En Bilbao uno calza como quiere. Se pueden elegir hasta 300 tipos de pieles y colores diferentes, además de la horma, el número, claro, el ancho y alto del tacón, el estampado... Con un buen par
Que sí, que sí. Que en Bilbao somos más chulos que un ocho y en cuanto damos los primeros pasos echamos a andar como nos da la gana. Gustos personales al margen, el que no calza de forma diferente es porque no quiere. Porque, de tan modernos como nos hemos puesto de un tiempo a esta parte, lo último al alcance de nuestras manos (y descontado queda que, por supuesto, también de nuestros sacrificados pies) es la posibilidad de diseñarnos nuestros propios zapatos.
Se acabó lo de zapatero a tus zapatos. Ahora, lucir un buen par empieza por uno mismo. Desde ya podemos jugar a personalizar nuestros pasos y zancadas. Con pompones y borlas, con las hebillas y plataformas más transgresoras, con el terciopelo más dandi, con estampados de cuadros escoceses...
Junto a Azkuna Zentroa, en pleno corazón de la Plaza Arriquibar, emergió hace años una coqueta zona comercial con establecimientos de aire retro y 'hipsterianos'. Uno de ellos es Customeus, de Iker Udaondo.
Allí a uno le adaptan y modelan todo lo que uno quiera. Lo mismo el ancho y largo del modelo inglés clásico por excelencia -'Oxford'- que la altura de los tacones de los sofisticados 'stilettos' de aguja (casi dos años han tardado en dar con artesanos que les crearan piezas de fiesta). Por no hablar de los nobles 'slippers' (esos zapatos que recuerdan a las zapatillas de andar por casa de nuestros abuelos) y las creaciones de novia y ceremonia e incluso ortopédicas. «Hacemos muchos encargos para acontecimientos y días muy especiales». De todas las formas y los dibujos y grabados más impensables que uno pueda imaginarse a la altura de la puntera.
¿Que uno los quiere de cuero? Pues de cuero se lo entregan. ¿Que los más atrevidos se mueren por el ante con estampado de 'animal print'? Pues a asaltar con ellos la jungla urbana bilbaína. «El 'animal print' hay veces que está más de moda que otras, pero se lleva siempre. Este año ha venido mucha piel de serpiente. Aparte de la cebra y leopardo, que siempre están ahí, la pitón también está en todas partes».
Para echarse a temblar. Quizá por aquello de la globalización, despachan mogollón de mocasines muy 'de mitin del PP' y de 'pijo madrileño del barrio de Salamanca'. Es lo que tienen los 'castellanos', que hacen de la atemporalidad su razón de ser. Y, ya puestos, el charol se mantiene, por extraño que parezca, como un junco imposible de doblar. Pasan los años sin dejar de brillar, al estilo de como se llevaban en la corte francesa de Luis XIV. O como los zapatos que luce el dueño de la tienda, que parecen recién salidos de la película 'El gran Gatsby'. Todo muy 'vintage'.
«Es un giro a la zapatería clásica y todo se hace a mano», subraya Udaondo, que trabaja con fabricantes de Toledo y Alicante. «Buscamos también cercanía, pero no nos ha sido posible encontrar creadores locales de 'kilómetro cero', en línea con la moda sostenible que va abriéndose paso con fuerza. Son artesanos de toda la vida a los que Iker y su pareja propusieron hacer realidad los zapatos (y sueños) de muchos bilbaínos. «Nos dijeron que sí», aseguran, y se lanzaron a por un proyecto que, todo hay que decirlo, se las traía.
«Nos hemos atrevido a hacer algo innovador con gente muy clásica e incluso muy cerrada. Porque estos artesanos lo que quieren hacer es grandes tiradas... ¡Y listo! Al principio, cuando les presentamos la propuesta, fueron un poco reacios, pero al final vieron que se trataba de algo serio. Les dimos números, les presentamos muchos datos...»
Y lo que empezó como un negocio dubitativo, hace ya dos años y medio, hoy camina que se las pela. Ayuda que cualquier cliente puede 'customizar' su par eligiendo entre 300 tipos de pieles y colores y sabiendo que pisa exclusividad. De algunos diseños de edición limitada, como los de aire retro de inspiración setentera ideados por el propio Iker, sólo se hacen siete pares.
Con piel de vaca española
«Ya hemos tenido alguna novia que nos ha venido con la foto de su vestido blanco y nos ha enseñado el tocado para que le hiciéramos el zapato a juego, con dos pieles, uno en ante de color mostaza y con el tacón a su medida, ya que lo quería bajito».
No solo se trata de presumir, también de velar por la salud de los usuarios. De hecho, proliferan mujeres que necesitan zapatos extremadamente blandos, sin refuerzos, más altos de lo normal... «Ellas, por lo general, tienen también más problemas de pies cuando llegan a cierta edad por haber abusado de los tacones o llevado zapatos que no eran adecuados. Juanetes, fascitis, dedo martillo... No todos, pero en el 90% de los casos les solucionamos los problemas. Un zapato estándar no les suele valer porque necesitan unos anchos especiales». En Customeus les fabrican modelos que pueden llegar a hacer la función del zapato de ortopedia, «pero en bonito, con una línea estilosa, de diseño, con pieles cómodas y originales», explica Iker.
Indistintamente de la elección, todos los pares se elaboran con piel de ternera. «De vaca española», concretamente. La fabricación lleva entre uno y dos meses. Antes de lanzarse a la aventura, Iker y su compañero se recorrieron «todos los fabricantes de calzado de España». Querían que les hicieran zapatos, «uno a uno, pero a un precio asequible. Porque si no... La mayoría de artesanos nos daban unos precios increíbles».
¿Y de qué precios hablamos? Van desde los 90 euros, un estilo bailarina o 'slipper', hasta los más caros: las botas altas y los de tacón, que oscilan entre los 150 y 190 euros. Todos los modelos llegan en cajas con el nombre de los clientes. Al fin y al cabo, no dejan de ser creaciones personalizadas y únicas, que no garantizan que nadie esté libre de un inoportuno traspié, pero sí provistos de una gran originalidad.
Con título de personal shopper, Udaondo se cuida muy mucho de reconocer si alguno de sus clientes siente una fascinación que supera lo admisible por los zapatos. «Ninguno me lo ha confesado y no sé si lo son, pero claro que los zapatos tienen algo de fetichista. ¡Sin duda!», zanja, para advertir que estas piezas atrapan a dos tipos de personas: las «caprichosas», que quieren algo que no encuentran en otro sitio y que no tenga nadie, y aquellas que necesitan «algo distinto» porque su pie «no entra o encaja en un zapato convencional . Algo que no sucede con los hechos a medida, como ocurre en Bilbao.
'El Bilbao de Luis Gómez'
Una mirada a las singularidades que se cuecen en una ciudad que se redescubre cada día. Amante de sus tradiciones, la villa mantiene su esencia, pero es un hervidero de tendencias de moda, gastronómicas, culturales, de ocio y callejeras que la permite acompasarse a los movimiento de las urbes más cosmopolitas. Y ahí estaré para contárselo. A mi manera. Desde una mirada exclusivamente personal.
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