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Bilbao pierde sabor cafetero. Clásica entre las clásicas, la capital vizcaína asiste entre incrédula y despavorida a la desaparición de muchos de sus emblemas comerciales.Esta vez le ha tocado el turno a Cafés Legarreta, la pequeña degustación de la calle Ercilla. Con medio siglo ... de historia, era punto de encuentro de los amantes de tomarse una taza rápida y salir a toda prisa.
Este negocio se convirtió en el favorito de numerosos clientes. Un asiduo, en definitiva, del barrio de Indautxu. Creó legión de generaciones afines. Era habitual ver juntas a madres e hijas apurando la taza. «¡El café más rico lo tomabas ahí!», agradecía Marisa Caballero, una asidua, en las redes sociales. Era uno de los establecimientos más pequeños de la ciudad. Quizás por eso la pandemia ha supuesto su sentencia y, por supuesto, los estratosféricos alquileres.
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Más si se tiene en cuenta que estaba emplazada en el tramo 'prime' de una de las arterias más caras de Bilbao, donde por locales de 25 metros cuadrados se están abonando rentas mensuales de 3.000 euros en tiempos de crisis. Si bien algunos clientes se quejaban de que la barra careciese de pinchos con los que degustar la consumición, el aroma del café recién molido, acompañado a ser posible del bollo de mantequilla –otro clásico– invitaba a pasar por allí.
Con la marcha de Cafés Legarreta se asiste a la desaparición de un modelo de negocio propio: el de las degustaciones. No corren buenos tiempos para ellas. Al menos, para las que hicieron historia. De pequeño tamaño, son sustituidas por grandes firmas franquiciadas que las están comiendo mercado a borbotones.
«Cada vez quedan menos», se lamenta Jorge Aio, gerente de BilbaoCentro. Junto a la de Legarreta, no hace muchos años cerró también la que funcionaba en el corazón de Licenciado Poza. El local cambió de manos y pasó de la dueña a su empleada, pero el negocio sucumbió pronto. «Era un punto de encuentro muy bilbaíno que reunía a mujeres, especialmente. Un clásico en toda regla», sostiene Aio. «Tenía hasta categoría propia entre los locales de hostelería», destaca.
Cafés Legarreta, mientras, busca nuevos inquilinos. De nada le sirvió poner café para llevar. Un trago amargo del que ya solo quedan recuerdos aromáticos.
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