![Envejecimiento, rupturas de pareja y «crisis del compromiso»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/30/biz-leonardo-ksnE-U220581887511C0C-1200x840@El%20Correo.jpg)
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¿Qué hay detrás de toda esta soledad, ya sea deseada o no, ya sea porque la gente enviuda, o se queda soltera, o separada, o sin hijos? Para explicar esta revolución, Jon Leonardo, sociólogo urbano y catedrático emérito de la Universidad de Deusto, se ... refiere a un concepto acuñado por el polaco Zygmunt Bauman: «La crisis del compromiso». A su juicio, se trata de una de las consecuencias de esta «sociedad líquida» que nos deja la posmodernidad y el apogeo individualista.
Esto de la crisis del compromiso viene a ser «un hecho cultural» que tiene que ver con el elogio absoluto a la libertad individual frente a ataduras de cualquier naturaleza, también con el prójimo. Lo mismo vale para no tener hijos «porque mucha gente no quiere comprometer su vida al cuidado», que con el hecho de que «los hijos ya no se quieran hacer cargo de los padres cuando envejecen», que con el decaimiento de las instituciones como el matrimonio y la pronta caducidad de las relaciones de pareja.
Semejante tendencia «recorre toda Europa occidental, pero aquí es aún más perceptible porque la vasca es una de las sociedades más envejecidas» del continente. Ante esta situación, ante este encogimiento de la red de lealtades inquebrantables, la reacción de buena parte de la ciudadanía es «pedir que se haga cargo el Estado, la Administración pública» de todas esas carencias que quedan sin cubrir. Aunque, claro, si cada vez hay más ciudadanos jubilados y menos que trabajen, los ingresos por impuestos serán menores y la posibilidad de los poderes públicos de hacer frente a todo esto mengua.
Lo que Leonardo llama la «privatización de la vida», este individualismo tan exacerbado, también tendría como efecto, según el sociólogo, el debilitamiento de las «redes intermedias» que mantienen a la gente más o menos unida. Se trata, por ejemplo, «del vecindario y las asociaciones que forman el tejido social». Hasta hace no mucho este concepto de tribu era algo no sólo habitual, sino necesario. Pero en este momento de la historia las personas se limitan a «mantener relaciones estrechas solo con amigos y familia», y a crear nuevos vínculos con colectivos con quienes comparten intereses (ocio, cultura...). Es decir, se trata de unas conexiones utilitaristas y con individuos semejantes.
Esto le quita a la vida diversidad, mengua las posibilidades de la gente de juntarse con quienes son absolutamente diferentes, y quizás hace sufrir valores como la tolerancia.
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