Resignación, enfado y desánimo en las localidades afectadas

«Como un jarro de agua fría». Así ha caído en Muskiz el cerrojazo de Semana Santa. La localidad, que acumulaba el viernes una incidencia de 441 casos por cada 100.000 habitantes, se suma a la lista de municipios que a partir de mañana recuperan los cierres perimetrales y él límite de atención en los bares. Esta última medida ha dejado «temblando» a los hosteleros de la localidad costera. En el bar-restaurante Dados ya tenían reservas para varias comidas en los días estivales, que están a la vuelta de la esquina. «Creo que podrían haber esperado unos días, las reservas, de momento, las mantenemos en pie, pero habrá que esperar», apuntó Merche, una de las encargadas del local. En el establecimiento no dan cenas ni tienen servicio para llevar. «Ahora tendremos que reorganizar las cosas para que la gente venga a comer antes, porque a nada que se alargue la sobremesa, a las 16.30 tienen que estar fuera», señaló. Y todo esto se une a que «últimamente hay poco movimiento».

«Nos ha pillado por sorpresa y con muchas compras hechas», lamentó Nora, empleada del restaurante Itxaspe. «Estamos en la playa y esto supone otro varapalo para nosotros en un momento en el que con la llegada del buen tiempo íbamos a intentar levantar cabeza».

Ondarroa también figura en la lista de municipios 'grandes' afectados por las nuevas restricciones marcadas por el Gobierno vasco. «Estamos en pandemia y tenemos que cuidarnos, pero las medidas tienen que ser más claras», señaló ayer el alcalde de la villa, Zunbeltz Bedialauneta. «No se entienden muy bien tantos cambios, nuevos criterios que valen en un momento determinado, luego se anulan y más tarde se sustituyen por otros», criticó.

El regidor también realizó un llamamiento a no focalizar la expansión del virus. «Se pone el foco siempre en el mismo sitio y nos olvidamos de los lugares de trabajo o de los transportes repletos de gente», detalló.

La inclusión de Ondarroa en la 'lista negra' no sentó nada bien a los hosteleros. «Estamos siempre con las mismas», señalaron desde uno de los bares más concurridos de la localidad. «Primero, vamos a tener que realizar un 'croquis' para saber cuándo podemos servir dentro y cuando no», criticaron. «Luego, habrá que volver a explicárselo a los clientes y al final de nuevo transmitimos la idea de que somos nosotros los culpables de que el coronavirus siga expandiéndose, cuando prácticamente sólo trabajamos el sábado y como mucho parte del domingo», lamentaron.

Noticia Relacionada

Quienes hayan reservado un hotel en Euskadi entre el 1 y el 11 de abril antes del viernes podrán desplazarse

«No hay que hacer un ranking de qué municipios lo hacen mejor o peor. Estoy convencido que los vecinos y vecinas de Ermua lo hacen igual de bien o mal que los habitantes de otros pueblos», advirtió ayer el alcalde de Ermua, Juan Carlos Abascal, tras confirmarse el cierre de la localidad. Y recuerda que «nuestra alta incidencia ha sido por un brote en la residencia, otro en una fiesta de fin de curso fuera de nuestro municipio y la tercera en un colegio». Por eso entiende que «no se debe estigmatizar» a los jóvenes, ni a los hosteleros, ni a los municipios «que no podemos asumir las competencias que no tenemos».

La hostelería, por su parte, está harta de las contradicciones en las medidas adoptadas y piden»respeto» por parte del Gobierno vasco. «La situación es muy mala», confesaba ayer la responsable del bar-restaurante 'Amatxi' de Ermua, Yoli Flores. «Ya no tenemos colchón para poder cubrir nuestros gastos, y mientras… la luz sube, la cuota de autónomos sube. Es inviable».

«Otra vuelta de tuerca más» expresaba Gorka Vázquez, regente el bar 'Lurpe', un negocio que deberá mantenerse abierto con las 4 mesas de la terraza, «que se me quedan en una si llueve».

Elorrio se dibujaba para muchos vascos como uno de los destinos turísticos para esta Semana Santa, pero su confinamiento a partir de mañana tumba cualquier movimiento. «Esperábamos bastante movimiento de visitas de un día, y habíamos organizado cuatro rutas guiadas, con reservas de Durango y Bilbao y alrededores en su mayoría. Ahora no sabemos qué va a pasar», señalaron desde la necrópolis de Argiñeta.

La hostelería y el comercio asumían también con resignación las nuevas medidas. «Esperábamos algo de movimiento esta Semana Santa, esta medida ha sido un palo terrible, es decepcionante», apuntó Izaskun Agirre, presidenta de la asociación de comerciantes EME.

«Este último año estamos aprendiendo a trabajar el ahora, a no fiarnos, andamos bastante precavidos y viendo lo ocurrido ha sido un acierto, porque nos hubiéramos quedado colgados con todo el producto para la Semana Santa», admitía Amaia, del bar Mai. La hostelera asegura sentirse decepcionada pero su único objetivo es «seguir tirando y salvar el año». «Estamos hechos a los continuos palos que nos están dando», afirmó ayer tras conocer la medida.

En Berriz el cierre pilló ayer por sorpresa y tocó de lleno al sector de la hostelería y la restauración. «No te creo», aseguraba tajante Patxi Marina ante la llamada de este periódico. Mientras digería la noticia, este cocinero del restaurante Pastor del Gorbea lamentaba que se habían ido al traste sus intenciones de abrir esta Semana Santa. «En los 20 años que llevamos abiertos hemos cerrado siempre, pero este año queríamos aprovechar, porque estos fines de semana con el cierre de la comunidad estamos trabajando», comentaba.

Tanto Marina como Kepa Imaz, del Pedro Juan, saben que sus restaurantes viven de la clientela de otras localidades vascas. «El 80% es de fuera», matizó Imaz, que también tenía previsto abrir estos días. Ahora, «hay que valorarlo». «Llevamos ya 4 o 5 golpes . Los políticos no están al nivel. Si se cierra al menos que nos ayuden a no tener gastos», demanda.

La población asegura sentirse «cansada. No terminamos con esta situación», señaló Agurtzane Ibabe, de Assibar Arropa. Lo mismo opinaba Amaia Zabala, tesorera de la asociación de comerciantes BME. «Un año después, no vemos la solución», comentaba.