«No sólo han entrado a robar con una violencia innecesaria sino que lo peor es que han dado fuego a la casa con saña». En plena oleada de robos en la comarca de Urdaibai, el último caso ha sido «el colofón», denuncian los dueños ... del chalé desvalijado y quemado la madrugada del pasado lunes, 22 de abril, apenas unas horas después de que terminara el recuento de votos de las elecciones autonómicas en Euskadi. Ubicada en el barrio Abaroa, un lugar retirado, «era una casa de ensueño, idílica» y ha quedado reducida a escombros.
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La construyeron los padres de Luis en los años 80 después de comprar un terreno con vistas a la playa. El padre nació en Gernika y siempre había veraneado en Sukarrieta. Para el heredero representaba un «remanso de paz» al que acudía siempre que tenía posibilidad. Residentes en la zona de Getxo, la mujer de Luis recibió una llamada de la Ertzaintza a las 9.20 horas del pasado lunes. «Venga para acá porque en su casa hay fuego», le anunciaron. «Las llamas salían por las ventanas». Presa de los nervios, se dirigió hacia allí y cuando llegó «había tres camiones de bomberos y un ejército de ertzainas», recuerda. «No me lo podía creer», confiesa.
Cuando los miembros del servicio de extinción de incendios y los especialistas de la Policía Científica terminaron de sofocar el fuego y de recoger evidencias que puedan ayudar a identificar a los autores del estropicio y pudieron entrar en la vivienda, «se nos cayó el alma a los pies». «El listado de todo lo que nos han robado es infinito y lo que han destrozado aún peor. Me han arruinado», se lleva las manos a la cabeza Luis.
Los ladrones entraron rompiendo la puerta peatonal en plena noche. Después, reventaron la persiana y la puerta del garaje y accedieron así a la vivienda, de dos plantas. «Se han llevado siete motores fueraborda de barco y una zodiac» que Luis, apasionado de la náutica cuidaba con mimo para disfrutar en verano, además de remos de fibra de carbono. También el cortacésped y un montón de útiles de jardinería para adecentar el terreno situado delante del chalé. E incontables herramientas que había en cajas. Los bafles del piano, que «ha sobrevivido», la televisión, una escopeta de caza, por lo que también tuvieron que avisar a la Guardia Civil, encargada del control de armas.
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En su informe, los Bomberos detallarán si había «uno o varios focos» y la Policía Científica determinará si se utilizó algún acelerante. Ellos sospechan que rociaron el interior con gasolina y después prendieron fuego «para eliminar pruebas o para hacer daño». Rajaron los sofás y la lona que cubría un barco en el jardín en busca de objetos de valor y sacaron todo de los cajones y armarios.
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«Todo lo que han destruido es irreemplazable», entre otras cosas una puerta de roble del siglo XVIII, la colección de libros de la cámara Leika que el padre de Luis guardaba como un tesoro, el retrato de su madre, fotografías antiguas, recuerdos de los viajes... «Los libros eran mi vida», se duele.
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«La casa no se ha quemado entera porque alguien avisó», cree el hijo de Luis. La planta de arriba de la vivienda ha quedado completamente calcinada. «En la habitación de mis padres ya no hay nada. La de mi hermana está vacía. Los armarios empotrados han desaparecido», enumera. La calefacción se ha desplomado y sólo se ve el somier de la cama oxidado sobre los escombros. Las paredes y techos están ennegrecidos. El joven echa en falta también «los relojes que me regaló mi abuelo». Los trofeos de remo y natación de su infancia están destruidos, y «la play station, derretida». «Ésta era mi habitación», indica. Se han quedado sin casa de veraneo. «Todos mis amigos me han invitado a la suya», agradece Luis.
Este robo es la última gota que ha colmado el vaso. Los vecinos de Mundaka y municipios de alrededor llegaron a concentrarse el pasado febrero para denunciar la creciente inseguridad y la impunidad. «La Policía no tiene medios y se ve una patrulla cada mil años». Se quejaban de que había habido nueve asaltos en viviendas en la localidad y uno más en Sukarrieta en los últimos tiempos. Los vecinos de Luis y su mujer también han sufrido la visita de los ladrones recientemente. En concreto, el miércoles de la semana pasada sustrajeron 4.800 euros en herramientas a un obrero que estaba reformando una casa. El 11 de enero se llevaron dos palés de material por valor de 14.000 euros. «Tenemos miedo. Ya no estamos tranquilos», admiten.
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