores retos que deberá enfrentar la sociedad con estos nuevos modelos de convivencia, o de falta de ella. En la medida que la soledad es al mismo tiempo consecuencia y causa del continuado desplome de la natalidad, hay pocas esperanzas de que escampe el invierno demográfico, quedando el relevo generacional íntegramente en manos de personas inmigrantes. Otro gran interrogante es cómo va a quedar lo del sostenimiento de las pensiones en un mundo en el que estará en edad de trabajar únicamente alrededor del 40% de la población. Y también cómo impactan los nuevos modos de vida y la digitalización en la convivencia, en la relación entre personas y en el sentido de comunidad, que al mismo tiempo es red de ayuda mutua, entorno de socialización y fuente de salud mental. O incluso en la prevalencia de ciertas patologías: esta misma semana ha salido a la luz un estudio según el cual las personas que viven solas tienen un 56% más de posibilidades de sufrir un ictus.

Noticia Patrocinada

En solo un año la cifra de personas que viven solas ha aumentado en 4.000

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