Interior del pabellón en la punta norte de Zorrozaurre que se incendió y donde vivían doce personas FOTOS: Luis Ángel Gómez

«Vivimos como las ratas, ya son nuestras amigas»

El incendio de un pabellón saca a la luz el drama de los sin techo en Zorrozaurre

Miércoles, 1 de mayo 2024

En Zorrozaurre, luz del futuro en Bilbao, hay un montón de edificios abandonados, viejos pabellones industriales roñosos donde viven y malviven decenas de personas. Es algo conocido y de lo que la asociación de vecinos del barrio lleva alertando desde hace tiempo y en ocasiones ... diversas. Es algo peligroso también. Y este miércoles ha habido un toque de atención. El edificio de Lancor, junto a Consonni (ambos formarán parte del parque tecnológico cuando se restauren), sufrió un incendio a primera hora de la mañana que provocó una densa columna de humo negro visible a muchos kilómetros. En el interior del inmueble dormían una docena de jóvenes marroquíes y argelinos que rozaron la tragedia. Algunos de ellos perdieron lo poco que tenían: ropa, calzado y todos los objetos y el sencillo mobiliario que conformaban su precaria cotidianidad.

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El incendio se originó sobre las nueve de la mañana y hasta el lugar se desplazaron varias dotaciones de bomberos y patrullas de la Policía Municipal. Nueve personas pudieron salir por su propio pie y las otras tres tuvieron que ser evacuadas mediante una escala porque se encontraban en los pisos superiores, según informaron fuentes municipales. Dos de los desalojados estaban heridos leves por inhalación de humo y recibieron atención médica allí mismo.

Sobre las diez de la mañana el incendio fue sofocado, aunque los bomberos no se retiraron hasta las 11.30. Quedó un olor intenso a plástico quemado y en la planta baja aún a mediodía había montones de basura humeantes. Abdul, Ali, Hamza y Mohamed hacían balance de daños. «Lo hemos perdido todo. Tendremos que buscar otra vez cama, bidones para el agua, un sitio donde cocinar, ropa...». Los cuatro son marroquíes y alguno se lamentaba, junto a los restos del incendio y bajo la lluvia fría, de haberse venido al norte. «Estaba mejor en Andalucía. Al menos allí hacía más calor».

«Vivimos como las ratas, ya son nuestras amigas», se duelen cuatro de los afectados por el fuego

Hasta la zona acudieron funcionarios del Área de Acción Social. Según explicaron fuentes municipales, a los afectados «se les han ofrecido recursos», lo que viene a ser «alojamiento temporal que según las circunstancias puede ser de una semana, quince días...». También «ropa y productos para hacer frente a necesidades básicas». Ellos, los marroquíes, se duelen de que únicamente cuentan con que se les permita estar «una o dos noches en el albergue». «Unas vacaciones», medio bromean. Y luego tocará recomponer la situación en el que seguirá siendo su hogar.

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Gatos muertos

¿Cómo se originó el fuego? Las autoridades dicen que lo están investigando. Pero los damnificados no se lo explican. Confirman que las llamas se iniciaron abajo, donde almacenaban la chatarra con la que se ganan la vida. Bruno, un vecino próximo, señala que en ocasiones anteriores ya había salido humo negro de ahí, de cuando alguien quemaba cable para dejar el cobre limpio. Pero en esta ocasión, aseguran los afectados, no. Todos estaban durmiendo y a alguno le despertaron las sirenas de la Policía.

Los servicios sociales municipales les han ofrecido alojamiento temporal, ropa y productos básicos

Divagan sobre las posibles causas, incluso especulan con la posibilidad de que alguien que les quiere mal haya provocado el fuego lanzando algo desde fuera. Conversan en una de las estancias de la planta baja del edificio a la que no llegaron las llamas. Hay varios colchones cubiertos por mantas amontonadas, sábanas colgando a modo de tabiques sutiles y una bombona de butano que utilizan para cocinar. Ni hay agua ni electricidad, pero sí un olor fuerte a humedad y abandono. «Lo peor son las ratas. Vivimos como ellas y ya son nuestras amigas». Un gato maúlla de un modo muy estridente, como lamentándose entre el ruido que hace la lluvia al golpear en chapas sueltas. «Tenía cuatro gatitos que estaban allí y que se quemaron en el incendio».

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Al lugar se acercó José Morales, un vecino de Zorrozaurre que forma parte de un grupo implicado con la ayuda a quienes viven en los pabellones abandonados. «A la mayoría les conocemos bien, llevan aquí uno o dos años». Hay dos sensibilidades entre los residentes de la isla que son las dos habituales: una más y otra menos comprensiva con esta situación, la de convivir con decenas de jóvenes que han hecho de unas ruinas su hogar. José, igual que Bruno, dicen que no crean problemas. En ocasiones «hay alguno que la arma», pero ellos mismos, esta comunidad okupa, se encarga de mantener el orden porque lo que menos le interesa en atraer miradas, generar conflictos y ser incómodos.

La mayoría dice hacer cursos. Varios de ellos, de carpintería metálica, y enseñan en sus móviles ventanas y marcos que han hecho en el centro formativo. A veces las historias se saldan con éxito, y ejemplo de ello es Zoubir, que ayer se acercó al sitio del incendio para interesarse por sus efectos: él mismo vivió allí durante meses y ahora, mejorada su suerte, está de alquiler en un piso del barrio.

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La asociación vecinal considera que las administraciones usan la isla como «el trastero de la ciudad»

La asociación vecinal de la Ribera de Deusto y Zorrozaurre reiteró sus denuncias por la inacción institucional ante la okupación de pabellones, que genera «múltiples problemas e inconvenientes que afectan seriamente a la convivencia y a la propia calidad de vida de la zona». Consideran que el barrio «se viene utilizando como trastero de la ciudad», como un lugar donde «esconder lo que no es conveniente que esté a la vista en el centro de Bilbao».

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