L. pérez | t. basterra
Jueves, 21 de julio 2022, 00:13
Un incendio, como el ocurrido ayer en Lemoa, es un hecho dramático. Trunca la vida de los afectados. Ayer la cara de los damnificados no escondían el duro trance por el que estaban pasando. Muchos, los vecinos, habían perdido sus casas y todas sus ... pertenencias. Otros, su medio de vida. Es el caso de los dos negocios que se encontraban en el sótano y en la planta baja de esta nave. Uno de ellos era Juan Núñez, trabajador de talleres Ibaigane. A las siete de la mañana recibió la llamada de su jefe y se presentó en su puesto de trabajo. Para entonces el edificio que albergaba el negocio ya no existía. Se había derrumbado pasto de las llamas. «Tan solo pude apartar una media docena de coches que estaban aparcados en la calle, muy próximos al fuego. Están dañados pero se pueden recuperar», explicaba. Los que daba por perdidos son los «más de 50» que tenían dentro de una nave que en el pasado acogió los concesionarios y talleres de Seat y Opel en Lemoa.
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Otra de las personas que había llegado al lugar de los hechos a primera hora de la mañana era Toño Reche, de Abrasivos Montero. Esta empresa de suministros industriales es una de las tres que tenían su sede en el edificio más próximo al incendiado, situado a apenas una treintena de metros. Ese inmueble fue desalojado de manera preventiva, por lo que ni habitantes ni los trabajadores podían acceder. «Hemos perdido el día, pero viendo lo que les ha pasado a los compañeros y las personas que vivían aquí no podemos quejarnos. Es una desgracia lo que les ha pasado», comentaba junto al perímetro establecido por los bomberos a partir del cuál no se podía acceder.
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Terry Basterra | leire pérez
El lugar del incendio se encuentra a escasos metros de la vía del tren y la estación de Lemoa. Allí permanece abierto desde hace muchos años el bar Geltoki. A las 4.30 de la mañana, como cada día, llegaba a su puesto de trabajo Joseba Quintana. Aunque en esta ocasión se llevó un susto tremendo. «Cuando enfilé la calle solo se veían llamas. Al principio no sabía qué edificio se estaba quemando. Era todo fuego. Pensé que era la marmolería, y me asusté mucho porque está más cerca del bar y mi madre vive justo encima. Luego vi que el incendio era más adelante de la calle y que ella estaba bien y respiré un poco», recordaba ayer desde detrás de la barra mientras preparaba varios cafés.
Joseba Quintana
Bar Geltoki
A su madre la despertaron pasadas de las dos de la madrugada unos ruidos fuertes, «como de explosiones». Cuando llegó Joseba aún se oían. «Serían las baterías de los coches que había en el taller, porque lo solían tener todo lleno y la superficie de esta nave era muy grande. Eran automóviles de alta gama que reparaban y ponían después a la venta», relataba. Su bar, el más cercano al incendio, fue ayer un ir y venir de personas. Entre ellas varias de las que vivían en los apartamentos calcinados. «Les ha dado tiempo a salir con lo puesto y con un susto en el cuerpo tremendo».
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2de la madrugada fue la hora en la que se declaró el inicio del incendio. Para las 5 de la madrugada el fuego había consumido todo este pabellón con viviendas de tres alturas, sótano incluido, y su estructura se vino abajo.
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