Detienen a un empleado de una residencia de Barakaldo por robar a ancianos en sus casas

Pedro, nombre ficticio, de 82 años, llevaba algo más de dos años ingresado en este geriátrico privado, con fama de ofrecer una excelente asistencia sanitaria. Sus dos hijos estaban contentos con el trato que recibía su padre por parte del personal. «Si no hubiera sido por las cámaras, no nos habríamos enterado ni hubiéramos echado nada en falta», admiten. El pasado 12 de diciembre de 2022, un intruso accedió a la vivienda que el anciano tiene en el barrio bilbaíno de Trauko. La cámara está conectada con el teléfono móvil del hijo de Pedro, que casualmente en ese momento participaba en una reunión de la comunidad. «Cuando salía, sin saberlo, mi hermano hasta le abrió la puerta del portal y el otro le dio las gracias», recuerda la hija del octogenario.

Una alerta le saltó en el móvil, pero el hijo creyó «que sería una polilla, porque ya nos ha pasado otras veces. No le dio más importancia hasta que llegó a su casa y vio los vídeos contenidos en la grabación. 'Llama a la Ertzaintza, que hay un tipo en casa de aita', me dijo». Cuando llegaron al portal de sus padres, ya estaba allí una patrulla de la Policía vasca. «La casa estaba intacta. Volvió a dejar todo como estaba para que no te enteres de nada». Ni los hijos ni Pedro conocían al hombre que aparecía en las imágenes. En la residencia, sin embargo, le conocían todos. Es el jefe de mantenimiento y llevaba trabajando en el centro dos décadas.

En cuanto fue informado por la Ertzaintza, la dirección de la residencia, que ha rehusado realizar cualquier comentario sobre el caso, le pidió al trabajador las llaves de las distintas estancias y le despidió. El hombre fue detenido por agentes de la Ertzaintza de la comisaría de Bilbao al cabo de unas horas y asumió los hechos de los que se le acusa, según indica la familia de una de sus víctimas. «Entregó las joyas de ama, el manojo de llaves y una grabadora», señalaron.

A raíz del arresto y de la confesión, supieron que el empleado se había apoderado de las llaves de la vivienda aprovechando una de las salidas del anciano a la calle. También sustrajo una cantidad en metálico -alrededor de 400 euros- y una grabadora de voz que tenía el anciano. Después se introdujo en el ordenador de la trabajadora social y obtuvo datos como la dirección del domicilio familiar. De allí, «se llevó las joyas de ama. Solemos dejar dinero a la vista, pero ni lo tocó para que no notáramos que habían entrado a robar», sugiere la hija. «Impresiona la tranquilidad con la que se mueve por la casa», dice en referencia al vídeo.

Tras el robo, Pedro aún ha permanecido cuatro meses más en la residencia baracaldesa, hasta que finalmente sus allegados han decidido trasladarle a otro centro para personas mayores en Bizkaia. La familia está «dolida» con la dirección porque «ha echado balones fuera. El culpable es el que roba, pero la responsabilidad, al menos moral, es suya. Ni se ha pasado a preguntarle a mi padre cómo está o a pedirle disculpas», se duele la hija.