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SERGIO LLAMAS
Jueves, 25 de junio 2020, 13:30
A comienzos de este mes la marea vecinal logró echar a los jóvenes problemáticos que vivían ilegalmente en dos viviendas de Uretamendi, en el distrito bilbaíno de Rekalde. Sin embargo, los inquilinos de uno de los pisos siguen tratando de acceder al mismo. Así ... lo han alertado este jueves los residentes de la zona, que a las dos de la madrugada han advertido a varias personas subidas al techo de una furgoneta para tratar de acceder al segundo piso del portal número 20. Los vecinos han avisado a la policía, que mantiene frecuentemente vigilado el entorno, y han evitado que volvieran a asentarse en el piso. Por la mañana, los bomberos han trabajado con una escala para dificultar futuros intentos de acceder por esa misma ventana.
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No es la primera vez que vuelven a intentar entrar en la vivienda que habían ocupado durante más de un año. Los vecinos del bloque ya habían instalado una cerradura de seguridad en el portal. Además, se había tapiado una de las ventanas y colocado un precinto en la puerta de acceso, que según los residentes también tiene signos de haber sido manipulada. «No han desistido. Es verdad que la Policía sigue pendiente, pero lo están intentando cada poco», lamentan en el bloque, donde están preocupados por el perfil de los ocupantes.
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La vivienda es propiedad de una entidad financiera, pero la indignación con los ocupantes ilegales se desató en el barrio tras al menos dos peleas a navajazos en las que estos estuvieron involucrados. Además, el Ayuntamiento de Bilbao confirmó que dos de los individuos también habían sido sospechosos de acosar a una chica en el ascensor de Uretamendi. Algunas de las personas que fueron expulsadas, además, habían sido ya desalojados por otra protesta vecinal en el barrio portugalujo de Rekalde.
El temor a la conflictividad de los okupas no es el único problema con el que han tenido que lidiar en el bloque. Este último intento de entrada ha causado pequeños destrozos de baldosa en una fachada que acababa de ser rehabilitada. Anteriormente los vecinos también habían tenido que correr con 160 euros de gastos para reparar la conexión eléctrica del edificio tras un chispazo producido cuando los ocupantes ilegales trataban de engancharse a la luz.
Además del temor a una nueva ocupación, en el bloque también reconocen cierto desconcierto por los constantes intentos de volver a entrar. «No tiene sentido porque ahora que hay un precinto en la puerta y entrar ahí ya no es una ocupación, es un delito y saben que les pueden echar», razonan en el portal, donde también barajan que estén tratando de recuperar algo que dejaron dentro.
Este jueves los bomberos se acercaron a la zona poco después de las 9.00 horas. La grúa retiró un vehículo para poder acercar el camión escala a la fachada y proteger desde fuera la ventana por la que estaban intentando acceder cuando los vecinos escucharon los ruidos y llamaron a la policía.
Fue el viernes 5 de junio cuando más de 350 vecinos del entorno se concentraron de noche frente a esta vivienda y a otro primer piso ocupado en el bloque 22 para exigir la marcha de los ocupantes conflictivos. La Ertzaintza tuvo que escoltar a dos de los ocupantes ilegales. Esa misma noche los bomberos tapiaron el acceso a una de ellas.
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